VIGESIMO SEXTO DOMINGO T O (A)




MONICIÓN AMBIENTAL
El Señor nos invita este domingo a estar en una actitud de constante conversión, conscientes que Él nos acoge cada vez que nos arrepentimos y volvemos a su redil. La mejor actitud nuestra frente a Dios es obedecerle con prontitud, acogiéndonos a su misericordia y a su perdón, agradecidos de poder servirle en su viña.

ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que manifiestas especialmente tu poder con el perdón y la misericordia, derrama incesantemente sobre nosotros tu gracia, para que, deseando lo que nos prometes, consigamos los bienes del cielo.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
M. El profeta Ezequiel nos enseña que quien obra el mal ciertamente morirá, pero el que recapacita y se convierte vivirá.

Lectura de la profecía de Ezequiel 18,25-28

Así dice el Señor: “Comentáis: “No es justo el proceder del Señor”. Escuchad, casa de Israel: ¿es injusto mi proceder?, ¿o no es vuestro proceder el que es injusto? Cuando el justo se aparta de su justicia, comete la maldad y muere, muere por la maldad que cometió. Y cuando el malvado se convierte de la maldad que hizo practica el derecho y la justica, él mismo salva su vida. Si recapacita y se convierte de los delitos cometidos, ciertamente vivirá y no morirá”.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Sal 24, 4bc-5.6-7.8-9 (R.: 6a)
M. Con el salmo 24 imploramos la misericordia del Señor, pidiéndole que no se acuerde de nuestros pecados y que caminemos con lealtad. Digamos: R/. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.

Señor, enséñame tus caminos,
instrúyeme en tus sendas:
haz que camine con lealtad;
enséñame, porque tú eres mi Dios y Salvador,
y todo el día te estoy esperando.
R/. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.

Recuerda, Señor, que tu ternura
y tu misericordia son eternas;
no te acuerdes de los pecados
ni de las maldades de mi juventud;
acuérdate de mí con misericordia,
por tu bondad, Señor.
R/. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.

El Señor es bueno y es recto,
y enseña el camino a los pecadores;
hace caminar a los humildes con rectitud,
enseña su camino a los humildes.
R/. Recuerda, Señor, que tu misericordia es eterna.

SEGUNDA LECTURA
M. El apóstol Pablo en la carta a los Filipenses los exhorta a dejarse guiar por el amor y por el mismo sentir.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 2,1-11
Hermanos:
Si queréis darme el consuelo de Cristo y aliviarme con vuestro amor, si nos une el mismo Espíritu y tenéis entrañas compasivas, dadme esta gran alegría: manteneos unánimes y concordes con un mismo amor y un mismo sentir. No obréis por rivalidad ni por ostentación, dejaos guiar por la humildad y considerad siempre superiores a los demás. No os encerréis en vuestros intereses, sino buscad todos el interés de los demás. Tened entre vosotros los sentimientos propios de Cristo Jesús. Él, a pesar de su condición divina, no hizo alarde de su categoría de Dios; al contrario, se despojó de su rango y tomó la condición de esclavo, pasando por uno de tantos. Y así, actuando como un hombre cualquiera, se rebajó hasta someterse incluso a la muerte, y una muerte de cruz. Por eso Dios lo levantó sobre todo y le concedió el “Nombre-sobre-todo-nombre”; de modo que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en el cielo, en la tierra, en el abismo, y toda lengua proclame: Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre.
Palabra de Dios.

M. El evangelio recoge la parábola de dos hijos que son invitados a ir a trabajar a la vida de su padre, el primero se negó pero después fue, el segundo asintió pero finalmente no fue.

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya Jn 10,27
Mis ovejas escuchan mi voz
– dice el Señor-
 y yo las conozco, y ellas me siguen.

EVANGELIO
† Lectura del santo evangelio según san Mateo 21,28-32

En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo: “¿Qué os parece? Un hombre tenía dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: “Hijo, ve hoy a trabajar en la viña”. Él le contestó: “No quiero”. Pero después recapacitó y fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: “Voy, señor”. Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el Padre?” Contestaron: “El primero”. Jesús les dijo: “Os aseguro que los publicanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del reino de Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia, y no le creísteis; en cambio, los publicanos y prostitutas le creyeron. Y, aun después de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis”.
Palabra de Señor.

HOMILIA
Credo

ORACION DE LOS FIELES
Invoquemos a Dios, que por Cristo nos enseñó el camino que lleva a la vida, y digámosle: Muéstranos tu misericordia.

Para que obrando con rectitud promovamos el bien y la justicia. Oremos al Señor.
Muéstranos tu misericordia.

Para que no falten en la Iglesia personas que instruyan en los caminos del Señor. Oremos al Señor. Muéstranos tu misericordia.

Para que la unidad y el amor fundamenten la paz y la justicia en nuestra sociedad del tercer milenio. Oremos al Señor. Muéstranos tu misericordia.

Para que la ternura y la misericordia del Señor se hagan presentes en los enfermos, en los que sufren, en los que están solos y en los que son explotados. Oremos al Señor.
Muéstranos tu misericordia.

Para que el Señor destierre de los corazones las envidias, egoísmos y rivalidades.
Oremos al Señor. Muéstranos tu misericordia.

