QUINTO DOMINGO (C)
Monición ambiental
Jesucristo,
Palabra de Dios hecha carne, nos invita a confiar en su eficacia divina para
pescar a los hombres de nuestro tiempo, a descubrir la extraordinaria
fecundidad de la misión evangelizadora en comunión con Él. He aquí el secreto
para lanzar la red del Evangelio en el mar de la historia: estar profundamente
unidos a Él por la oración, la conversión constante y la apertura del corazón a
la acción de su gracia sobrenatural.
Oración Colecta
Vela, Señor, con
amor continuo sobre tu familia: protégela y defiéndela siempre, ya que sólo en
ti ha puesto su esperanza.
Por nuestro Señor Jesucristo.
Primera Lectura
M. El
profeta Isaías relata su visión del Señor y cómo un serafín lo purificó de su
culpa y le perdonó su pecado para que pudiera responder a la misión que Yavé le
encomendó.
Lectura del libro del libro de Isaías
6,1-2ª. 3-8
El año de la muerte del rey Ozías, vi al Señor
sentado sobre un trono alto y excelso: la orla de su manto llenaba el templo.
Y
vi serafines en pie junto a él. Y se gritaban uno a otro, diciendo:
─"¡Santo,
santo, santo, el Señor de los ejércitos, la tierra está llena de su
gloria!"
Y
temblaban los umbrales de las puertas al clamor de su voz, y el templo estaba
lleno de humo.
Yo
dije:
─"¡Ay
de mí, estoy perdido! Yo, hombre de
labios impuros, que habito en medio de un pueblo de labios impuros, he visto
con mis ojos al Rey y Señor de los ejércitos."
Y
voló hacía mí uno de los serafines, con un ascua en la mano, que había cogido
del altar con unas tenazas; la aplicó a mi boca y me dijo:
─"Mira;
esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está perdonado tu
pecado."
Entonces,
escuché la voz del Señor, que decía:
─"¿A
quién mandaré? ¿Quién irá por mí?"
Contesté:
─"Aquí
estoy, mándame.".
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial
Sal 137,1-2ª. 2bc-3.4-5.7c-8 (R.:1c)
M. El
salmista da gracias al Señor por su misericordia y su lealtad, e invita a los
reyes de la tierra a hacer lo mismo ante la gloria divina.
R/.
Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Te
doy gracias, Señor, de todo corazón; delante de los ángeles tañeré para ti, me
postraré hacia tu santuario. R/. Delante de los ángeles tañeré para ti,
Señor.
Daré
gracia a tu nombre: por tu misericordia y tu lealtad, porque tu promesa supera
a tu fama; cuando te invoqué, me escuchaste, acreciste el valor en mi alma. R/.
Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Que
te den gracias, Señor, los reyes de la tierra, al escuchar el oráculo de tu
boca; canten los caminos del Señor, porque la gloria del Señor es grande. R/ Delante de los ángeles tañeré para ti, Señor.
Tu
derecha me salva. El Señor completará sus favores conmigo: Señor, tu
misericordia es eterna, no abandones la obra de tus manos. R/. Delante de
los ángeles tañeré para ti, Señor.
Segunda Lectura
M. San
Pablo hace profesión de su fe en la resurrección de Jesucristo y de cómo Dios
lo llamó a ser apóstol por pura gracia. La gracia divina también le permitió
una mayor fecundidad que los demás apóstoles.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios 15,1-11
Os recuerdo, hermanos, el Evangelio que os proclamé
y que vosotros aceptasteis, y en el que estáis fundados, y que os está salvado,
si es que conserváis el Evangelio que os proclamé; de lo contrario, se ha
malogrado vuestra adhesión a la fe.
Porque
lo primero que yo os transmití, tal como lo había recibido, fue esto: que
Cristo murió por nuestros pecados, según
las Escrituras; que fue sepultado y que resucitó al tercer día, según las
Escrituras; que se le apareció a Cefas y más tarde a los Doce; después se
apareció a más de quinientos hermanos juntos, la mayoría de los cuales viven
todavía, otros han muerto; después se le apareció a Santiago, después a todos
los apóstoles; por último, se me apreció también a mí.
