VIGESIMO PRIMER DOMINGO (B)
MONICIÓN
AMBIENTAL
La liturgia de la Palabra de este domingo nos
invita a adherirnos por la fe al Dios de la Vida, que nos ha dado a su Hijo
Jesucristo como alimento de inmortalidad, de eternidad. Esto requiere tomar la
opción de vivir totalmente centrados en Jesucristo a través de la comunión con
él y de la prolongación de su misión redentora, según nuestra vocación.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que unes los corazones de tus fieles
en un mismo deseo, inspira a tu pueblo el amor a tus preceptos y la esperanza
en tus promesas, para que, en medio de las vicisitudes del mundo, nuestros
corazones estén firmes en la verdadera alegría.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M.
El libro de Josué recoge el momento cuando él, su familia y el pueblo deciden
servir al Señor y no a los dioses paganos.
Lectura
del libro de Josué 24, 1-2a. 15-17. 18b
En
aquellos días, Josué reunió a las tribus de Israel en Siquén. Convocó a los
ancianos de Israel, a los cabezas de familia, jueces y alguaciles, y se
presentaron ante el Señor. Josué habló al pueblo: —«Si no os parece bien
servir al Señor, escoged hoy a quién queréis servir: a los dioses que sirvieron
vuestros antepasados al este del Éufrates o a los dioses de los amorreos en
cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor.» El pueblo
respondió: —«¡Lejos de nosotros abandonar al Señor para servir a dioses
extranjeros! El Señor es nuestro Dios; él nos sacó a nosotros y a nuestros
padres de la esclavitud de Egipto; él hizo a nuestra vista grandes signos, nos
protegió en el camino que recorrimos y entre todos los pueblos por donde
cruzamos. También nosotros serviremos al Señor: ¡es nuestro Dios!»
Palabra
de Dios.
Salmo responsorial
Sal 33, 2-3. 16-17. 18-19. 20-21. 22-23 (R/.: 9a)
M. El Salmo nos invita a saborear la
bondad del Señor con un corazón humilde, digamos con fe R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.
Bendigo al Señor en todo momento, su
alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los
humildes lo escuchen y se alegren.
R/. Gustad
y ved qué bueno es el Señor.
Los ojos del Señor miran a los justos,
sus oídos escuchan sus gritos; pero el Señor se enfrenta con los malhechores,
para borrar de la tierra su memoria.
R/. Gustad
y ved qué bueno es el Señor.
Cuando uno grita, el Señor lo escucha y
lo libra de sus angustias; el Señor está cerca de los atribulados, salva a los
abatidos.
R/. Gustad
y ved qué bueno es el Señor.
Aunque el justo sufra muchos males,
de todos lo libra el Señor; él cuida de todos sus huesos, y ni uno
solo se quebrará.
R/. Gustad
y ved qué bueno es el Señor.
La maldad da muerte al malvado, y los
que odian al justo serán castigados. El Señor redime a sus siervos, no será
castigado quien se acoge a él.
R/. Gustad
y ved qué bueno es el Señor.
SEGUNDA
LECTURA
M. San Pablo nos invita a todos a
someternos mutuamente movidos por el amor. Similarmente el matrimonio está
llamado a ser signo y expresión del amor de Cristo por la Iglesia.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,21-32
Hermanos: Sed sumisos unos a otros
con respeto cristiano. Las mujeres, que se sometan a sus maridos como al
Señor; porque el marido es cabeza de la mujer, así como Cristo es cabeza de la
Iglesia; él, que es el salvador del cuerpo. Pues como la Iglesia se somete a
Cristo, así también las mujeres a sus maridos en todo. Maridos, amad a vuestras
mujeres como Cristo amó a su Iglesia. Él se entregó a el mismo por
ella, para consagrarla, purificándola con el baño del agua y la palabra, y para
colocarla ante sí gloriosa, la Iglesia, sin mancha ni arruga ni nada semejante,
sino santa e inmaculada. Así deben también los maridos amar a sus mujeres, como
cuerpos suyos que son. Amar a su mujer es amarse a sí mismo. Pues nadie jamás
ha odiado su propia carne, sino que le da alimento y calor, como Cristo hace
con la Iglesia, porque somos miembros de su cuerpo. «Por eso abandonará el
hombre a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer y serán los dos una sola
carne.» Es éste un gran misterio: y yo lo refiero a Cristo y a la
Iglesia.
