QUINTO DOMINGO PASCUA (A)
MONICIÓN AMBIENTAL
Este quinto domingo de
pascua escucharemos cómo Jesús sostiene la fe de sus discípulos frente al
momento de su partida. Jesucristo fortalece la vida de fe de sus discípulos abriéndolos
a la esperanza y gracias a su comunión con la Trinidad les da fortaleza y fecundidad
para que produzcan frutos de caridad. De este modo Jesús nos revela el rostro
invisible de Dios Padre.
ORACIÓN COLECTA
Señor, tú que te has
dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor
de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad
verdadera y la herencia eterna.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M. En
el libro de los Hechos de los Apóstoles se nos relata la elección de los
primeros 7 diáconos, con el fin de que los Apóstoles se dedicaran a la oración
y al ministerio de la Palabra.
Lectura del libro de los Hechos de los Apóstoles 6,1-7
En aquellos días, al
crecer el número de los discípulos, los de lengua griega se quejaron contra los
de lengua hebrea, diciendo que en el suministro diario no atendían a sus
viudas. Los Doce convocaron al grupo de los discípulos y les dijeron: “No nos
parece bien descuidar la palabra de Dios para ocuparnos de la administración. Por
tanto, hermanos, escoged a siete de vosotros, hombres de buena fama, llenos de
espíritu y de sabiduría, y los encargaremos de esta tarea: nosotros nos
dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra”. La propuesta les
pareció bien a todos y eligieron a Esteban, hombre lleno de fe y de Espíritu
Santo, a Felipe, Prócoro, Nicanor, Timón, Parmenas y Nicolás, prosélito de
Antioquía. Se los presentaron a los apóstoles y ellos les impusieron las manos
orando. La palabra de Dios iba cundiendo, y en Jerusalén crecía mucho el número
de discípulos; incluso muchos sacerdotes aceptaban la fe.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal
32,1-2.4-5.18-19 (R.: 22)
M. El salmista nos
invita a aclamar al Señor, a darle gracias, a esperar su misericordia. Digamos
con profunda fe:
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
Aclamad, justos, al
Señor,
que merece la alabanza
de los buenos.
Dad gracias al Señor con
la cítara,
tocad en su honor el
arpa de diez cuerdas.
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
Que la palabra del Señor
es sincera,
y todas sus acciones son
leales;
él ama la justicia y el
derecho,
y su misericordia llena
la tierra.
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
Los ojos del Señor están
puestos en sus fieles,
en los que esperan en su
misericordia,
para librar sus vidas de
la muerte
y reanimarlos en tiempo
de hambre.
R/. Que tu misericordia, Señor, venga sobre nosotros, como lo
esperamos de ti.
SEGUNDA LECTURA
M. San
Pedro nos hace ver que Jesucristo es la piedra desechada por los judíos pero
para los cristianos es piedra angular, convirtiéndonos en raza elegida, pueblo
sacerdotal y nación consagrada-
Lectura de la primera carta del apóstol san Pedro 2,4-9
Queridos hermanos:
Acercándoos al Señor, la
piedra viva desechada por los hombres, pero escogida y preciosa ante Dios,
también vosotros, como piedras vivas, entráis en la construcción del templo del
Espíritu, formando un sacerdocio sagrado, para ofrecer sacrificios espirituales
que Dios acepta por Jesucristo. Dice la Escritura: “Yo coloco en Sión una
piedra angular, escogida y preciosa; el que crea en ella no quedará
defraudado”. Para vosotros, los creyentes, es de gran precio, pero para los
incrédulos es la “piedra que desecharon los constructores: ésta se ha
convertido en piedra angular”, en piedra de tropezar y en roca de estrellarse.
Y ellos tropiezan al no creer en la palabra: ése es su destino. Vosotros sois
una raza elegida, un sacerdocio real, una nación consagrada, un pueblo
adquirido por Dios para proclamar las hazañas del que os llamó a salir de la
tiniebla y a entrar en su luz maravillosa.
