EL PROBLEMA CULTURAL ACTUAL; IMPORTANCIA DE LA AFECTIVAD; ESTRUCTURA DIOCESANA Y VICARIAL DE LA PF
PLANTEAMIENTO
- El problema actual: una reducción antropológica del matrimonio y la familia.
ESTAMOS
ANTE DOS TIPOS DE ANTROPOLOGÍA
Antropología de inspiración cristiana
|
Antropología racionalista en boga
|
•
El
cuerpo expresa a la persona (valoración).
•
Sexualidad
vinculada al amor (a la persona): la persona en relación a nivel corporal,
psicológico y espiritual (castidad).
•
Amor
sólido; don de sí mismo; se funda en Dios.
•
Permite
vernos y querernos como imagen de Dios.
|
•
El
cuerpo es la persona (desvalorización).
•
Sexualidad
sin amor: pura genitalidad sin vínculo con la entrega de sí mismo; sin
conexión con la persona (irresponsabilidad).
•
Amor
líquido, egoísta y sentimental; amor herido.
•
Sin
referencia a Dios (secularización).
|
CONFERENCIA “El Sínodo de la familia en el
contexto de la cultura actual” del p. Fernando García.
Características de la
cultura actual ( pansexualista)
•
La sexualidad se ha separado del amor.
–
Estamos ante un amor líquido
(sensación; sentimiento) frágil y débil para adquirir vínculos afectivos
permanentes.
•
La sexualidad como objeto de consumo.
–
La reducción de la persona a un
objeto.
•
El permisivismo moral: esta reducción
de la sexualidad es normal para la gente.
–
Tendemos a ver todo desde la
subjetividad herida.
Raíces de la cultura
actual
• Secularización (mundanización) del matrimonio.
– Martín Lutero (s. XVI) niega la sacramentalidad del matrimonio,
reduciéndose a un contrato; la sexualidad se reduce al matrimonio
(privatización).
• La represión como conducta de la moral puritana.
– Calvinismo (puritanismo); Jansenismo; romanticismo (amor es sentimiento).
• Liberación sexual.
– Freud (hay que liberar la líbido porque es buena); ideología del género
(mayo 1968: «Cada uno puede construir su propia identidad sexual»); liberación
de la mujer (maternidad-paternidad son una esclavitud).
DOCUMENTO FINAL DEL SÍNODO 2015: Lo novedoso del ámbito
afectivo.
Capítulo IV
Familia, afectividad y vida
Familia, afectividad y vida
30. «Quien quiere dar
amor, debe a su vez recibirlo como don. Es cierto – como nos dice el Señor –
que el hombre puede convertirse en fuente de la que manan ríos de agua viva
(cf. Jn 7, 37-38). No obstante, para llegar a ser una fuente así, él
mismo ha de beber siempre de nuevo de la primera y originaria fuente que es
Jesucristo, de cuyo corazón traspasado brota el amor de Dios (cf. Jn 19,
34)» (DCE, 7). La necesidad de cuidar la propia persona, de conocerse
interiormente, de vivir mejor en sintonía con las propias emociones y los
propios sentimientos, de buscar relaciones afectivas de calidad, debe abrirse
al don del amor y al deseo de construir relaciones de reciprocidad creativas,
que generen responsabilidad y solidaridad, como las relaciones familiares. El
desafío para la Iglesia es ayudar a los esposos a una maduración de la
dimensión emocional y al desarrollo afectivo promoviendo el diálogo, la virtud
y la confianza en el amor misericordioso de Dios. El pleno compromiso de
dedicación que se requiere en el matrimonio cristiano es un fuerte antídoto a
la tentación de un individualismo egoísta.
31. El estilo de las
relaciones familiares incide principalmente en la formación afectiva de las
generaciones jóvenes. La velocidad con la que tienen lugar los cambios de la
sociedad contemporánea hace más difícil acompañar la formación de la
afectividad de la persona para su maduración. Este hecho exige también una
acción pastoral adecuada, con un conocimiento en profundidad de la Escritura y
de la doctrina católica, y dotada de los instrumentos educativos apropiados. Un
oportuno conocimiento de la psicología de la familia será una ayuda para
transmitir la visión cristiana de modo eficaz: este esfuerzo educativo se debe
comenzar ya con la catequesis de la iniciación cristiana. Esta formación se
encargará de hacer apreciable la virtud de la castidad, entendida como
integración de los afectos, que favorece la entrega.
