DÉCIMO DOMINGO T. O. (C)
MONICION AMBIENTAL
Este décimo domingo del tiempo ordinario nos presenta la acción
del Dios de la Vida que resucita a dos jóvenes, ambos son hijos de madres
viudas: al primero le devuelve la vida gracias a la oración del profeta Elías, el
segundo lo hace directamente Jesús que siente compasión del dolor de su madre.
El Señor también nos quiere comunicar a nosotros su vida divina, llamándonos a
levantarnos, a volver a la vida de la gracia o a crecer en ella, que nos la
ofrece a través de los sacramentos, para que lo sigamos y seamos sus testigos.
ORACION COLECTA
Oh Dios,
fuente de todo bien, escucha sin cesar nuestras súplicas, y concédenos
inspirados por ti, pensar lo que es recto y cumplirlo con tu ayuda.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M. El profeta Elías intercede ante Dios para que reviva al hijo
de la viuda que lo hospedaba. El Señor escuchó la súplica del profeta, quien se
lo devolvió nuevamente a su madre.
Lectura del primer libro de los Reyes 17,17-24
En aquellos días cayó enfermo el hijo de la señora de la casa.
La enfermedad era tan grave que se quedó sin respiración. Entonces la mujer
dijo a Elías:
―” ¿Qué tienes tu que ver conmigo?” ¿Has venido a mi casa para
avivar el recuerdo de mis culpas y hacer morir a mi hijo?”
Elías respondió:
―”Dame a tu hijo.”
Y, tomándolo de su regazo, lo subió a la habitación donde él
dormía y lo acostó en su cama. Luego invocó al Señor:
―”Señor Dios mío, ¿también a esta viuda que me hospeda la vas a
castigar, haciendo morir a su hijo?”
Después se echó tres veces sobre el niño, invocando al Señor:
―”Señor, Dios mío, que vuelva al niño la respiración.”
El Señor escuchó la súplica de Elías: al niño le volvió la respiración
y revivió. Elías tomó al niño, lo llevó al piso bajo y se lo entregó a su
madre, diciendo:
―”Mira, tu hijo está vivo.”
Entonces la mujer dijo a Elías:
―”Ahora reconozco que eres un hombre de Dios y que la palabra
del Señor en tu boca es verdad.”
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal
29,2 y 4.5-6.11 y 12a y 13b (R.:2a)
M. Con el salmo 29 alabemos a Dios porque jamás cesa de darnos
toda clase de bienes, diciendo:
R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Te ensalzare, Señor, porque me has librado y no has
dejado que mis amigos se rían de mí. Señor sacaste mi vida del abismo, me
hiciste revivir cuando bajaba a la fosa. R/.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Tañed para el Señor, fieles suyos, dad gracias a su nombre
santo; su cólera dura un instante; su bondad de por vida; al atardecer nos
visita el llanto; por la mañana el júbilo. R/.
Te ensalzaré, Señor, porque me has librado.
Escucha Señor y ten piedad de mí; Señor, socórreme. Cambiaste mi
luto en danzas. Señor Dios mío, te daré gracias por siempre. R/. Te ensalzaré, Señor, porque me has
librado.
SEGUNDA LECTURA
M. San Pablo en la carta a los Gálatas nos hace entender que el
evangelio que él predica fue revelado por Dios, no por ningún hombre.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Gálatas 1,11-19
Os notifico, hermanos, que el Evangelio anunciado por mí no es
de origen humano; yo no lo he aprendido ni recibido de ningún hombre si no por
revelación de Jesucristo.
Habéis oído hablar de mi conducta pasada en el judaísmo: con qué
saña perseguía a la iglesia de Dios y la asolaba, y me señalaba en el judaísmo
más que muchos de mi edad y de mi raza, como partidario fanático de las tradiciones
de mis antepasados.
Pero, cuando aquel que me escogió desde el seno de mi madre y me
llamó por su gracia se dignó revelar a su Hijo en mí, para que yo lo anunciara
a los gentiles, en seguida, sin consultar con hombres, sin subir a Jerusalén a
ver a los apóstoles anteriores a mí, me fui a Arabia, y después volví a
Damasco.
Más tarde, pasados tres años, subí a Jerusalén para conocer a
Cefas, y me quedé quince días con él.
Pero no vi a ningún otro apóstol, excepto a Santiago, el
pariente del Señor. Palabra de Dios.
M. San Lucas relata el momento cuando Jesús al ver el dolor de
una viuda que va a enterrar a su único hijo, siente compasión de ella y
resucita a su hijo.
ACLAMACION ANTES DEL
EVANGELIO
Aleluya Lc 7,16
Un gran profeta ha surgido
entre nosotros.
Dios ha visitado a su pueblo.
EVANGELIO
† Lectura del santo evangelio según san Lucas 7,11-17
En aquel tiempo, iba Jesús camino de
una ciudad llamada Naín, e iban con él sus discípulos y mucho gentío.
Cuando se acercaba a la entrada de la
ciudad, resultó que sacaban a enterrar a un muerto, hijo único de su madre, que
era viuda; y un gentío considerable de la ciudad la acompañaba.
Al verla el Señor, le dio lástima y
le dijo:
―”No
llores.”
Se acercó al ataúd, lo tocó (los que
lo llevaban se pararon) y dijo:
―”
¡Muchacho, a ti te lo digo, levántate!”