Palabra de Dios.
M.
Hoy escucharemos el último pasaje del Discurso del Pan de Vida. Jesús sabía de
antemano los que creían en él, por esto les pide a los Doce una mayor adhesión
de fe. Pedro confiesa que el Señor es el único que tiene palabras de vida
eterna.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya
cf. Jn 6, 63c. 68c
Tus
palabras, Señor, son espíritu y vida; tú tienes palabras de vida eterna.
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Juan
6,60-69
En aquel tiempo, muchos discípulos de Jesús,
al oírlo, dijeron: —«Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso?»
Adivinando Jesús que sus discípulos lo criticaban, les dijo: —«¿Esto os hace
vacilar?, ¿y si vierais al Hijo del hombre subir a donde estaba antes? El
espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada. Las palabras que os he
dicho son espíritu y vida. Y con todo, algunos de vosotros no creen.» Pues
Jesús sabía desde el principio quiénes no creían y quién lo iba a
entregar. Y dijo: —«Por eso os he dicho que nadie puede venir a mí, si el Padre
no se lo concede.» Desde entonces, muchos discípulos suyos se echaron atrás y
no volvieron a ir con él. Entonces Jesús les dijo a los Doce: —«¿También
vosotros queréis marcharos?» Simón Pedro le contestó: —«Señor, ¿a quién vamos a
acudir? Tú tienes palabras de vida eterna; nosotros creemos y sabemos que tú
eres el Santo consagrado por Dios.»
Palabra del Señor.
ORACION
DE LOS FIELES
Acudamos al Dios de la Vida que se nos da en comida y
oremos con fe diciendo: Te
rogamos, óyenos.
Por la Iglesia en la andadura del tercer milenio cristiano: que
en Jesús encuentre su guía y punto de
referencia. Oremos. Te rogamos, óyenos.
Por los que han recibido de Cristo la autoridad en la Iglesia y
en el mundo: que gobiernen según su corazón. Oremos.
Te rogamos, óyenos.
Por los matrimonios: que el respeto, el amor y la unidad sean
una realidad en las parejas y que los hijos aprendan el arte de amar sin
egoísmos a ejemplo de sus padres. Oremos.
Te rogamos, óyenos.
Por los que sufren corporal o espiritualmente: que encuentren la
fuerza que necesitan en Jesucristo que asumió nuestras debilidades. Oremos. Te
rogamos, óyenos.
Por los difuntos: que, liberados del poder de la muerte, gocen
de la vida eterna. Oremos. Te rogamos, óyenos.
Por nosotros y los que confían en nuestras oraciones: que Dios
se haga presente en nuestras vidas y nos
transforme según su querer. Oremos. Te rogamos, óyenos.
Te rogamos, Señor, que escuches a tus hijos, bendigas a tu
Iglesia, y que un día nos des a todos tu vida eterna. Te lo pedimos por
Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
ORACIÓN SOBRE LAS
OFRENDAS
Por el único sacrificio de Cristo, tu
Unigénito, te has adquirido, Señor, un pueblo de hijos; concédenos propicio los
dones de la unidad y de la paz en tu Iglesia.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA DE
COMUNIÓN
Sal 103,13.14-15
La tierra se sacia de tu acción fecunda,
Señor, para sacar pan de los campos y vino que alegre el corazón del hombre.
