VIGESIMO OCTAVO DOMINGO (B)



MONICION AMBIENTAL:

Jesucristo nos invita a seguirlo con sabiduría por el camino de la entrega total de nosotros mismos, del sacrificio, a desprendernos de todo por Él, mediante la conversión constante, superando las pruebas y las persecuciones, movidos por la grandiosa fuerza de su amor.

ORACION COLECTA

Te pedimos, Señor, que tu gracia

continuamente nos proceda y acompañe,

de manera que estemos dispuestos

a obrar siempre el bien.

Por nuestro Señor Jesucristo.



PRIMERA LECTURA

M. En la primera lectura se exalta el don de la sabiduría, que conlleva todos los bienes juntos, por encima de la salud y la belleza, de los cetros y de los tronos.

Lectura del libro de la Sabiduría 7,7-11

Supliqué, y se me concedió la prudencia;

Invoqué, y vino a mí el espíritu de sabiduría.

La preferí a cetros y tronos,

y, en su comparación, tuve en nada la riqueza.

No le equiparé la piedra más preciosa,

porque todo el oro, a su lado, es un poco de arena,

y, junto a ella, la plata vale lo que el barro.

La quise más que la salud y la belleza,

y me propuse tenerla por luz,

porque su resplandor no tiene ocaso.

Con ella me vinieron todos los bienes juntos,

en sus manos había riquezas incontables.

Palabra de Dios.



SALMO RESPONSORIAL Sal 89,12-13.14-15.16-17 (R/.:14)

M. El salmista suplica al Señor que nos sacie con su misericordia para que toda nuestra vida sea alegría y júbilo. Unámonos diciendo:

R/. Sácianos de tu misericordia, Señor y toda nuestra vida será alegría.



Enséñanos a calcular nuestros años,

para que adquiramos un corazón sensato.

Vuélvete, Señor, ¿hasta cuando?

Ten compasión de tus siervos.

R/ Sácianos de tu misericordia, Señor y toda nuestra vida será alegría.



Por la mañana sácianos de tu misericordia,

y toda nuestra vida será alegría y júbilo.

Dános alegría, por los días en que nos afligiste,

por los años en que sufrimos desdichas.

R/ Sácianos de tu misericordia, Señor y toda nuestra vida será alegría.



Que tus siervos vean tu acción,

y tus hijos tu gloria.

Baje a nosotros la bondad del Señor

y haga prosperas las obras de nuestras manos.

R/ Sácianos de tu misericordia, Señor y toda nuestra vida será alegría.





SEGUNDA LECTURA

M. En la carta a los Hebreos san Pablo destaca la eficacia y la vida de la Palabra del Señor, que penetra lo más íntimo de la persona humana y juzga las intenciones del corazón.

Lectura de la carta a los Hebreos 4,12-13



La palabra de Dios es viva y eficaz, más tajante que espada de doble fijo, penetrante hasta el punto donde se dividen alma y espíritu, coyunturas y tuétanos. Juzga los deseos e intenciones del corazón.

No hay criatura que escape a su mirada. Todo está patente y descubierto a los ojos de aquel a quien hemos de rendir cuentas.



Palabra de Dios

M. San Marcos nos presenta el encuentro de un joven con Jesús. El Señor invita al joven además de cumplir los mandamientos de Dios, a vivir la pobreza voluntaria, el desprendimiento y después seguirlo. Esta radicalidad del evangelio es también para todos nosotros parte de nuestra vocación cristiana.

ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO.



Aleluya Mt 5,3

Dichosos los pobres en el espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos.



EVANGELIO

+ Lectura del santo evangelio Según san Marcos  10,17-30

En aquel tiempo, cuando salía Jesús al camino, se le acercó uno corriendo, se arrodilló y le preguntó:

—“Maestro bueno, ¿qué haré para heredar la vida eterna?”

Jesús le contestó:

—“¿Por qué me llamas bueno? No hay nadie bueno más que Dios.