Porque
yo soy el menor de los apóstoles y no soy digno de llamarme apóstol, porque he
perseguido a la Iglesia de Dios.
Pero por la
gracia de Dios soy lo que soy, y su gracia no se ha frustrado en mí. Antes
bien, he trabajado más que todos ellos. Aunque no he sido yo, sino la gracia de
Dios conmigo. Pues bien; tanto ellos como yo esto es lo que predicamos; esto es
lo que habéis creído.
Palabra de Dios.
M. San Lucas nos presenta la pesca milagrosa de Pedro
y los apóstoles en el lago de Genesaret, gracias a su confianza en la Palabra
de Jesús. La extraordinaria gracia del Señor se manifiesta cuando el creyente
confía y espera en Jesús.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya
Mt 4,19
Venid
y seguidme –dice el Señor–, y os haré pescadores de hombres.
Evangelio
† Lectura
del Santo evangelio según san Lucas 5,1-11
En
aquel tiempo, la gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la palabra de
Dios, estando él a orillas del lago de Genesaret. Vio dos barcas que estaban
junto a la orilla; los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las
redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un
poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de
hablar, dijo a Simón: ─"Rema mar adentro, y echad las redes para
pescar."
Simón contesto:
─"Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada;
pero, por tu palabra, echaré las redes." Y, puestos a la obra, hicieron
una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los
socios de la otra barca, para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron
ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro
se arrojó a los pies de Jesús diciendo: ─"Apártate de mí, Señor, que soy
un pecador." Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que
estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y Juan,
hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón:
─"No temas;
desde ahora serás pescador de hombres."
Ellos sacaron
las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
Palabra del
Señor
HOMILIA
CREDO
ORACION DE LOS FIELES
Oremos,
hermanos, al Padre del Unigénito, al Hijo del Dios eterno y al Espíritu, fuente
de todo bien:
Respondiendo
todos:
R/. Escucha,
Señor, nuestra oración.
·
Para la Iglesia
inmaculada del Dios verdadero, extendida por todo el mundo, pidamos la plena
riqueza del amor de Dios, roguemos al Señor. R/. Escucha, Señor, nuestra
oración.
·
Por los que
gobiernan los pueblos y tienen en su mano el destino de los hombres, pidamos el
espíritu de justicia y el deseo de servir con dedicación a sus súbditos.
roguemos al Señor. R/. Escucha, Señor, nuestra oración.
·
Por los débiles
que se ven oprimidos y por los justos que sufren persecución, roguemos al
Señor. R/. Escucha, Señor, nuestra oración.
Dios nuestro de
grandeza infinita, que has confiado a nuestros labios impuros y a nuestras
fuerzas débiles la misión de proclamar el Evangelio, escucha las oraciones de
tu familia y susténtanos con tu Espíritu, para que tu palabra sea acogida por
los hombres con corazón generoso y abierto y dé fruto abúndate en todo el
mundo.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor, Dios nuestro, que has creado este pan y este vino para reparar
nuestras fuerzas, concédenos que sean también para nosotros sacramento de vida
eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal 106,8-9
Den gracias al Señor por su misericordia, por las maravillas que hace con
los hombres. Calmó el ansia de los sedientos y a los hambrientos los colmó de
bienes.
Oración después de la Comunión
Oh Dios, que has querido hacernos partícipes de un mismo pan y de un
mismo cáliz, concédenos vivir tan unidos en Cristo, que fructifiquemos con gozo
para la salvación del mundo. Por
Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 520, 618, 923, 1618, 1642,
2053: todos estamos llamados a seguir a Cristo
CEC 2144, 2732: el temor de la
presencia de Dios contra la presunción
CEC 631-644: los Apóstoles testigos de la
Resurrección
641 María Magdalena y las santas mujeres, que venían de
embalsamar el cuerpo de Jesús (cf. Mc 16,1 LC 24,1) enterrado a prisa en
la tarde del Viernes Santo por la llegada del Sábado (cf. Jn 19,31 Jn
19,42) fueron las primeras en encontrar al Resucitado (cf. Mt 28,9-10
;Jn 20, 11-18). Así las mujeres fueron las primeras mensajeras de la
Resurrección de Cristo para los propios Apóstoles (cf. Lc 24,9-10).
