CRISTO EN LA IGLESIA




El argumento protestante “sólo a Cristo hay que obedecer” carece de fundamento bíblico.
PLANTEAMIENTO
  La relación Cristo-Iglesia católica hasta el s. XVI nadie la ponía en duda. El principio Sola Scriptura negó la obediencia a la Iglesia y a la Tradición.
El método apologético, empleado para responder al protestantismo, ha sido superado en el s. XX con varios conceptos bíblicos como pueblo de Dios, misterio, sacramento universal de salvación, puestos de relieve especialmente desde el Vaticano II.
   Jesucristo quiso fundar su Iglesia, que como misterio presente en la historia es un verdadero signo de credibilidad. La Iglesia está unida al misterio de Dios y a la continuación de la redención de Cristo desde su origen y en su desarrollo.
  La Iglesia tuvo su comienzo en la predicación de Jesús, fue consumada en la Cruz y fue promulgada en Pentecostés.
  La obediencia de la fe supone comunión con la autoridad jerárquica, el Papa y los obispos, sucesores de los Apóstoles, llamados y confirmados por Jesús como las primicias del nuevo pueblo de Dios.

VALORACIÓN HISTÓRICO-TEOLOGICA DE LA IGLESIA

La crisis de obediencia supone una crisis de autoridad
  Desde Constantino hasta el comienzo de la Edad Media se produjo una secularización creciente del pontificado y una relación con el orden temporal que forjaron una visión temporal y política de la autoridad eclesial.
  El punto de crítica de la Reforma protestante no fue la relación Cristo-Iglesia, sino la fidelidad de la Iglesia al designio de Cristo y a la misión evangelizadora, convirtiéndose en una organización humana. La nueva propuesta eclesiológica sola Scriptura pretendía una relación directa con Dios sin la mediación de la Iglesia ni de la tradición.

La eclesiología postridentina
   Reacciona con un método apologético acentuando el carácter institucional de la Iglesia, luego para probar que era la verdadera Iglesia de Cristo recurrió a la via histórica, a la via notarum y a la via primatus.
   La via notarum tuvo un gran desarrollo, afirmando diversas cantidades, hasta quedar en las cuatro del Símbolo.
   El Concilio Vaticano I se refirió al primado, a la infalibilidad papal y la via empirica para hablar de la fe y de las razones para creer.

Época modernista
El método crítico aplicado a los evangelios desmoronó los argumentos apologéticos a través de las vías, especialmente de la vía histórica. La apologética acudió a la afirmación de la fundación de la Iglesia por el Jesús histórico, pero de alguna manera se aceptaba la separación del Jesús histórico con el Jesús de la fe. Esto hacía difícil presentar la acción del Espíritu Santo en la voluntad de Jesús respecto a la Iglesia.

El Concilio Vaticano II
La eclesiología es abordada en varios documentos, especialmente en la Constitución Lumen gentium.
   El misterio de la Iglesia está centrado en el misterio de Cristo y de la Trinidad, no en ella misma; el aspecto visible aparece íntimamente unido al mistérico: como sacramento universal de salvación (LG 48).
  La Iglesia es una sociedad visible y una comunidad espiritual, a imagen del Verbo encarnado.
  Respecto a las notas: la Iglesia «constituida y ordenada en este mundo como sociedad, subsiste en la Iglesia católica…» (LG 8).
   La Iglesia es el Pueblo de Dios (LG 9), superando el concepto de «sociedad perfecta» de los ss. XVII y XVIII. Emplea también el concepto de «sacramentum salutis».

Cómo se supera el método apologético
«Se trata ahora de… presentar el misterio de la Iglesia en su totalidad, de forma que se muestre como signo de la salvación de Dios operada en Cristo;… se trata de presentar la credibilidad del signo que es Cristo-en-la-Iglesia. Para ello la historia tiene una aportación clara que hacer, pero no separadamente de otras realidades y modos de acceso a la realidad eclesial» (César Izquierdo).

Origen y fundación de la Iglesia
  «La Iglesia fue prevista, querida e iniciada por Jesús durante su vida terrena», es decir, «la Iglesia depende en su ser de la acción histórica de Jesús; la Iglesia, tal como existe, no es sólo resultado de la acción de Jesús, sino también fruto de la acción del Espíritu Santo» (C. Izquierdo).
   La fundación de la Iglesia se palpa en la predicación del reino de Dios, la voluntad de Cristo de reunir al pueblo de Dios, la institución de los Doce, la vocación de Pedro, el significado de la Cena y de la Cruz. A esto ha de añadirse el origen trinitario de la Iglesia.

EL DATO REVELADO Y LA INTERPRETACIÓN ECLESIAL

Reino de Dios
  Llegada del reino (Mc 9,1; Mt 10,23); el reino escatológico (Mt 6,10; Mc 14,25); el reino ya llegó (Lc 11,20).
   No se puede contraponer el reino y la Iglesia. reino significa el obrar actual de Dios. El reino se identifica con la persona misma de Cristo. «Se prometió el reino y vino Jesús, y de Jesús la Iglesia».

El nuevo Pueblo de Dios
   La Iglesia querida por Jesucristo es un nuevo pueblo de Dios convocado por Él a partir de Israel para la salvación de todos los demás pueblos.
   Lc 13,34 manifiesta el querer de Jesús para convocar al nuevo pueblo en y por medio de Israel.
   Esta Iglesia querida por Jesús tomó su forma concreta después de su pascua, bajo la acción del Espíritu Santo, comprendiendo profundamente los apóstoles el rechazo de Jesús por parte de Israel.