Ya sabes los mandamientos no matarás, no cometerás adulterio, no robarás, no darás falso testimonio, no estafarás, honra a tu padre y a tu madre.”

Él replicó:

—“Maestro, todo eso lo he cumplido desde pequeño.”

Jesús se le quedó mirando con cariño y le dijo:

—“Una cosa te falta: anda, vende lo que tienes, dale el dinero a los pobres, así tendrás un tesoro en el cielo, y luego sígueme.”

A estas palabras, él frunció el ceño y se marchó pesaroso, porque era muy rico.

Jesús, mirando alrededor, dijo a sus discípulos:

—“¡Qué difícil les va a ser a los ricos entrar en el reino de Dios!”

Los discípulos se extrañaron de estas palabras. Jesús añadió:

—“Hijos, ¡qué difícil les es entrar en el reino de Dios a los que ponen su confianza en el dinero! Más fácil le es aun camello pasar por el ojo de una guja, que a un rico entrar en el reino de Dios.”

Ellos se espantaron y comentaban:

—“Entonces, ¿quién puede salvarse?”

Jesús se les quedó mirando y les dijo:

—“Es imposible para los hombres, no para Dios. Dios lo puede todo.”

Pedro se puso a decirle:

— “Os aseguro que quien deje casa, o hermanos o hermanas, o madre o padre, o hijos o tierras, por mí y por el Evangelio, recibirá ahora, en este tiempo, cien veces más —casas y hermanos y hermanas y madres e hijos y tierras, con persecuciones —, y en la edad futura, vida eterna.”



Palabra del Señor.



Oración de los fieles

Llenos de confianza en el Señor, oremos hermanos, por todos los hombres y por tosas sus necesidades, respondiendo todos: Señor, escúchanos.

1.   Para que Dios conceda el espíritu de paciencia y de caridad a los cristianos perseguidos por su nombre y  los ayude a ser testigos fieles y verídicos de su Evangelio,  roguemos al Señor R/. Señor, escúchanos.

2.   Para que Dios conceda prudencia a los gobernantes y honradez a todos los súbditos, a fin de que se mantengan la armonía y la justicia en la sociedad, roguemos al Señor R/. Señor, escúchanos.

3.   Para que el Señor, el único que puede hacer prosperar el trabajo del hombre, bendiga los esfuerzos de los trabajadores y haga que la tierra dé frutos abundantes para todos, roguemos al Señor R/. Señor, escúchanos.

4.   Para que Dios no permita que en la hora de nuestra muerte, desesperados y sin acordarnos de él, nos sintamos como arrancados de este mundo, sino que, confiados y con una gran paz, lleguemos a la vida feliz y eterna, roguemos al Señor R/. Señor, escúchanos.

Dios nuestro, que juzgas las intenciones y los pensamientos del corazón humano y ves claramente todo lo que has creado, escucha nuestras oraciones y atraviesa nuestros corazones con la espada de doble fijo de tu palabra, para que, iluminados por tu sabiduría, valoremos rectamente las cosas terrenas y las eternas y, libres de la seducción de las riquezas, recibamos el ciento por uno y la vida eterna,

Por Jesucristo, nuestro señor.  



ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS.

Con estas ofrendas, Señor,

recibe las súplicas de tus hijos,

para que esta eucaristía celebrada con amor

nos lleve a la gloria del cielo.

Por Jesucristo nuestro Señor.



ANTIFONA DE  COMUNIÓN  Sal 33,11

Los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN.

Dios soberano, te pedimos humildemente

que, así como nos alimentas

con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

nos hagas participar de su naturaleza divina.

Por Jesucristo nuestro Señor.