Palabra de Dios.
M. San Juan recoge el
pasaje donde Jesús se define como el camino, la verdad y la vida. También Jesús
nos revela su igual naturaleza con Dios Padre.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya Jn 14,6
Yo soy el camino, y la verdad, y la vida
– dice el Señor -;
nadie va al Padre, sino
por mí.
EVANGELIO
† Lectura del santo evangelio según san Juan 14,1-12
En
aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: “Que no tiemble vuestro corazón;
creed en Dios y creed también en mí. En la casa de mi Padre hay muchas
estancias; si no fuera así, ¿os habría dicho que voy a prepararos sitio? Cuando
vaya y os prepare sitio, volveré y os llevaré conmigo, para que donde estoy yo,
estéis también vosotros. Y adonde yo voy, ya sabéis el camino”. Tomás le dice:
“Señor, no sabemos adónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?”. Jesús le
responde: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Nadie va al Padre, sino
por mí. Si me conocéis a mí, conoceréis también a mi Padre. Ahora ya lo
conocéis y lo habéis visto”. Felipe le dice: “Señor, muéstranos al Padre y nos
basta”. Jesús le replica: “Hace tanto que estoy con vosotros, ¿y no me conoces,
Felipe? Quien me ha visto a mí ha visto al Padre. ¿Cómo dices tú: “Muéstranos
al Padre”? ¿No crees que yo estoy en el Padre, y el Padre en mí? Lo que os digo
no lo hablo por cuenta propia. El Padre, que permanece en mí, él mismo hace sus
obras. Creedme: yo estoy en el Padre, y el Padre en mí. Si no, creed a las
obras. Os lo aseguro: el que cree en mí, también él hará las obras que yo hago,
y aún mayores. Porque yo me voy al Padre”.
Palabra del Señor.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC
2746-2751: la oración de Jesús en la Última Cena
CEC
661, 1025-1026, 2795: Cristo abre para nosotros el camino del cielo
CEC
151, 1698, 2614, 2466: creer en Jesús
CEC
1569-1571: la ordenación de los diáconos
CEC 782, 803, 1141,
1174, 1269, 1322: “la estirpe elegida, el sacerdocio real”
2746 Cuando ha llegado su hora, Jesús ora al Padre (cf JN 17).
Su oración, la más larga transmitida por el Evangelio, abarca toda la Economía
de la creación y de la salvación, así como su Muerte y su Resurrección. Al
igual que la Pascua de Jesús, sucedida "una vez por todas", permanece
siempre actual, de la misma manera la oración de la "hora de Jesús"
sigue presente en la Liturgia de la Iglesia.
2747 La tradición cristiana
acertadamente la denomina la oración "sacerdotal" de Jesús. Es la
oración de nuestro Sumo Sacerdote, inseparable de su sacrificio, de su
"paso" [pascua] hacia el Padre donde él es "consagrado"
enteramente al Padre (cf JN 17,11 JN 17,13 JN 17,19).
2748 En esta oración
pascual, sacrificial, todo está "recapitulado" en El (cf EP 1,10):
Dios y el mundo, el Verbo y la carne, la vida eterna y el tiempo, el amor que
se entrega y el pecado que lo traiciona, los discípulos presentes y los que
creerán en El por su palabra, la humillación y la Gloria. Es la oración de la
unidad.
2749 Jesús ha cumplido toda
la obra del Padre, y su oración, al igual que su sacrificio, se extiende hasta
la consumación de los siglos. La oración de la "hora de Jesús" llena
los últimos tiempos y los lleva hacia su consumación. Jesús, el Hijo a quien el
Padre ha dado todo, se entrega enteramente al Padre y, al mismo tiempo, se
expresa con una libertad soberana (cf JN 17,11 JN 17,13 JN 17,19 JN 17,24)
debido al poder que el Padre le ha dado sobre toda carne. El Hijo que se ha
hecho Siervo, es el Señor, el Pantocrator. Nuestro Sumo Sacerdote que ruega por
nosotros es también el que ora en nosotros y el Dios que nos escucha.