El muerto se incorporó y empezó a
hablar, y Jesús lo entrego a su madre.
Todos, sobrecogidos, daban gloria a
Dios, diciendo:
―”Un
gran profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.”
La noticia del hecho se divulgó por toda la comarca y por
Judea entera.
Palabra del Señor.
CATECISMO
IGLESIA CATÓLICA
CEC 646, 994: resucitando a los muertos, Cristo
anuncia su Resurrección
CEC 1681: el sentido cristiano de la muerte
asociado a la Resurrección
CEC 2583: Elías y la viuda
CEC
2637: Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte
2583
Después de haber aprendido la misericordia en su retirada al torrente de Kérit,
aprende junto a la viuda de Sarepta la fe en la palabra de Dios, fe que
confirma con su oración insistente: Dios devuelve la vida al hijo de la viuda
(cf 1R 17,7-24).
En
el sacrificio sobre el Monte Carmelo, prueba decisiva para la fe del pueblo de
Dios, el fuego del Señor es la respuesta a su súplica de que se consume el
holocausto "a la hora de la ofrenda de la tarde": "¡Respóndeme,
Señor, respóndeme!" son las palabras de Elías que repiten exactamente las
liturgias orientales en la epíclesis eucarística (cf 1R 18,20-39).
Finalmente,
repitiendo el camino del desierto hacia el lugar donde el Dios vivo y verdadero
se reveló a su pueblo, Elías se recoge como Moisés "en la hendidura de la
roca" hasta que "pasa" la presencia misteriosa de Dios (cf 1R
19,1-14 EX 33,19-23). Pero solamente en el monte de la Transfiguración se
dará a conocer Aquél cuyo Rostro buscan (cf. Lc 9,30-35): el
conocimiento de la Gloria de Dios está en el rostro de Cristo crucificado y
resucitado (cf 2CO 4,6).
2637
La acción de gracias caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la
Eucaristía, manifiesta y se convierte más en lo que ella es. En efecto, en la
obra de salvación, Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para
consagrarla de nuevo y devolverla al Padre, para su gloria. La acción de
gracias de los miembros del Cuerpo participa de la de su Cabeza.
HERMENÉUTICA DE LA FE
Jesús tiene misericordia de todo ser humano,
especialmente de la mujer, como es el caso de la viuda de Naím, “el Señor se movió primero a misericordia cuando vio a la madre y
que después resucitó al hijo para darnos, por un lado, un modelo de
misericordia y, por el otro, un motivo de creer en su poder maravilloso” (Beda). Este
encuentro nos pone frente a al misterio de la resurrección, la viuda de Naím “ha obtenido por sus lágrimas la resurrección del adolescente, su
hijo único, el que es llamado a la vida desde el cortejo fúnebre. A Ella se le
prohíbe llorar al que se le reservaba la resurrección” (San Ambrosio).
El Señor se acercó al muchacho y lo levantó, “no hizo este milagro con sólo la palabra, sino que también tocó
el féretro, para que comprendamos la eficacia del sagrado Cuerpo de Jesús para
la salud de los hombres” (San Cirilo). Percibimos aquí cómo Dios por medio de signos
sensibles comunica su gracia sobrenatural, “en su
vida pública ofrece ya un signo y una prenda de la resurrección devolviendo la
vida a algunos muertos…, anunciando así su propia Resurrección que, no
obstante, será de otro orden” (CEC 994).
También hoy el Señor invita al ser
humano a que se levante, “tú que te has acostumbrado a los dones de Dios…, tu que has
olvidado la capacidad de maravillarte,… tu que has perdido confianza de llamar
a Dios papá: levántate y vuelve a estar lleno de admiración por la bondad de
Dios. Levántate tú que sufres…, tu que te sientes excluido, abandonado,
marginado… porque Cristo te ha manifestado su amor y tiene guardado para ti una
inesperado posibilidad de realización y de solidaridad” (San Juan Pablo II).
A tantas
familias heridas el Señor las invita a levantarse de su situación, nos dice
“Levántate del estado en que te encuentras; recuerda que en Jesús ‘reside la
Verdad sin sombra de mentira, está en Él el Camino cierto y sin desviaciones, está
en Él la Vida’… ¡Que la Resurrección de Cristo sea también la luz y la fuerza
de tu resurrección! El Señor desde lo alto de la Cruz te dice: “levántate” (San
Juan Pablo II). El Señor “es solidario con cada uno de nosotros y, si queremos
ser sus discípulos, nos pide que testimoniemos su amor a todo el que se
encuentre en dificultades” (Benedicto XVI).
Además Jesús resucitó a la hija de Jairo y a su
amigo Lázaro, en “estos episodios vemos
brotar de la palabras de Jesús la expresión de una voluntad y de un poder
al que Él se apela interiormente y que expresa, se podría decir, con la máxima
naturalidad, como si perteneciese a su condición más íntima, el poder de dar a
los hombres la salud, la curación e incluso la resurrección y la vida!” (San Juan Pablo II). Toda
Judea y la región vecina alabó a Dios porque visitó a su pueblo a través de
Jesús, pero “el Señor ha visitado a su pueblo no
una vez sola revistiendo de carne a su Verbo, sino enviándole con frecuencia a
los corazones de los hombres” (Beda).
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