CUARTO DOMINGO ADVIENTO (A)




MONICION AMBIENTAL
Este cuarto domingo de Adviento tiene como centro a la Virgen María. Ella es la virgen vaticinada por el profeta Isaías que da a luz al Hijo del Padre por obra del Espíritu Santo. Jesucristo, evangelio para todos los pueblos, descendiente de David y verdadero Dios, por quien tenemos acceso a la salvación.      
ORACION COLECTA
Derrama, Señor, tu gracia sobre nosotros, que por el anuncio del ángel hemos conocido la encarnación de tu Hijo, para que lleguemos por su pasión y su cruz a la gloria de la resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
M. El profeta Isaías recoge la profecía de la virgen que da a luz, cuya realización plena acontece en el misterio de la Encarnación.
Lectura del libro de Isaías 7,10-14
En aquellos días, el Señor habló a Acaz:
―«Pide una señal al Señor, tu Dios: en lo hondo del abismo o en lo alto del cielo.»
Respondió Acaz:
―«No la pido, no quiero tentar al Señor.»
Entonces dijo Dios:
―« Escucha, casa de David: ¿No os basta cansar a los hombres, que cansáis incluso a mi Dios? Pues el Señor, por su cuenta, os dará una señal:
Mirad: la virgen está encinta y da a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.»
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal 23, 1-2. 3-4ab. 5-6(R.:cf. 7c y 10b)
M. El salmo 23 nos describe al creyente que le agrada al Señor y que recibe sus bendiciones, digamos juntos: R/. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
Del Señor es la tierra y cuanto la llena, el orbe y todos sus habitantes: él la fundó sobre los mares, él la afianzo sobre los ríos. R/. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
¿Quién puede subir al monte del Señor?
¿Quién puede estar en el recinto sacro?
El hombre de manos inocentes y puro corazón, que no confía en los ídolos. R/ Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria.
Ese recibirá la bendición del Señor, le hará justicia el Dios de salvación. Este es el grupo que busca al Señor, que viene a tu presencia, Dios de Jacob. R/. Va a entrar el Señor, él es el Rey de la gloria

SEGUNDA LECTURA
M. San Pablo afirma que Jesucristo es el Evangelio que anuncia a todos los hombres como don y misión recibida del mismo Señor.
Lectura de la carta del apóstol San Pablo a los Romanos 1,1-7
Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el Evangelio de Dios.

Este Evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según la carne, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo, nuestro Señor.

Por el hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.

A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

M. San Mateo relata el misterio de la concepción virginal de Jesucristo por obra del Espíritu Santo en el seno de María, desposada con José, descendiente de David.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya Mt 1,23.
Mirad: la virgen concebirá y da a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, Dios-con-nosotros.

EVANGELIO
† Lectura del santo evangelio según san Mateo 1,18-24
El nacimiento de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resulto que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, que era justo y no quería denunciarla, decidió repudiarla en secreto. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no tengas reparo en llevarte a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo.
Dará a luz un hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque el salvará a su pueblo de los pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliese lo que había dicho el Señor por el Profeta:
«Mirad: la virgen concebirá y da a luz un hijo y le pondrá por nombre Emmanuel, que significa “Dios-con-nosotros”.»
Cuando José se despertó, hizo lo que había mandado el ángel del Señor y se llevó a casa a su mujer.
Palabra del Señor.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 496-507, 495: la maternidad virginal de María
CEC 437, 456, 484-486, 721-726: María, madre de Dios por obra del Espíritu Santo
CEC 1846: Jesús viene revelado como Salvador a José
CEC 445, 648, 695: Cristo, el Hijo de Dios en su Resurrección
CEC 143-149, 494, 2087: “la obediencia de la fe”

721 María, la Santísima Madre de Dios, la siempre Virgen, es la obra maestra de la Misión del Hijo y del Espíritu Santo en la Plenitud de los tiempos. Por primera vez en el designio de Salvación y porque su Espíritu la ha preparado, el Padre encuentra la Morada en donde su Hijo y su Espíritu pueden habitar entre los hombres. Por ello, los más bellos textos sobre la sabiduría, la tradición de la Iglesia los ha entendido frecuentemente con relación a María (cf.  Pr  PR 8, 1-9, 6; SI 24): María es cantada y representada en la Liturgia como el trono de la "Sabiduría".
En ella comienzan a manifestarse las "maravillas de Dios", que el Espíritu va a realizar en Cristo y en la Iglesia:

722 El Espíritu Santo preparó a María con su gracia . Convenía que fuese "llena de gracia" la madre de Aquél en quien "reside toda la Plenitud de la Divinidad corporalmente" (COL 2,9). Ella fue concebida sin pecado, por pura gracia, como la más humilde de todas las criaturas, la más capaz de acoger el don inefable del Omnipotente. Con justa razón, el ángel Gabriel la saluda como la "Hija de Sión": "Alégrate" (cf.  So  SO 3,14 ZA 2,14). Cuando ella lleva en sí al Hijo eterno, es la acción de gracias de todo el Pueblo de Dios, y por tanto de la Iglesia, esa acción de gracias que ella eleva en su cántico al Padre en el Espíritu Santo (cf. Lc 1,46-55).