32. En el mundo actual
no faltan tendencias culturales que buscan imponer una sexualidad sin límites,
de la que se quieren explorar todos los aspectos, incluso los más complejos.
La cuestión de la fragilidad afectiva es de gran actualidad: una
afectividad narcisista, inestable y cambiante no ayuda a la persona a alcanzar
una mayor madurez. Deben ser denunciados con firmeza: la gran difusión
de la pornografía y de la comercialización del cuerpo, favorecida también por
un uso desequilibrado de Internet; la práctica obligada a la prostitución y su
explotación. En este contexto, a menudo los esposos se sienten inseguros,
indecisos y les cuesta encontrar los modos para crecer. Son numerosos los que
suelen quedarse en los estadios primarios de la vida emocional y sexual. La
crisis de la pareja desestabiliza la familia y a través de las separaciones y
los divorcios puede llegar a tener serias consecuencias para los adultos, los
hijos y la sociedad, debilitando al individuo y las relaciones sociales. El
descenso demográfico, debido a una mentalidad antinatalista y promovido por las
políticas mundiales de “salud reproductiva”, amenaza la continuidad
generacional. Esto lleva a un empobrecimiento económico y a una pérdida
generalizada de esperanza.
33. La revolución
biotecnológica en el campo de la procreación humana ha introducido la
posibilidad de manipular el acto generativo, convirtiéndolo en independiente de
la relación sexual entre hombre y mujer. De este modo, la vida humana así como
la paternidad y la maternidad se han convertido en realidades componibles y
descomponibles, sujetas principalmente a los deseos de los individuos o de las
parejas, no necesariamente heterosexuales o casadas. En los últimos tiempos
este fenómeno se ha presentado como una novedad absoluta en el escenario de la
humanidad, y está adquiriendo una difusión cada vez mayor. Todo esto tiene
profundas repercusiones en la dinámica de las relaciones, en la estructura de
la vida social y en los ordenamientos jurídicos, que intervienen para tratar de
regular prácticas que ya están en curso y situaciones diferenciadas. En este
contexto la Iglesia siente la necesidad de decir una palabra de verdad y de
esperanza. Es preciso partir de la convicción de que el hombre viene de Dios y
vive constantemente en su presencia: «La vida humana es sagrada porque desde su
inicio comporta “la acción creadora de Dios” y permanece siempre en una
especial relación con el Creador, su único fin. Sólo Dios es Señor de la vida
desde su comienzo hasta su término: nadie, en ninguna circunstancia, puede
atribuirse el derecho de matar de modo directo a un ser humano inocente»
(Congregación de la Doctrina de la Fe, Instrucción Donum vitae, 5; cf. Juan Pablo
II, Evangelium vitae, 53).
34. Una reflexión capaz
de volver a proponer las grandes preguntas acerca del significado del ser
hombres, encuentra un terreno fértil en las expectativas más profundas de la
humanidad. Los grandes valores del matrimonio y de la familia cristiana corresponden
a la búsqueda que impregna la existencia humana también en este tiempo marcado
por el individualismo y el hedonismo. Hay que acoger a las personas con
comprensión y sensibilidad en su existencia concreta, y saber sostener su
búsqueda de sentido. La fe alienta el deseo de Dios y la voluntad de sentirse
plenamente parte de la Iglesia, incluso en quien ha experimentado el fracaso o
se encuentra en las situaciones más difíciles. El mensaje cristiano siempre
lleva en sí mismo la realidad y la dinámica de la misericordia y de la verdad,
que en Cristo convergen: «La primera verdad de la Iglesia es el amor de Cristo.
