VIGESIMO QUINTO DOMINGO T O (A)




MONICIÓN AMBIENTAL
El Señor nos llama constantemente para que nos acojamos a su bondad y a su misericordia infinita. También nos invita para que generosamente nos empeñemos en la misión evangelizadora de la Iglesia, nos invita a todos, sacerdotes, religiosos y laicos, cada uno según nuestra propia vocación, hemos de hacer presente el Reino de Dios entre los hombres.

ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que has puesto la plenitud de la ley en el amor a ti y al prójimo, concédenos cumplir tus mandamientos para llegar así a la vida eterna.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
M. El profeta Isaías nos invita a volver al Señor, a buscarlo mientras vivimos, ya que el Señor es rico en perdón.

Lectura del libro de Isaías 55,6-9

Buscad  al Señor mientras se le encuentra, invocadlo mientras esté cerca; que el malvado abandone su camino, y el criminal sus planes; que regrese al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón. Mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos – oráculo del Señor-. Como el cielo es más alto que la tierra, mis caminos son más altos que los vuestros, mis planes, que vuestros planes.
Palabra de Dios.

SALMO RESPONSORIAL
Sal 144,2-3.8-9.17-18 (R.: 18a)
M. El salmista nos invita a alabar al Señor por su cercanía, por su clemencia y misericordia, por su justicia y su bondad. R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.

Día tras día, te bendeciré
y alabaré tu nombre por siempre jamás.
Grande es el Señor, merece toda alabanza,
es incalculable su grandeza.
R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.

El Señor es clemente y misericordioso,
lento a la cólera y rico en piedad;
el Señor es bueno con todos,
es cariñoso con todas sus criaturas.
R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.

El Señor es justo en todos sus caminos,
es bondadoso en todas sus acciones;
cerca está el Señor de los que lo invocan,
de los que lo invocan sinceramente.
R/. Cerca está el Señor de los que lo invocan.

SEGUNDA LECTURA
M. San Pablo en la carta a los Filipenses afirma que para él la vida es Cristo, que si tuviera que vivir para un trabajo fructífero o partir para estar con Cristo, no sabría que hacer.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Filipenses 1,20c-24.27a

Hermanos:
Cristo será glorificado abiertamente en mi cuerpo, sea por mi vida o por mi muerte. Para mí la vida es Cristo, y una ganancia el morir. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger. Me encuentro en ese dilema: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros. Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
Palabra de Dios.

M. San Mateo relata una parábola sobre el reino de los cielos donde el Señor manifiesta su infinita misericordia para con todos, por encima de la justicia merecida por los hombres.

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya Cf. Hch 16,14b
Ábrenos el corazón, Señor,
para que aceptemos las palabras del tu Hijo.

EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san Mateo 20,1-16

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos esta parábola: “El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña. Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”. Ellos fueron. Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde se hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar? Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”. Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”. Cuando oscureció, el dueño de la viña dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”. Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno. Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Entonces se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguardado el peso del día y el bochorno”. Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?” Así, los últimos serán los primeros y los primeros los últimos” (Mt 20,1-16)
Palabra del Señor.

HOMILIA
Credo

ORACION DE LOS FIELES
Hermanos, cerca está el Señor de los que le invocan —repetimos hoy en el Salmo— por eso presentémosle nuestras oraciones y pidámosle por nosotros y por el  mundo entero. Invoquémosle diciendo: Escucha y ten piedad.

Para que la vida de Cristo se haga presente en la vida de su Iglesia durante el nuevo    milenio.  Oremos al Señor. Escucha y ten piedad.

Para que los países que viven en situación de pobreza reciban la ayuda que les  corresponde de las naciones más ricas y poderosas. Oremos al Señor. Escucha y ten piedad.

Para que los que obran el mal abandonen su camino y el Señor los colme de su misericordia. Oremos al Señor. Escucha y ten piedad.

Para que los que han dejado este mundo gocen con Cristo de la dicha plena de la gloria. Oremos al Señor. Escucha y ten piedad.