2750 Si en el Santo Nombre
de Jesús, nos ponemos a orar, podemos recibir en toda su hondura la oración que
él nos enseña: "Padre Nuestro". La oración sacerdotal de Jesús
inspira, desde dentro, las grandes peticiones del Padrenuestro: la preocupación
por el Nombre del Padre (cf JN 17,6 JN 17,11 JN 17,12 JN 17,26), el
deseo de su Reino (la Gloria; cf JN 17,1 JN 17,5 JN 17,10 JN 17,24 JN
17,23-26), el cumplimiento de la voluntad del Padre, de su Designio de
salvación (cf JN 17,2 JN 17,4 JN 17,6 JN 17,9 JN 17,11 JN 17,12 JN 17,24)
y la liberación del mal (cf JN 17,15).
2751 Por último, en esta oración
Jesús nos revela y nos da el "conocimiento" indisociable del Padre y
del Hijo (cf JN 17,3 JN 17,6-10 JN 17,25) que es el misterio mismo de la
vida de oración.
HERMENÉUTICA
DE LA FE
En nuestra comunión con
Jesucristo encontramos la garantía para vencer al mundo sometido al pecado, “la
relación personal con Jesús constituye, pues, una garantía de confianza para nosotros
y nuestro ministerio. En nuestra fe encontramos la victoria que vence al mundo.
Por el hecho de estar unidos con Jesús y mantenidos por El, no hay reto con el
que no nos podamos enfrentar, dificultad que no podamos mantener, obstáculo que
no podamos vencer por el Evangelio” (San Juan Pablo II).
En cuanto a que
Jesucristo se va para prepararnos una morada es porque espera el mérito de
nuestra fe, “para que aquellas habitaciones se preparen es necesario que el
justo viva de la fe; porque si ves, ya no hay fe. Se va, pues, para no ser
visto; se oculta para que se crea. Entonces se prepara el lugar si se vive de
la fe. Que se desee en la fe, para poseerlo en el deseo. Y si lo entiendes
bien, no se aparta ni de donde viene ni del lugar a donde va” (San Agustín).
Necesitamos ser dóciles
también al Espíritu de Cristo actuante en la Iglesia pues “sin la acción eficaz
del «Espíritu de la Verdad» (Jn 14,16) no se pueden comprender las
palabras del Señor. Como recuerda san Ireneo: «Los que no participan del Espíritu
no obtienen del pecho de su madre (la Iglesia) el nutrimento de la vida, no
reciben nada de la fuente más pura que brota del cuerpo de Cristo»” (EA 12).
En cuanto a Jesucristo,
Rostro visible del Dios invisible, “Dios se ha hecho visible: en Jesús podemos
ver al Padre (cf. JN 14,9). De hecho, Dios es visible de muchas maneras.
En la historia de amor que nos narra la Biblia, Él sale a nuestro encuentro,
trata de atraernos, llegando hasta la Última Cena, hasta el Corazón traspasado
en la cruz, hasta las apariciones del Resucitado y las grandes obras mediante
las que Él, por la acción de los Apóstoles, ha guiado el caminar de la Iglesia
naciente” (Benedicto XVI).
El discipulado cristiano
es realmente discipulado de Dios por la perfecta unidad de la Santísima
Trinidad: “El discípulo de Jesús, siguiendo, mediante la adhesión por la fe, a
aquél que es la Sabiduría encarnada, se hace verdaderamente discípulo de
Dios (cf. Jn 6,45). En efecto, Jesús es la luz del mundo, la luz de
la vida… es el camino, la verdad y la vida… verle a él, al Hijo, es ver al
Padre (cf. JN 14,6-10). Por eso, imitar al Hijo, «imagen de Dios
invisible» (Col 1,15), significa imitar al Padre” (VS 19).
Comentarios
Publicar un comentario