TRIGESIMO SEGUNDO DOMINGO (B)



MONICION AMBIENTAL:

Jesucristo nos enseña hoy la fe y la caridad heroica de dos viudas: la de Sarepta y otra desconocida del evangelio. Dios se alegra y premia la generosidad de ambas, como lo hace con todos los pobres de espíritu. A la viuda de Sarepta nunca le faltó la harina ni el aceite para ella y su hijo. La viuda del evangelio escucha de los labios del mismo Jesús un gran elogio relacionado con la primera bienaventuranza del sermón de la montaña.

ORACION COLECTA:

Dios omnipotente y misericordioso,

aparta  de nosotros todos los males,

para que, bien dispuesto nuestro cuerpo y nuestro espíritu,

podamos libremente cumplir tu voluntad.

Por nuestro Señor Jesucristo.



PRIMERA LECTURA

M. El libro de los Reyes recoge el relato de una viuda que confiada en la Providencia divina dio todo lo que tenía para comer ella y su hijo al profeta Elías. El Señor premió su generosidad proveyéndole, sin que se agotara, la harina y el aceite.

Lectura del libro de los Reyes 17,10-16

En aquellos días, el profeta Elías se puso en camino hacia Serepta, y, al llegar a la puerta de la ciudad, encontró allí una viuda que recogía leña. La llamó y le dijo:

—“Por favor, tráeme un poco de agua en un jarro para que beba.”

Mientras iba a buscarla, le gritó:

—Por favor, tráeme también en la mano un trozo de pan.

Respondió ella:

—Te juro por el Señor, tu Dios, que no tengo ni pan; me queda sólo un puñado de harina en el cántaro y un poco de aceite en la alcuza. Ya ves que estaba recogiendo un poco de leña. Voy a hacer un pan para mí y para mi hijo; nos lo comeremos y luego moriremos.”

Respondió Elías:

—No temas. Anda, prepáralo como has dicho, pero primero hazme a mí un panecillo y tráemelo, para ti y para tu hijo lo harás después.

Porque así dice el Señor, Dios de Israel:

“La orza de harina no se vaciará, la alcuza de aceite no se agotará, hasta el día en que el Señor envié la lluvia sobre la tierra.”

Ella se fue, hizo lo que le había dicho Elías, y comieron él, ella y su hijo.

Ni la orza de harina se vació, ni la alcuza de aceite se agotó, como lo había dicho el Señor por medio de Elías.



Palabra de Dios.





SALMO RESPONSORIAL 145,7.8-9 a . 9bc-10 ( R/.:1)

M. El salmista alaba la justicia de Dios, que sacia de pan al hambriento, sustenta al huérfano y a la viuda, da libertad a los cautivos. Reconozcamos también nosotros su solicitud amorosa diciendo: R/. Alaba, alma mía, al Señor.



Que mantiene su fidelidad perpetuamente,

que hace justicia a los oprimidos,

que da pan a los hambrientos.

El Señor liberta a los cautivos.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.



El Señor abre los ojos al ciego,

el Señor endereza a los que ya se doblan,

el Señor ama a los justos,

el Señor guarda a los peregrinos.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.



Sustenta al huérfano y a la viuda

y trastorna el camino de los malvados.

El Señor reina eternamente,

tu Dios, Sión, de edad en edad.

R/. Alaba, alma mía, al Señor.





SEGUNDA LECTURA

M. San Pablo afirma que Jesucristo Sacerdote ha entrado en el cielo e intercede por nosotros, que murió en la cruz una sola vez para destruir el pecado, finalmente vendrá en la Parusía para salvar a los que lo esperan.

Lectura de la carta a los Hebreos 9,24-28



Cristo ha entrado no en un mismo santuario construido por hombres —imagen del autentico—, sino en el mismo cielo, para ponerse ante Dios, intercediendo por nosotros.

Tampoco se ofrece a sí mismo muchas veces —como el sumo sacerdote, que entraba en el santuario todos los años y ofrecía sangre ajena; si hubiese sido así, tendría que haber padecido muchas veces, desde el principio del mundo —. De hecho, él se ha manifestado una sola vez, al final de la historia, para destruir el pecado con el sacrificio de sí mismo.

Por cuanto el destino de los hombres es morir una sola vez. Y después de la muerte, el juicio.

De la misma manera, Cristo se ha ofrecido una sola vez para quitar los pecados de todos.

La segunda vez aparecerá, sin ninguna relación al pecado, a los que lo esperan, para salvarlos.

Palabra de Dios

M. Jesús nos enseña la generosidad heroica de una viuda que dio todo lo que tenía para vivir, descubriéndonos que lo más grandioso del creyente consiste en la entrega de sí mismo a Dios y al prójimo.

ACLAMACIÒN ANTES DEL EVANGELIO.



Aleluya Mt 5,3

Dichosos los podres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.



EVANGELIO

Lectura del Santo evangelio según san Marcos 12,38-44

En aquel tiempo, entre lo que enseñaba Jesús a la gente, dijo:

—“¡Cuidado con  los escribas! Les encanta pasearse con amplio ropaje y que les hagan reverencias en la plaza, buscan los asientos de honor en las sinagogas y los primeros puestos en los banquetes; y devoran los bienes de las viudas, con pretexto de largos rezos. Éstos recibirán una sentencia más rigurosa.”