Para que, alimentados del Cuerpo de Cristo y de su Palabra, trabajemos con ilusión en su viña. Oremos al Señor. Escucha y ten piedad.

Escucha, Padre, las oraciones de tus hijos, concédenos trabajar con entrega por el Reino, y haz que un día el cielo sea nuestra morada. Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acepta propicio, Señor, las ofrendas de tu pueblo, para que alcance en el sacramento eucarístico los bienes en que ha creído por la fe.
Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN      Sal 118,4-5
Tú, Señor, promulgas tus decretos para que se observen exactamente; ojalá esté firme mi camino para cumplir tus consignas.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Que tu auxilio, Señor, nos acompañe siempre a los que alimentas con tus sacramentos, para que por ellos y en nuestra propia vida recibamos los frutos de la redención.
Por Jesucristo nuestro Señor.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 539, 565, 600-605, 713: Cristo, el Siervo de Dios obediente
CEC 786: “servir” en Cristo es “reinar”
CEC 1547, 1551: el sacerdocio ministerial es servicio
CEC 2538-2540: el pecado de envidia
CEC 2302-2306: la defensa de la paz

600 Para Dios todos los momentos del tiempo están presentes en su actualidad. Por tanto establece su designio eterno de "predestinación" incluyendo en él la respuesta libre de cada hombre a su gracia: "Sí, verdaderamente, se han reunido en esta ciudad contra tu santo siervo Jesús, que tú has ungido, Herodes y Poncio Pilato con las naciones gentiles y los pueblos de Israel (cf. Ps 2,1-2), de tal suerte que ellos han cumplido todo lo que, en tu poder y tu sabiduría, habías predestinado" (AC 4,27-28). Dios ha permitido los actos nacidos de su ceguera (cf. Mt 26,54 JN 18,36 JN 19,11) para realizar su designio de salvación (cf. Ac 3,17-18).

601 Este designio divino de salvación a través de la muerte del "Siervo, el Justo" (IS 53,11 ; cf Ac 3,14) había sido anunciado antes en la Escritura como un misterio de redención universal, es decir, de rescate que libera a los hombres de la esclavitud del pecado (cf. Is 53,11-12 JN 8,34-36). S. Pablo profesa en una confesión de fe que dice haber "recibido" (1CO 15,3) que "Cristo ha muerto por nuestros pecados según las Escrituras" (ibidem: cf. también AC 3,18 AC 7,52 AC 13,29 AC 26,22-23). La muerte redentora de Jesús cumple, en particular, la profecía del Siervo doliente (cf. Is 53,7-8 y AC 8,32-35). Jesús mismo presentó el sentido de su vida y de su muerte a la luz del Siervo doliente (cf. Mt 20,28). Después de su Resurrección dio esta interpretación de las Escrituras a los discípulos de Emaús (cf. Lc 24,25-27), luego a los propios apóstoles (cf. Lc 24,44-45).

602 En consecuencia, S. Pedro pudo formular así la fe apostólica en el designio divino de salvación: "Habéis sido rescatados de la conducta necia heredada de vuestros padres, no con algo caduco, oro o plata, sino con una sangre preciosa, como de cordero sin tacha y sin mancilla, Cristo, predestinado antes de la creación del mundo y manifestado en los últimos tiempos a causa de vosotros" (1P 1,18-20). Los pecados de los hombres, consecuencia del pecado original, están sancionados con la muerte (cf. Rm 5,12 1CO 15,56). Al enviar a su propio Hijo en la condición de esclavo (cf.  Flp  PH 2,7), la de una humanidad caída y destinada a la muerte a causa del pecado (cf. Rm 8,3), Dios "a quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en él" (2CO 5,21).

603 Jesús no conoció la reprobación como si él mismo hubiese pecado (cf. Jn 8,46). Pero, en el amor redentor que le unía siempre al Padre (cf. Jn 8,29), nos asumió desde el alejamiento con relación a Dios por nuestro pecado hasta el punto de poder decir en nuestro nombre en la cruz: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?" (MC 15,34 PS 22,2). Al haberle hecho así solidario con nosotros, pecadores, "Dios no perdonó ni a su propio Hijo, antes bien le entregó por todos nosotros" (RM 8,32) para que fuéramos "reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo" (RM 5,10).

