AMORIS LAETITIA la clave del amor cristiano




La misericordia: el amor más fuerte que el pecado y la muerte
«La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo. De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente, allí debe ser evidente la misericordia del Padre» (MV, 12).

Vocación y misión de la Familia
«Fundada por el Creador y en posesión de sus propias leyes, la intima comunidad conyugal de vida y amor se establece sobre la alianza de los cónyuges, es decir, sobre su consentimiento personal e irrevocable. Así, del acto humano por el cual los esposos se dan y se reciben mutuamente, nace, aun ante la sociedad, una institución confirmada por la ley divina» (GS 48).

El amor conyugal
«Este amor, por ser eminentemente humano, ya que va de persona a persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda la persona, y , por tanto, es capaz de enriquecer con una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como elementos y señales específicas de la amistad conyugal.
El Señor se ha dignado sanar este amor, perfeccionarlo y elevarlo con el don especial de la gracia y la caridad. Un tal amor, asociando a la vez lo humano y lo divino, lleva a los esposos a un don libre y mutuo de sí mismos, comprobado por sentimientos y actos de ternura, e impregna toda su vida; más aún, por su misma generosa actividad crece y se perfecciona.
Supera, por tanto, con mucho la inclinación puramente erótica, que, por ser cultivo del egoísmo, se desvanece rápida y lamentablemente» (GS 49).

LA EXHORTACIÓN APOSTÓLICA AMORIS LAETITIA
      Capítulo primero: A LA LUZ DE LA PALABRA
    Capítulo segundo: REALIDAD Y DESAFÍOS DE LAS FAMILIAS
      Capítulo cuarto: EL AMOR EN EL MATRIMONIO
      Capítulo quinto: AMOR QUE SE VUELVE FECUNDO
Capítulo sexto: ALGUNAS PERSPECTIVAS PASTORALES
      Capítulo séptimo: FORTALECER LA EDUCACIÓN DE LOS HIJOS
      Capítulo noveno: ESPIRITUALIDAD MATRIMONIAL Y FAMILIAR

El amor se extiende a todos
La fidelidad y donación mutua de los cónyuges requiere estimular el crecimiento, consolidar y profundizar el amor conyugal, perfeccionado por la gracia del sacramento del matrimonio.
El ágape es el don de sí mismo (amor cristiano), lo cual supone madurez y el ser sostenido por la gracia divina.
El himno al amor (caridad) de 1Co 13 recoge las características del ágape cotidiano: «Esto se vive y se cultiva en medio de la vida que comparten todos los días los esposos, entre sí y con sus hijos. Por eso es valioso detenerse a precisar el sentido de las expresiones de este texto, para intentar una aplicación a la existencia concreta de cada familia» (AL 90).

Claves de lectura: Monseñor Paglia
La vida de las familias debe ser para la Iglesia la “fuente de la vitalidad de la fe portadora del amor de Dios a los hombres”.
El texto de 1Co 13 “muestra el horizonte dónde la altura y la concreción llevan al amor… a la suprema fuente del ágape de Dios; una clave que va mucho más allá de lo místico y romántico… El amor… aparece lleno de concreción y dialéctica, de belleza y sacrificio, de vulnerabilidad y de tenacidad”.
Lo central de la fe tiene una impronta pastoral: “El Evangelio de Jesús es el anuncio pascual del amor de Dios que nos llama a seguirlo. Este es el corazón de la verdad de la fe.”
El documento se detiene en la preparación y acompañamiento de los nuevos matrimonios para evitar fracasos pastorales.
Se trata del desafío de una eclesiología de la familia: “La Iglesia, por lo tanto, no podrá realizar la tarea que le ha sido asignada por Dios para con la familia si no incluye a las familias en esta misma tarea, según el estilo de Dios. Y por consiguiente, sin asumir ella misma los rasgos de una comunión familiar”
Es un camino que acompaña, discierne e integra: “todo el texto marca un nuevo eje de la vida pastoral de la Iglesia que el Papa inscribe en el horizonte de la misericordia, en el surco de la Evangelii Gaudium: una iglesia dedicada a acompañar y a integrar a todos, sin excepción”.
“Las palabras claves confiadas a los Obispos son simples y directas: acompañar, discernir, integrar en la comunidad cristianaEl camino solicitado ha de interpretar la doctrina de la Iglesia, discernir las conciencias, honrar el principio moral, proteger la comunión.