ORACIÓN DESPUÉS
DE LA COMUNIÓN
Te pedimos, Señor, que lleves en nosotros a su
plenitud la obra salvadora de tu misericordia; condúcenos a perfección tan alta
y mantennos en ella de tal forma que en todo sepamos agradarte.
Por Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO DE LA
IGLESIA CATÓLICA
CEC
796: la Iglesia, esposa de Cristo
CEC
1061-1065: la fidelidad y el amor absoluto de Dios
CEC 1612-1617, 2360-2365: el matrimonio en
el Señor
2360 La
sexualidad está ordenada al amor conyugal del hombre y de la mujer. En el
matrimonio, la intimidad corporal de los esposos viene a ser un signo y una
garantía de comunión espiritual. Entre bautizados, los vínculos del matrimonio
están santificados por el sacramento.
2361 ‘La sexualidad,
mediante la cual el hombre y la mujer se dan el uno al otro con los actos
propios y exclusivos de los esposos, no es algo puramente biológico, sino que
afecta al núcleo íntimo de la persona humana en cuanto tal. Ella se realiza de
modo verdaderamente humano solamente cuando es parte integral del amor con el
que el hombre y la mujer se comprometen totalmente entre sí hasta la muerte’ (FC
11).
Tobías se levantó del lecho y dijo a Sara: ‘Levántate,
hermana, y oremos y pidamos a nuestro Señor que se apiade de nosotros y nos
salve’. Ella se levantó y empezaron a suplicar y a pedir el poder quedar a
salvo. Comenzó él diciendo: ‘¡Bendito seas tú, Dios de nuestros padres... tú
creaste a Adán, y para él creaste a Eva, su mujer, para sostén y ayuda, y para
que de ambos proviniera la raza de los hombres. Tú mismo dijiste: «no es bueno
que el hombre se halle solo; hagámosle una ayuda semejante a él». Yo no tomo a
ésta mi hermana con deseo impuro, mas con recta intención. Ten piedad de mí y
de ella y podamos llegar juntos a nuestra ancianidad’. Y dijeron a coro: ‘Amén,
amén’. Y se acostaron para pasar la noche (TB 8,4-9).
2362 ‘Los actos con
los que los esposos se unen íntima y castamente entre sí son honestos y dignos,
y, realizados de modo verdaderamente humano, significan y fomentan la recíproca
donación, con la que se enriquecen mutuamente con alegría y gratitud’ (GS
49,2). La sexualidad es fuente de alegría y de agrado:
El Creador... estableció que en esta función (de generación)
los esposos experimentasen un placer y una satisfacción del cuerpo y del
espíritu. Por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este placer y
gozando de él. Aceptan lo que el Creador les ha destinado. Sin embargo, los
esposos deben saber mantenerse en los límites de una justa moderación (Pío XII,
discruso 29 octubre 1951).
2363 Por la unión de
los esposos se realiza el doble fin del matrimonio: el bien de los esposos y la
transmisión de la vida. No se pueden separar estas dos significaciones o
valores del matrimonio sin alterar la vida espiritual de los cónyuges ni
comprometer los bienes del matrimonio y el porvenir de la familia.
Así, el amor conyugal del hombre y de la mujer queda situado
bajo la doble exigencia de la fidelidad y la fecundidad.
2364 El matrimonio
constituye una ‘íntima comunidad de vida y amor conyugal, fundada por el
Creador y provista de leyes propias’. Esta comunidad ‘se establece con la
alianza del matrimonio, es decir, con un consentimiento personal e irrevocable’
(GS 48,1). Los dos se dan definitiva y totalmente el uno al otro. Ya no
son dos, ahora forman una sola carne. La alianza contraída libremente por los
esposos les impone la obligación de mantenerla una e indisoluble (cf CIC
1056). ‘Lo que Dios unió, no lo separe el hombre’ (MC 10,9 cf MT
19,1-12 1CO 7,10-11).