De este amor, que llega hasta el perdón y al don de sí, la Iglesia se hace
sierva y mediadora ante los hombres. Por tanto, donde la Iglesia esté presente,
allí debe ser evidente la misericordia del Padre» (MV, 12). En la
formación a la vida conyugal y familiar, el cuidado pastoral deberá tener en
cuenta la pluralidad de las situaciones concretas. Si bien por una parte, es
preciso promover iniciativas que garanticen la formación de los jóvenes al
matrimonio, por otra, es preciso acompañar a quienes viven solos o sin formar
un nuevo núcleo familiar, permaneciendo vinculados con frecuencia a la familia
de origen. También los esposos que no pueden tener hijos deben ser objeto de
una atención pastoral particular de parte de la Iglesia, que los ayude a
descubrir el designio de Dios sobre su situación, al servicio de toda la
comunidad. Todos necesitan de una mirada de comprensión, considerando que las situaciones
de alejamiento de la vida eclesial no siempre son queridas, con frecuencia son
inducidas y a veces incluso sufridas. Desde la óptica de la fe no hay
excluidos: todas las personas son amadas por Dios y están al centro de la
acción pastoral de la Iglesia.
LA FORMACIÓN DE LA
VOLUNTAD
(“Proyecto Familia”)
El Sínodo al hablarnos de “la formación a la
entrega”, nos presenta la educación para el amor verdadero, el amor sólido, el
amor cristiano. Esta educación tiene como substrato la formación de la voluntad.
“La formación de la
voluntad es el pilar fundamental de la educación de los hijos. Con ella el
hombre define su vida, se autorrealiza, se autoposee y se autodetermina para el
amor”.
“La voluntad debe educarse siguiendo dos
sentidos en especial:
1. El
querer con efectividad, es decir, el que el impulso de la voluntad no se quede
en un simple "yo quisiera" sin que se convierta en una acción real y
continua.
2. El
querer aquello que es realmente nuestro bien, es decir, que nos esforcemos por
conseguir lo que es provechoso y rechacemos lo que es malo. Disposición de buen ejemplo. Lo que la inteligencia iluminada por la fe
dicta. Su puente es el amor.”
Los
aspectos de la voluntad que se deben formar:
1. “La formación de hábitos. Ofrece
más dificultades cuando los niños son pequeños y actúan más por instinto que
por razón…
2. Los estímulos. Juegan un papel muy importante en el
fortalecimiento de la voluntad…
3. El ejemplo y testimonio
de los padres…
4. El dominio de los instintos. Es un punto muy importante en la formación y ejercicio de la
voluntad. Los hijos deben entender que
aquel que es dominado por los instintos se envilece, se reduce al nivel del
animal.
a) La vista.
Educar al joven para que controle sus miradas, para que evite ver
programas de TV indignos e irrespetuosos que atentan contra el pudor, la moral,
y la vida humana. Decir un NO terminante
a la pornografía.
b) El tacto.
Educar a los niños y jóvenes a evitar la costumbre de "dar al
cuerpo lo que pida”…
c) El gusto. Se come por necesidad, no por gusto. Se come por la boca, no por los ojos…
5. El dominio y encauzamiento de los sentimientos. Es
otro punto muy importante en esta labor, donde debemos enseñar a que el tímido
se exprese, el impetuoso se frene, el eufórico se modere, el pesimista se
sensibilice. El dominio se enseña
dominándose (sin gritos, violencia, llanto etc.).
a) Querer
y buscar siempre el bien…
b) Formar
en la voluntad implica formar en la renuncia.
Querer un bien supone renunciar a otro.
Renunciar al capricho por el deber. Renunciar a mis propios planes por
los de la familia. Renunciar al
cansancio y al pesimismo por la exigencia y el ejemplo. Renunciar a las comodidades por la
austeridad. Renunciar a lo que
obstaculiza la razón.
c) Ser
firme y no retractarse fácilmente de los acuerdos tomados…
d) Poner
atención a los detalles, aunque parezcan insignificantes (dejar el cepillo del
pelo en su lugar, apagar la luz al salir de la habitación, cerrar la llave de
agua cuando no la estemos usando, poner la ropa sucia en el cesto, un lugar
para cada cosa y cada cosa en su lugar).
e) Obrar
con un método en lugar de improvisar. Cuidar el orden y la puntualidad. Llevar una agenda y ver cómo rinde el tiempo. Ser cumplido con nuestros compromisos”.
ESTRUCTURA
DIOCESANA Y VICARIAL DE LA PF
Comisión Diocesana
Comisión Vicarial
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