 

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

CEC 101-104: Cristo, Palabra única de la Sagrada Escritura

CEC 131-133: la Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia

CEC 2653-2654: las Escrituras fuente para la oración

CEC 1723, 2536, 2444-2447: el amor a los pobres

2443 Dios bendice a los que ayudan a los pobres y reprueba a los que se niegan a hacerlo: ‘A quien te pide da, al que desee que le prestes algo no le vuelvas la espalda’ (MT 5,42). ‘Gratis lo recibisteis, dadlo gratis’ (MT 10,8). Jesucristo reconocerá a sus elegidos en lo que hayan hecho por los pobres (cf MT 25,31-36). La buena nueva ‘anunciada a los pobres’ (MT 11,5 LC 4,18)) es el signo de la presencia de Cristo.



2444 ‘El amor de la Iglesia por los pobres... pertenece a su constante tradición’ (CA 57). Está inspirado en el Evangelio de las bienaventuranzas (cf LC 6,20-22), en la pobreza de Jesús (cf MT 8,20), y en su atención a los pobres (cf MC 12,41-44). El amor a los pobres es también uno de los motivos del deber de trabajar, con el fin de ‘hacer partícipe al que se halle en necesidad’ (EP 4,28). No abarca sólo la pobreza material, sino también las numerosas formas de pobreza cultural y religiosa (cf CA 57).



2445 El amor a los pobres es incompatible con el amor desordenado de las riquezas o su uso egoísta:



Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida y vuestros vestidos están apolillados; vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos. Mirad: el salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando; y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres; habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo; él no os resiste (JC 5,1-6).



2446  San Juan Crisóstomo lo recuerda vigorosamente: ‘No hacer participar a los pobres de los propios bienes es robarles y quitarles la vida. Lo que poseemos no son bienes nuestros, sino los suyos’. Es preciso ‘satisfacer ante todo las exigencias de la justicia, de modo que no se ofrezca como ayuda de caridad lo que ya se debe a título de justicia’ (AA 8):



Cuando damos a los pobres las cosas indispensables no les hacemos liberalidades personales, sino que les devolvemos lo que es suyo. Más que realizar un acto de caridad, lo que hacemos es cumplir un deber de justicia. (S. Gregorio Magno, past. 3, 21).



2447 Las obras de misericordia son acciones caritativas mediante las cuales socorremos a nuestro prójimo en sus necesidades corporales y espirituales (cf. Is 58,6-7 HE 13,3). Instruir, aconsejar, consolar, confortar, son obras espirituales de misericordia, como también lo son perdonar y sufrir con paciencia. Las obras de misericordia corporales consisten especialmente en dar de comer al hambriento, dar techo a quien no lo tiene, vestir al desnudo, visitar a los enfermos y a los presos, enterrar a los muertos (cf MT 25,31-46). Entre estas obras, la limosna hecha a los pobres (cf TB 4,5-11 SI 17,18) es uno de los principales testimonios de la caridad fraterna; es también una práctica de justicia que agrada a Dios (cf MT 6,2-4):



El que tenga dos túnicas que las reparta con el que no tiene; el que tenga para comer que haga lo mismo (LC 3,11). Dad más bien en limosna lo que tenéis, y así todas las cosas serán puras para vosotros (LC 11,41). Si un hermano o una hermana están desnudos y carecen del sustento diario, y alguno de vosotros les dice: ‘Id en paz, calentaos o hartaos’, pero no les dais lo necesario para el cuerpo, ¿de qué sirve? (JC 2,15-16).

2448 ‘Bajo sus múltiples formas -indigencia material, opresión injusta, enfermedades físicas o psíquicas y, por último, la muerte -, la miseria humana es el signo manifiesto de la debilidad congénita en que se encuentra el hombre tras el primer pecado y de la necesidad que tiene de salvación. Por ello, la miseria humana atrae la compasión de Cristo Salvador, que la ha querido cargar sobre sí e identificarse con los «más pequeños de sus hermanos». También por ello, los oprimidos por la miseria son objeto de un amor de preferencia por parte de la Iglesia, que, desde los orígenes, y a pesar de los fallos de muchos de sus miembros, no ha cesado de trabajar para aliviarlos, defenderlos y liberarlos. Lo ha hecho mediante innumerables obras de beneficencia, que siempre y en todo lugar continúan siendo indispensables’ (CDF, instr. "Libertatis conscientia" 68).