2365 La fidelidad expresa la constancia en
el mantenimiento de la palabra dada. Dios es fiel. El sacramento del Matrimonio
hace entrar al hombre y la mujer en el misterio de la fidelidad de Cristo para
con su Iglesia. Por la castidad conyugal dan testimonio de este misterio ante
el mundo.
HERMENÉUTICA
DE LA FE
“Sus discípulos se iban. Y
cuando quedaron solos los doce, también les pregunta Cristo: «Y ustedes,
¿también se quieren ir?». Es la crisis. En esta hora de crisis aparece
precisamente porque se apartan los hombres de Cristo. Porque Cristo no predica
conforme a sus caprichos. ¡Ah, decían, nosotros esperábamos un mesías político!
¡Ah, nosotros queríamos un mesías que nos diera siempre pan del que alimenta el
estómago! Nosotros lo seguíamos por cosas físicas, materiales, pero todo esto
se ha derrumbado. «Dura es esta palabra», dice el evangelio de hoy. ¿Quién la
puede aceptar? Murmuraban, criticaban” (Mons. Oscar Romero). Lamentablemente, se
movían según la carne, no según el espíritu, “se consideran personas con
sentido común, con los pies en la tierra, por eso sacuden la cabeza y,
refunfuñando, se marchan uno detrás de otro. El número de la muchedumbre se
reduce progresivamente” (San Juan Pablo II). Jesucristo no se echa para
atrás sino que pide a los Doce una adhesión de fe más libre aún.
El discurso del Pan de vida alcanza la cumbre
del orden de lo espiritual-sobrenatural, no solamente de la razón humana,
trasciende “los límites de la existencia terrena”; las palabras del Señor “nos
hablan de vida eterna y de resurrección; miran hacia una relación misteriosa
entre Cristo y el creyente, que se configura como compenetración recíproca de
pensamiento, de sentimiento y de vida” (San Juan Pablo II).
La pregunta formulada por Jesús también nos
interpela a nosotros y nos pide nuestra adhesión de fe. “Jesús es la Palabra
eterna de salvación, pan bajado del cielo que se hace don supremo para la
salvación de toda la humanidad, don confirmado con el sacrificio de la cruz…
entramos en la intimidad del gran misterio de la fe. Subimos místicamente al
Gólgota, donde triunfa la verdad que libera y el amor que transforma el mundo.
Cristo crucificado y resucitado nos acoge hoy en su mesa y nos da nuevamente su
Espíritu” (San Juan Pablo II). Esta comunión sacramental requiere una fe cada
vez más adulta y consciente.
Jesús al dar la doctrina sobre la Eucaristía
de modo integral, “al transmitir a sus oyentes la integralidad de su mensaje
contaba con la acción iluminadora del Espíritu Santo que iba a hacer comprender
más tarde lo que no podía entenderse inmediatamente” (San Juan Pablo II). El
amor incondicional, la comunión con Jesús y con los hermanos humanamente no es
posible, “sino mediante las fuerzas provenientes del espíritu, y precisamente,
del Espíritu Santo que purifica, vivifica, corrobora y perfecciona las
fuerzas del espíritu humano” (San Juan Pablo II).
La comunión del hombre con Cristo “es la fuerza y la fuente de la fuerza…
Esta es la fuerza que transforma interiormente al hombre, como principio de una
vida nueva que no se desvanece y no pasa, sino que dura hasta la vida eterna” (RH 18). Jesús
requiere de sus Apóstoles un acto de libertad movido por la gracia, un acto
maduro de fe, “Pedro, amante de sus hermanos, conservador de la amistad,
respondió a nombre de todo el grupo” (San Juan Crisóstomo). Jesús al acoger la
confesión de fe de Pedro, reveló su realeza mesiánica como Hijo del Hombre –que
solamente después de su Resurrección será revelada por Pedro al pueblo de
Dios–; Jesús también reveló su misión redentora como Siervo de Yavé (cfr. CEC
440).
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