El Texto: 1Co 13,4-7
«El amor es paciente, es servicial; el amor no tiene envidia, no hace alarde, no es arrogante, no obra con dureza, no busca su propio interés, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Todo lo disculpa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta»

Paciencia
El amor es paciente: «Se muestra cuando la persona no se deja llevar por los impulsos y evita agredir…
La paciencia de Dios es ejercicio de la misericordia con el pecador y manifiesta el verdadero poder.
El problema es cuando exigimos que las relaciones sean celestiales o que las personas sean perfectas, o cuando nos colocamos en el centro y esperamos que sólo se cumpla la propia voluntad
El amor tiene siempre un sentido de profunda compasión que lleva a aceptar al otro como parte de este mundo, también cuando actúa de un modo diferente a lo que yo desearía» (AL 91-92)

Espíritu de servicio
Es servicial: «Sigue la palabra jrestéuetai, que es única en toda la Biblia, derivada de jrestós (persona buena, que muestra su bondad en sus obras)… el amor beneficia y promueve a los demás. Por eso se traduce como «servicial».
Es hacer el bien… puede mostrar toda su fecundidad, y nos permite experimentar la felicidad de dar, la nobleza y la grandeza de donarse sobreabundantemente, sin medir, sin reclamar pagos, por el solo gusto de dar y de servir» (AL 93-94).

Sanando la envidia
El amor no envidia: «…en el amor no hay lugar para sentir malestar por el bien de otro… El verdadero amor valora los logros ajenos, no los siente como una amenaza, y se libera del sabor amargo de la envidia. Acepta que cada uno tiene dones diferentes y distintos caminos en la vida. Entonces, procura descubrir su propio camino para ser feliz, dejando que los demás encuentren el suyo…» (AL 95).
«El amor nos lleva a una sentida valoración de cada ser humano, reconociendo su derecho a la felicidad. Amo a esa persona, la miro con la mirada de Dios Padre, que nos regala todo «para que lo disfrutemos» (1 Tm 6,17), y entonces acepto en mi interior que pueda disfrutar de un buen momento» (AL 96).

Sin hacer alarde ni agrandarse
El amor no se vanagloría: «Sigue el término perpereuotai, que indica la vanagloria, el ansia de mostrarse como superior para impresionar a otros con una actitud pedante y algo agresiva. Quien ama, no sólo evita hablar demasiado de sí mismo, sino que además, porque está centrado en los demás, sabe ubicarse en su lugar sin pretender ser el centro… no se «agranda» ante los demás, e indica algo más sutil… lo que nos hace grandes es el amor que comprende, cuida, protege al débil. En otro versículo también lo aplica para criticar a los que se «agrandan» (AL 97).
«Es importante que los cristianos vivan esto en su modo de tratar a los familiares poco formados en la fe, frágiles o menos firmes en sus convicciones…
La actitud de humildad aparece aquí como algo que es parte del amor, porque para poder comprender, disculpar o servir a los demás de corazón, es indispensable sanar el orgullo y cultivar la humildad» (AL 98).