Para que, teniendo los mismos sentimientos de Cristo, vivamos con humildad. Oremos al Señor. Muéstranos tu misericordia.

Escucha, Señor, nuestras súplicas, mándanos a trabajar a tu viña, y no permitas que nada demore nuestra respuesta a tu amor. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Dios de misericordia, que nuestra oblación te sea grata y abra para nosotros la fuente de toda bendición.
Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN  1Jn 3,16
En esto hemos conocido el amor de Dios: en que él dio su vida por nosotros. También nosotros debemos dar nuestra vida por los hermanos.

ORACION DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que esta eucaristía, Señor, renueve nuestro cuerpo y nuestro espíritu, para que participemos de la herencia gloriosa de tu Hijo, cuya muerte hemos anunciado y compartido.
Por Jesucristo nuestro Señor.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 1807: el hombre justo se distingue por su rectitud habitual hacia el prójimo
CEC 2842: solo el Espíritu Santo puede hacer nuestros los sentimientos de Jesús
CEC 1928-1930, 2425-2426: la obligación de la justicia social
CEC 446-461: el señorío de Cristo
CEC 2822-2827: “hágase tu voluntad”

1807 La justicia es la virtud moral que consiste en la constante y firme voluntad de dar a Dios y al prójimo lo que les es debido. La justicia para con Dios es llamada ‘la virtud de la religión’. Para con los hombres, la justicia dispone a respetar los derechos de cada uno y a establecer en las relaciones humanas la armonía que promueve la equidad respecto a las personas y al bien común. El hombre justo, evocado con frecuencia en las Sagradas Escrituras, se distingue por la rectitud habitual de sus pensamientos y de su conducta con el prójimo. ‘Siendo juez no hagas injusticia, ni por favor del pobre, ni por respeto al grande: con justicia juzgarás a tu prójimo’ (LV 19,15). ‘Amos, dad a vuestros esclavos lo que es justo y equitativo, teniendo presente que también vosotros tenéis un Amo en el cielo’ (COL 4,1).

2842 Este "como" no es el único en la enseñanza de Jesús: "Sed perfectos 'como' es perfecto vuestro Padre celestial" (MT 5,48); "Sed misericordiosos, 'como' vuestro Padre es misericordioso" (LC 6,36); "Os doy un mandamiento nuevo: que os améis los unos a los otros. Que 'como' yo os he amado, así os améis también vosotros los unos a los otros" (JN 13,34). Observar el mandamiento del Señor es imposible si se trata de imitar desde fuera el modelo divino. Se trata de una participación, vital y nacida "del fondo del corazón", en la santidad, en la misericordia, y en el amor de nuestro Dios. Sólo el Espíritu que es "nuestra Vida" (GA 5,25) puede hacer nuestros los mismos sentimientos que hubo en Cristo Jesús (cf PH 2,1 PH 2,5). Así, la unidad del perdón se hace posible, "perdonándonos mutuamente 'como' nos perdonó Dios en Cristo" (EP 4,32).

HERMENÉUTICA DE LA FE
Frente a las autoridades religiosas judías “el Señor habló en esta parábola a aquéllos que ofrecen poco o nada, pero que lo manifiestan con sus acciones, y en contra de aquéllos que ofrecen mucho y que nada hacen de lo que ofrecen” (Orígenes).

De este modo el Señor “ofrece una parábola en la que hace resaltar la impiedad de los que le preguntaban, y les da a conocer que el reino de Dios pasará a los gentiles” (San Jerónimo). La delantera por parte de los publicanos y de las prostitutas en el Reino de Dios supone fe y conversión “y que las meretrices entren al reino de los cielos, no es cosa simplemente de gracia, sino también de justicia; porque no entran permaneciendo meretrices, sino obedeciendo y creyendo y limpias y habiendo cambiado de vida” (San Juan Crisóstomo).

“Quien así hablaba y actuaba daba a entender que conocía a fondo «los misterios del Reino». También conocía «lo que en el hombre había» (JN 2,25), es decir, en su intimidad, en su «corazón».” (MD) Este atributo divino de conocer nuestro interior nos invita a un autoexamen honesto sobre nuestra conducta frente a Dios, porque “este pasaje fue escrito para los hombres que quieren mirar, con atención, dentro de sí mismos” (San Juan Pablo II).

¿Cómo actuamos frente al Proyecto redentor de Jesucristo? “El evangelista san Mateo presenta así las dos actitudes típicas que los hombres, en el arco de la historia, adoptan con respecto a Dios. La invitación evangélica a trabajar en la viña del Señor resuena en la vida y en el corazón de todo hombre y toda mujer, llamados a comprometerse concretamente en la viña divina y a participar en la misión de salvación” (San Juan Pablo II).

Debemos elegir entre la conversión o el propio orgullo. La conversión “permite volver a encontrarse a sí mismos de modo nuevo y auténtico. El punto de partida es la toma de conciencia de la propia pobreza, de la propia necesidad de salvación. Impiden o frenan la conversión el orgullo, la presunción y la confianza en sí mismos, que se traducen en prepotencia, mentira e iniquidad” (San Juan Pablo II).

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