723 En María el Espíritu Santo realiza el designio benevolente del Padre. La Virgen concibe y da a luz al Hijo de Dios por obra del Espíritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del poder del Espíritu y de la fe (cf. Lc 1,26-38 RM 4,18-21 GA 4,26-28).

724 En María, el Espíritu Santo manifiesta al Hijo del Padre hecho Hijo de la Virgen. Ella es la zarza ardiente de la teofanía definitiva: llena del Espíritu Santo, presenta al Verbo en la humildad de su carne dándolo a conocer a los pobres (cf. Lc 2,15-19) y a las primicias de las naciones (cf. Mt 2,11).

725 En fin, por medio de María, el Espíritu Santo comienza a poner en Comunión con Cristo a los hombres "objeto del amor benevolente de Dios" (cf. Lc 2,14), y los humildes son siempre los primeros en recibirle: los pastores, los magos, Simeón y Ana, los esposos de Caná y los primeros discípulos.

726 Al término de esta Misión del Espíritu, María se convierte en la "Mujer", nueva Eva "madre de los vivientes", Madre del "Cristo total" (cf. Jn 19,25-27). Así es como ella está presente con los Doce, que "perseveraban en la oración, con un mismo espíritu" (AC 1,14), en el amanecer de los "últimos tiempos" que el Espíritu va a inaugurar en la mañana de Pentecostés con la manifestación de la Iglesia.

HERMENÉUTICA DE LA FE
Jesucristo fue concebido en su naturaleza humana por obra del Espíritu Santo, en el seno virginal de María, cuyo cuerpo sagrado no quedó menoscabado sino enaltecido de un modo extraordinario. La condición virginal de María indica no solamente su juventud sino también su santidad incomparable y el haber sido preservada por Dios de toda mancha de pecado. El adverbio “donec” o “usque”, “hasta que” indica una acción indefinida, el propósito de permanecer virgen aún cuando vivió como verdadera esposa de san José. Se trata de una virgen desposada y no simplemente una virgen que concibe, porque en virtud de la genealogía de san José se conoce el origen de María, se evita la lapidación dada a las adúlteras y se cuenta con el consuelo del esposo al huir a Egipto (cfr. San Jerónimo).

El Espíritu Santo actúa en el misterio de la Encarnación, pero también se palpa en la vida de san José, varón justo, es decir, virtuoso, por quien gracias al don de si mismo tenemos acceso a ese gran misterio y la misma sagrada Familia se coloca en el centro mismo del gran misterio revelado en la Persona de Jesucristo. El Espíritu Santo aparecerá en toda la vida pública de Jesús, en su misterio pascual, en la comunicación del Espíritu a sus discípulos hasta guiarlos a la verdad plena, y especialmente en el impulso misionero de toda la Iglesia. Gracias a la acción del Espíritu Santo el mismo Jesucristo obra sacramentalmente y se hace presente en la Iglesia, particularmente desde la centralidad de la eucaristía (SC 12).

La paternidad putativa de san José queda evidenciada cuando se le revela el nombre del Hijo unigénito de Dios Padre: Jesús, un nombre rico en bienes para toda la humanidad. El ángel le manda a José ponerle ese nombre. De este modo Jesús queda vinculado a la tribu de David, cumpliéndose la profecía sobre el vástago de Jesé. El nombre de Emmanuel indica la costumbre bíblica de conferir nombre a los acontecimientos que se verifican: Dios habita en medio de los hombres.

Vemos la heroicidad del don de sí en la sagrada Familia desde el comienzo de su misión, como cierra el pasaje de este evangelio al afirmar que José obedeció al ángel y tomó a María su esposa, guardando una perfecta castidad, propia del verdadero amor hacia la mujer por excelencia. Gracias a san José esta comunión de vida y amor de la sagrada Familia y el misterio de la Encarnación se inscriben en el amor esponsal del hombre y de la mujer, e indirectamente de cada familia humana (cfr. Carta a las Familias 20).

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