Amabilidad
No es áspero: «Quiere indicar que el amor no obra con rudeza, no actúa de modo descortés, no es duro en el trato. Sus modos, sus palabras, sus gestos, son agradables y no ásperos ni rígidos. Detesta hacer sufrir a los demás…El amor, cuando es más íntimo y profundo, tanto más exige el respeto de la libertad y la capacidad de esperar que el otro abra la puerta de su corazón»…
El amor amable genera vínculos, cultiva lazos, crea nuevas redes de integración, construye una trama social firme. Así se protege a sí mismo, ya que sin sentido de pertenencia no se puede sostener una entrega por los demás, cada uno termina buscando sólo su conveniencia y la convivencia se torna imposible… El que ama es capaz de decir palabras de aliento, que reconfortan, que fortalecen, que consuelan, que estimulan» (AL 99-100)

Desprendimiento
No busca el propio interés: «…hay que evitar darle prioridad al amor a sí mismo como si fuera más noble que el don de sí a los demás…
el amor puede ir más allá de la justicia y desbordarse gratis, «sin esperar nada a cambio» (Lc 6,35), hasta llegar al amor más grande, que es «dar la vida» por los demás (Jn 15,13). ¿Todavía es posible este desprendimiento que permite dar gratis y dar hasta el fin?» (AL 101-102)

Sin violencia interior
No ser irrita: «ahora aparece otra palabra —paroxýnetai—, que se refiere a una reacción interior de indignación provocada por algo externo. Se trata de una violencia interna, de una irritación no manifiesta que nos coloca a la defensiva ante los otros, como si fueran enemigos molestos que hay que evitar… La indignación es sana cuando nos lleva a reaccionar ante una grave injusticia, pero es dañina cuando tiende a impregnar todas nuestras actitudes ante los otros» (AL 103).
«Una cosa es sentir la fuerza de la agresividad que brota y otra es consentirla, dejar que se convierta en una actitud permanente… nunca hay que terminar el día sin hacer las paces en la familia… Sólo un pequeño gesto, algo pequeño, y vuelve la armonía familiar. Basta una caricia, sin palabras. Pero nunca terminar el día en familia sin hacer las paces»… bendecir en el corazón, desear el bien del otro, pedir a Dios que lo libere y lo sane» (AL 104).

Perdón
No lleva cuentas del mal: «…el perdón, un perdón que se fundamenta en una actitud positiva, que intenta comprender la debilidad ajena y trata de buscarle excusas a la otra persona… la tendencia suele ser la de buscar más y más culpas, la de imaginar más y más maldad, la de suponer todo tipo de malas intenciones, y así el rencor va creciendo y se arraiga. De ese modo, cualquier error o caída del cónyuge puede dañar el vínculo amoroso y la estabilidad familiar. El problema es que a veces se le da a todo la misma gravedad, con el riesgo de volverse crueles ante cualquier error ajeno» (AL 105).
«Cuando hemos sido ofendidos o desilusionados, el perdón es posible y deseable, pero nadie dice que sea fácil. La verdad es que «la comunión familiar puede ser conservada y perfeccionada sólo con un gran espíritu de sacrificio. Exige, en efecto, una pronta y generosa disponibilidad de todos y cada uno a la comprensión, a la tolerancia, al perdón, a la reconciliación» (AL 106).
«Tantas veces nuestros errores, o la mirada crítica de las personas que amamos, nos han llevado a perder el cariño hacia nosotros mismos. Eso hace que terminemos guardándonos de los otros, escapando del afecto, llenándonos de temores en las relaciones interpersonales…
esto supone la experiencia de ser perdonados por Dios, justificados gratuitamente y no por nuestros méritos. Fuimos alcanzados por un amor previo a toda obra nuestra, que siempre da una nueva oportunidad, promueve y estimula. Si aceptamos que el amor de Dios es incondicional, que el cariño del Padre no se debe comprar ni pagar, entonces podremos amar más allá de todo, perdonar a los demás aun cuando hayan sido injustos con nosotros» (AL 107-108)

Alegrarse con los demás
No se alegra de lo injusto sino que goza con la verdad: «se alegra con el bien del otro, cuando se reconoce su dignidad, cuando se valoran sus capacidades y sus buenas obras
Cuando una persona que ama puede hacer un bien a otro, o cuando ve que al otro le va bien en la vida, lo vive con alegría, y de ese modo da gloria a Dios
La familia debe ser siempre el lugar donde alguien, que logra algo bueno en la vida, sabe que allí lo van a celebrar con él»