604 Al entregar a su Hijo por nuestros pecados, Dios manifiesta que su designio sobre nosotros es un designio de amor benevolente que precede a todo mérito por nuestra parte: "En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que El nos amó y nos envió a su Hijo como propiciación por nuestros pecados" (1JN 4,10 cf. 1JN 4,19). "La prueba de que Dios nos ama es que Cristo, siendo nosotros todavía pecadores, murió por nosotros" (RM 5,8).

605 Jesús ha recordado al final de la parábola de la oveja perdida que este amor es sin excepción: "De la misma manera, no es voluntad de vuestro Padre celestial que se pierda uno de estos pequeños" (MT 18,14). Afirma "dar su vida en rescate por muchos" (MT 20,28); este último término no es restrictivo: opone el conjunto de la humanidad a la única persona del Redentor que se entrega para salvarla (cf. Rm 5,18-19). La Iglesia, siguiendo a los Apóstoles (cf. 2CO 5,15 1JN 2,2), enseña que Cristo ha muerto por todos los hombres sin excepción: "no hay, ni hubo ni habrá hombre alguno por quien no haya padecido Cristo" (Cc Quiercy en el año 853: DS 624).

HERMENÉUTICA DE LA FE
La parábola de este domingo nos plantea diferentes momentos para la llamada divina: “La diferencia de las almas de los trabajadores está bien marcada en el hecho de ser llamados unos por la mañana, otros a la hora de tercia y así sucesivamente. El Señor los llamó a todos cuando estaban en disposición de obedecer, cosa que hizo con el buen ladrón, a quien llamó el Señor cuando vio que obedecería” (San Juan Crisóstomo).

También hoy la llamada divina del Señor se dirige a todos los fieles de la Iglesia, es una llamada para empeñarse en la misión evangelizadora de la Iglesia. “Los fieles laicos, tanto los niños y los jóvenes, como los mayores, los sacerdotes, los religiosos y las religiosas. Todos tienen que escuchar y seguir el llamamiento del Señor Jesús: “Id también vosotros a mi viña” (San Juan Pablo II). De modo particular a los laicos “corresponde, por propia vocación, tratar de obtener el reino de Dios gestionando los asuntos temporales y ordenándolos según Dios” (CDSI 541).

El Señor al final de la jornada da a todos una igual paga, no por justicia sino por su bondad, por su misericordia: “Da a todos un denario, recompensa de todos, porque a todos será igualmente dada la misma vida eterna. Habrá en la vida eterna, en la casa del Padre, muchas moradas y resaltará en ellas, de un modo diferente, el brillo de los méritos de cada uno. El denario, que es el mismo para todos, significa, que todos vivirán el mismo tiempo en el cielo y la diferencia de mansiones, indica la gloria distinta de los santos” (San Agustín).

En cuanto a que los últimos serán los primeros y los primeros, los últimos: “Muchos vienen a la fe, pero son pocos los que llegan al Reino de los Cielos, porque son muchos los que siguen a Dios con los labios y huyen de El con sus costumbres. De todo esto, podemos sacar dos consecuencias. Primera, que nadie debe presumir de sí mismo. Porque aunque uno haya sido llamado a la fe, no sabe si estará elegido para el Reino; y segunda, que nadie debe desconfiar de la salvación del prójimo, aunque lo vea entregado al vicio, porque todos ignoramos los tesoros de la misericordia de Dios” (San Gregorio Magno).

La afirmación muchos son los llamados y pocos los escogidos, pocos indica que no todos responden según la voluntad de Dios, convirtiendo sus costumbres e identificándose con Jesucristo. Realmente la mayor parte de personas no pretenden lo bueno ni lo mejor, sino que esto es propio de pocos, de los escogidos (cf. Sta. Teresa de Jesús).

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