2449 En el Antiguo Testamento, toda una serie de medidas jurídicas (año jubilar, prohibición del préstamo a interés, retención de la prenda, obligación del diezmo, pago cotidiano del jornalero, derecho de rebusca después de la vendimia y la siega) corresponden a la exhortación del Deuteronomio: ‘Ciertamente nunca faltarán pobres en este país; por esto te doy yo este mandamiento: debes abrir tu mano a tu hermano, a aquél de los tuyos que es indigente y pobre en tu tierra’ (DT 15,11). Jesús hace suyas estas palabras: ‘Porque pobres siempre tendréis con vosotros; pero a mí no siempre me tendréis’ (JN 12,8). Con esto, no hace caduca la vehemencia de los oráculos antiguos: ‘comprando por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias...’ (AM 8,6), sino que nos invita a reconocer su presencia en los pobres que son sus hermanos (cf MT 25,40):



El día en que su madre le reprendió por atender en la casa a pobres y enfermos, santa Rosa de Lima le contestó: ‘Cuando servimos a los pobres y a los enfermos, servimos a Jesús. No debemos cansarnos de ayudar a nuestro prójimo, porque en ellos servimos a Jesús’.

COMENTARIO

“Cristo nos ha dicho aquí como podemos entrar al Reino de Dios: viviendo  en nosotros mismos estas tres condiciones: guardar los mandamientos, espíritu de pobreza y desprendimiento, y, sobre todo, el seguimiento a Jesús, la sabiduría eterna de Dios, que se hizo carne y vivió entre nosotros” (Mons. Romero).

“Yo recuerdo, y ayer la leía con mucho gusto, la primera encíclica del Papa Pablo VI cuando hablando de la renovación del mundo señala dos virtudes urgentes: primero, espíritu de pobreza, y, después, la caridad, el amor. Son las dos grandes fallas de  nuestro tiempo...

El que no tiene espíritu de pobreza no tiene ojos limpios para mirar que el desprendimiento concede una gran libertad y una gran sensibilidad para los grandes problemas económicos y sociales de El Salvador...



La liberación que el cristianismo predica es una liberación de algo que esclaviza para algo que nos hace dignos. Por eso aquellos que solamente hablan de las esclavitudes, de la parte negativa de la liberación, no tienen toda la fuerza que la Iglesia le puede dar a un hombre. Lucha, sí contra las esclavitudes de la tierra, contra la opresión, contra la miseria, contra el hambre. Todo eso es cierto, pero ¿para qué? Para algo, como dice San Pablo en una hermosa frase: «Ser libres para el amor». Ser libres para algo positivo es esto que Cristo le dice: «Sígueme». Eso es lo más positivo que puede haber” (Mons. Romero).



Jesús nos indica que la verdadera riqueza es amar a Dios y a los demás del mismo modo que Él lo hace. La bondad del hombre crece cuando se une a la bondad del Dios vivo, mediante la comunión viva con el Dios Bueno, con Jesucristo. El joven del evangelio posee ya cierto grado de bondad y por esto Jesús lo llama a dar un salto de calidad hacia el heroísmo de la santidad, a lo esencial de la comunión interior con El, a lo esencial del amor a Dios y al prójimo por El.



Respecto al acceso a la salvación, solamente Dios puede convertir la avaricia en caridad y la soberbia en humildad. El radicalismo evangélico es algo fundamental e irrenunciable en el seguimiento del Señor, gracias a la íntima comunión de vida con El. Entre las virtudes que se derivan de ese radicalismo evangélico están la humildad, la fe, la misericordia, la prudencia, la donación incondicionada de sí mismo, la pobreza, la castidad y la obediencia.

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