Todo lo disculpa
Todo lo disculpa: «Disculpa todo, cree todo, espera todo, soporta todo. De este modo, se remarca con fuerza el dinamismo contracultural del amor, capaz de hacerle frente a cualquier cosa que pueda amenazarlo.
este término tiene que ver con el uso de la lengua; puede significar «guardar silencio» sobre lo malo que puede haber en otra persona. Implica limitar el juicio, contener la inclinación a lanzar una condena dura e implacable.
Detenerse a dañar la imagen del otro es un modo de reforzar la propia, de descargar los rencores y envidias sin importar el daño que causemos».
«el amor cuida la imagen de los demás, con una delicadeza que lleva a preservar incluso la buena fama de los enemigos.
Los esposos que se aman y se pertenecen, hablan bien el uno del otro, intentan mostrar el lado bueno del cónyuge más allá de sus debilidades y errores. En todo caso, guardan silencio para no dañar su imagen. Pero no es sólo un gesto externo, sino que brota de una actitud interna.
Me ama como es y como puede, con sus límites, pero que su amor sea imperfecto no significa que sea falso o que no sea real. Es real, pero limitado y terreno.
El amor convive con la imperfección, la disculpa, y sabe guardar silencio ante los límites del ser amado»

Confía
Todo lo cree: «Esa confianza básica reconoce la luz encendida por Dios, que se esconde detrás de la oscuridad, o la brasa que todavía arde debajo de las cenizas.
El amor confía, deja en libertad, renuncia a controlarlo todo, a poseer, a dominar. Esa libertad, que hace posible espacios de autonomía, apertura al mundo y nuevas experiencias, permite que la relación se enriquezca y no se convierta en un círculo cerrado sin horizontes.
hace posible la sinceridad y la transparencia, porque cuando uno sabe que los demás confían en él y valoran la bondad básica de su ser, entonces sí se muestra tal cual es, sin ocultamientos.
una familia donde reina una básica y cariñosa confianza, y donde siempre se vuelve a confiar a pesar de todo, permite que brote la verdadera identidad de sus miembros, y hace que espontáneamente se rechacen el engaño, la falsedad o la mentira.»

Espera
Todo lo espera: «no desespera del futuro. Conectado con la palabra anterior, indica la espera de quien sabe que el otro puede cambiar. Siempre espera que sea posible una maduración, un sorpresivo brote de belleza, que las potencialidades más ocultas de su ser germinen algún día.
Aquí se hace presente la esperanza en todo su sentido, porque incluye la certeza de una vida más allá de la muerte. Esa persona, con todas sus debilidades, está llamada a la plenitud del cielo»

Soporta todo
Todo lo soporta: «significa que sobrelleva con espíritu positivo todas las contrariedades. Es mantenerse firme en medio de un ambiente hostil. No consiste sólo en tolerar algunas cosas molestas, sino en algo más amplio: una resistencia dinámica y constante, capaz de superar cualquier desafío. Es amor a pesar de todo, aun cuando todo el contexto invite a otra cosa. Manifiesta una cuota de heroísmo tozudo, de potencia en contra de toda corriente negativa, una opción por el bien que nada puede derribar.
No importa lo que haga, ves la imagen de Dios allí. Hay un elemento de bondad del que nunca puedes deshacerte [...] Otra manera para amar a tu enemigo es esta: cuando se presenta la oportunidad para que derrotes a tu enemigo, ese es el momento en que debes decidir no hacerlo»
«alguien debe tener un poco de sentido, y esa es la persona fuerte. La persona fuerte es la persona que puede romper la cadena del odio, la cadena del mal [...] Alguien debe tener suficiente religión y moral para cortarla e inyectar dentro de la propia estructura del universo ese elemento fuerte y poderoso del amor.
El amor no se deja dominar por el rencor, el desprecio hacia las personas, el deseo de lastimar o de cobrarse algo. El ideal cristiano, y de modo particular en la familia, es amor a pesar de todo.»

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (C)

PRIMER DOMINGO CUARESMA (B)

DOMINGO XXX T O (A)