Estando Jesús sentado enfrente del arca de las ofrendas, observaba a la gente que iba echando dinero: muchos ricos echaban en cantidad; se acercó una viuda pobre y echó dos reales. Llamando a sus discípulos, les dijo:

—Os aseguro que esa pobre viuda ha echado en el arca de las ofrendas más que nadie. Porque los demás han echado de lo que les sobra, pero ésta, que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir.”



Palabra del Señor.



ORACION UNIVERSAL

Oremos, hermanos, por todos los hombres y por sus necesidades, para que nunca falte a nadie la ayuda de nuestra caridad, respondiendo todos: Te alabamos, Señor.

1.   Para que la Iglesia viva en paz, crezca constantemente, se extienda por todo el mundo y persevere con alegría en la presencia del Señor, confortada por el Espíritu Santo, roguemos al Señor R/. Te alabamos, Señor.

2.   Para que el Señor conceda a los que gobiernan el espíritu de sabiduría y de prudencia, a fin de que rijan a sus pueblos pensando en la paz común y en el bien y la prosperidad de sus súbditos. roguemos al Señor R/. Te alabamos, Señor.

3.   Para que Dios Padre libere al mundo de toda falsedad, hambre y miseria, y auxilie a los perseguidos, a los encarcelados y a los que son tratados injustamente, roguemos al Señor R/. Te alabamos, Señor.

4.   Para que todos nosotros realicemos nuestro trabajo con espíritu cristiano y consigamos frutos abundantes por nuestras obras, roguemos al Señor R/. Te alabamos, Señor.

Señor Dios, que sustentas al huérfano y a la viuda, haces justicia a los oprimidos y das pan a los hambrientos, escucha las súplicas de tu pueblo, que confía en tu amor, no permitas que a nadie le falte nunca ni la libertad ni el pan, y haz que todos aprendamos a ayudar a los necesitados, a ejemplo de tu Hijo. Él, que vive y reina por los siglos de los siglos.



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Mira con bondad, Señor,

los sacrificios que te presentamos,

para que, al celebrar la pasión de tu Hijo

en este sacramento,

gocemos de sus frutos en nuestro corazón.

Por Jesucristo nuestro Señor.



ANTIFONA DE  COMUNIÓN  Sal   22,1-2

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes praderas me hace recostar, me conduce hacia fuentes tranquilas.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Alimentados con esta eucaristía,

te hacemos presente, Señor, nuestra acción de gracias,

implorando de tu misericordia

que el Espíritu Santo mantenga siempre vivo

el amor a la verdad

en quienes han recibido la fuerza de lo alto.

Por Jesucristo nuestro Señor.



A ambas [viudas] las sostenía su confianza en el Señor. Ambas encuentran en la fe la fuerza de una caridad heroica” (San Juan Pablo II)

su gesto [de la viuda] contiene una gran enseñanza; expresa la característica fundamental de quienes son las "piedras vivas" de este nuevo Templo, es decir, la entrega completa de sí al Señor y al prójimo” (Benedicto XVI)

COMENTARIO

El Señor nos llama a evitar la vanagloria y a no dejarnos cautivar por aquellos que la buscan desordenadamente, de los que ponen el acento en el vestido y en el honor, como sucedía con los escribas.

El amor a los pobres es parte de la tradición de la Iglesia, e incluye tanto a los pobres en el sentido material, como cultural y religioso. Dios por su parte “sustenta al huérfano y a la viuda” (Salm 145,9), como vemos en las lecturas de este domingo. La viuda pobre del evangelio nos permite ver realizada la bienaventuranza sobre los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Ella al echar en el tesoro del templo todo lo que tenía para vivir: dos monedas –la cuarta parte del as–, tuvo la dicha de escuchar las grandes alabanzas sobre su ofrenda de parte del mismo Jesucristo. Esta viuda y la de Sarepta del tiempo de Elías tienen en común una fe que las conduce a vivir la caridad de un modo heroico.

El ejemplo generoso de esta viuda nos enseña a dar no solamente de lo superfluo sino especialmente de lo necesario, superando la mentalidad egoísta del que acumula riquezas puramente materiales. Ella nos deja la gran enseñanza de ser piedras vivas de la Iglesia por lo hermoso de su oblación, como se espera de los discípulos de Cristo, nos enseña el don completo de sí al Señor y al prójimo, al confiarse en las manos del Señor por el bien de los demás.

“La pobre viuda con su pobreza enriquece el culto de Dios. Éstas son las limosnas que llegan hasta el trono de Dios. Dios no necesita nuestro dinero, pero cuando el dinero que se le da lleva todo el corazón, todo el amor, entonces Dios también es alabado. El dinero también puede convertirse en alabanza del Señor y esto significa una gran confianza: no me faltará; si le doy al Señor, dueño de todas las cosas, ¿cómo me va a negar lo que yo puedo comprar con dos reales? Y era feliz porque confiaba en el único Absoluto.



Nadie es tan libre de verdad como el que es pobre de espíritu, el que no está apegado ni está endiosando la riqueza. «Pobreza evangélica que da libertad de espíritu y nos hace comprender los fenómenos humanos vinculados a los factores económicos». El pobre no niega que para el progreso se necesita dinero, pero sabe comprender el valor de ese progreso; que no sea humillante, que no sea solamente para unos cuantos privilegiados sino que sea de verdad para todos los hijos de Dios.” (San Oscar Romero).

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