Los Doce
  La elección e institución de los Doce, a partir de los discípulos, es un hecho clave sobre la voluntad del Señor para fundar la Iglesia.
   Jesús establece un discipulado diferente al de los rabinos de su tiempo: él elegía a los discípulos; los unió a su propia persona; «la vocación al discipulado de Cristo es vocación a la irrevocable adhesión a su persona»; los discípulos forman una comunidad nueva en torno al Señor.
   Mc 3,13ss; Mt 10,1-4; Lc 6,12-16 indica que la elección de los Doce es uno de los hechos más importantes de la vida de Jesús, siendo Pedro la cabeza de la lista. Son formados especialmente de cara a una nueva comunidad.
Los Doce y los Apóstoles aparecen como términos equivalentes, e indican una la relación y diferencia con Israel. Ellos simbolizan al nuevo pueblo de Dios del cual son los nuevos patriarcas.

Apostolicidad de la Iglesia
«La Iglesia es apostólica porque está fundada sobre los apóstoles, y esto en un triple sentido:
— Fue y permanece edificada sobre "el fundamento de los apóstoles" (EP 2,20 AC 21,14), testigos escogidos y enviados en misión por el mismo Cristo (cf MT 28,16-20 AC 1,8 1CO 9,1 1CO 15,7-8 GA 1,1; etc.).
— Guarda y transmite, con la ayuda del Espíritu Santo que habita en ella, la enseñanza (cf AC 2,42), el buen depósito, las sanas palabras oídas a los apóstoles (cf 2TM 1,13-14).
— Sigue siendo enseñada, santificada y dirigida por los apóstoles hasta la vuelta de Cristo gracias a aquellos que les suceden en su ministerio pastoral: el colegio de los obispos, "a los que asisten los presbíteros juntamente con el sucesor de Pedro y Sumo Pastor de la Iglesia" (AGD 5):
Porque no abandonas nunca a tu rebaño, sino que, por medio de los santos pastores, lo proteges y conservas, y quieres que tenga siempre por guía la palabra de aquellos mismos pastores a quienes tu Hijo dio la misión de anunciar el Evangelio (MR, Prefacio de los apóstoles)» (CEC 857)

Obispos, sucesores de los Apóstoles
"Para que continuase después de su muerte la misión a ellos confiada, encargaron mediante una especie de testamento a sus colaboradores más inmediatos que terminaran y consolidaran la obra que ellos empezaron. Les encomendaron que cuidaran de todo el rebaño en el que el Espíritu Santo les había puesto para ser los pastores de la Iglesia de Dios. Nombraron, por tanto, de esta manera a algunos varones y luego dispusieron que, después de su muerte, otros hombres probados les sucedieran en el ministerio" (LG 20 cf San Clemente Romano, Cor. LG 42 LG 44) (CEC 861)
"Así como permanece el ministerio confiado personalmente por el Señor a Pedro, ministerio que debía ser transmitido a sus sucesores, de la misma manera permanece el ministerio de los apóstoles de apacentar la Iglesia, que debe ser elegido para siempre por el orden sagrado de los obispos". Por eso, la Iglesia enseña que "por institución divina los obispos han sucedido a los apóstoles como pastores de la Iglesia. El que los escucha, escucha a Cristo; el que, en cambio, los desprecia, desprecia a Cristo y al que lo envió" (LG 20) (CEC 862)

Pedro
   La vocación y misión de Pedro aparece la voluntad del Señor para fundar la Iglesia. Además de Mt 16,16-18 tenemos a 1Co 15,3-7; Ga 1,18 donde Pedro es el primer testigo de la resurrección del Señor y que la comunión del único evangelio es muy importante. Jn 21,15-19 también presenta la preeminencia de Pedro.
  El mismo cambio de nombre de Simón a Pedro indica la misión que tendría en el nuevo pueblo de Dios.
  El mismo término ekkesía de Mt 18,17 es auténtico por su singularidad y porque semánticamente coincide con viña, vid y sarmientos, rebaño y pastor.

La Cena
  1Co 11,23-25 es la tradición que pervive en las comunidades gentiles sobre lo que Jesús hizo esa noche, como lo confirman y completan los Sinópticos.
  «…la última Cena debe concebirse como el verdadero acto fundacional de la Iglesia por parte de Jesús… Jesús creó una ‘Iglesia’; es decir, una nueva comunidad visible de salvación, entendida como un nuevo Israel, un nuevo pueblo de Dios cuyo centro es la celebración de la Cena en la que ha nacido y de la que vive. ‘El pueblo de la nueva alianza se convierte en cuerpo a partir del cuerpo y de la sangre de Cristo».

CONCLUSIÓN
   La obediencia al Hijo de Dios, Jesucristo, es obediencia a su Cuerpo místico, al nuevo Pueblo de Dios, fundado sobre Pedro y los apóstoles.
   La Iglesia es el nuevo Pueblo de Dios, fundado por Jesucristo en y con Israel, a partir del Resto y se abre a la salvación de todos los pueblos gentiles.
La Iglesia es un misterio de comunión, cuya constitutivo humano necesita siempre renovarse, pero que su dimensión divina le permite superar las diversas pruebas a lo largo de la historia.
  Quien obedece a la Iglesia católica obedece a Jesucristo, porque Cristo está vivo en su Iglesia.

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