Jesús se apareció en seguida a ellos, primero a Pedro, después a los Doce (cf. 1CO
15,5). Pedro, llamado a confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc
22,31-32), ve por tanto al Resucitado antes que los demás y sobre su
testimonio es sobre el que la comunidad exclama: "¡Es verdad! ¡El Señor ha
resucitado y se ha aparecido a Simón!" (LC 24,34).
642 Todo lo que
sucedió en estas jornadas pascuales compromete a cada uno de los Apóstoles - y
a Pedro en particular - en la construcción de la era nueva que comenzó en la
mañana de Pascua. Como testigos del Resucitado, los apóstoles son las piedras
de fundación de su Iglesia. La fe de la primera comunidad de creyentes se funda
en el testimonio de hombres concretos, conocidos de los cristianos y, para la
mayoría, viviendo entre ellos todavía. Estos "testigos de la Resurrección
de Cristo" (cf. Ac 1,22) son ante todo Pedro y los Doce, pero no
solamente ellos: Pablo habla claramente de más de quinientas personas a las que
se apareció Jesús en una sola vez, además de Santiago y de todos los apóstoles
(cf. 1CO 15,4-8).
643 Ante estos
testimonios es imposible interpretar la Resurrección de Cristo fuera del orden
físico, y no reconocerlo como un hecho histórico. Sabemos por los hechos que la
fe de los discípulos fue sometida a la prueba radical de la pasión y de la
muerte en cruz de su Maestro, anunciada por él de antemano(cf. Lc 22,31-32).
La sacudida provocada por la pasión fue tan grande que los discípulos (por lo
menos, algunos de ellos) no creyeron tan pronto en la noticia de la
resurrección. Los evangelios, lejos de mostrarnos una comunidad arrobada por
una exaltación mística, los evangelios nos presentan a los discípulos abatidos
("la cara sombría": LC 24,17) y asustados (cf. Jn 20,19).
Por eso no creyeron a las santas mujeres que regresaban del sepulcro y
"sus palabras les parecían como desatinos" (LC 24,11 cf. Mc
16,11 Mc 16,13). Cuando Jesús se manifiesta a los once en la tarde
de Pascua "les echó en cara su incredulidad y su dureza de cabeza por no
haber creído a quienes le habían visto resucitado" (MC 16,14).
644 Tan imposible les parece la cosa que,
incluso puestos ante la realidad de Jesús resucitado, los discípulos dudan
todavía (cf. Lc 24,38): creen ver un espíritu (cf. Lc 24,39).
"No acaban de creerlo a causa de la alegría y estaban asombrados" (LC
24,41). Tomás conocerá la misma prueba de la duda (cf. JN 20,24-27)
y, en su última aparición en Galilea referida por Mateo, "algunos sin
embargo dudaron" (MT 28,17). Por esto la hipótesis según la cual la
resurrección habría sido un "producto" de la fe (o de la credulidad)
de los apóstoles no tiene consistencia. Muy al contrario, su fe en la
Resurrección nació - bajo la acción de la gracia divina - de la experiencia
directa de la realidad de Jesús resucitado.
HERMENÉUTICA DE LA FE
Vínculo literario entre Is 6,1-2ª. 3-8 y Lc 5,1-11
─"Mira; esto ha tocado tus labios, ha desaparecido tu culpa, está
perdonado tu pecado."
Entonces, escuché la voz del Señor, que decía:
─"¿A quién mandaré? ¿Quién irá por mí?"
Contesté:
─"Aquí estoy, mándame.".
|
─"No temas; desde ahora serás pescador de hombres."
Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron.
|
Primera
lectura
“La santidad exige un esfuerzo
constante, pero es posible a todos, porque, más que obra del hombre, es ante
todo don de Dios, tres veces santo (cf. IS 6,3). En la segunda lectura
el apóstol san Juan observa: "Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para
llamarnos hijos de Dios, pues ¡lo somos!" (1JN 3,1). Por
consiguiente, es Dios quien nos ha amado primero y en Jesús nos ha hecho sus
hijos adoptivos. En nuestra vida todo es don de su amor. ¿Cómo quedar
indiferentes ante un misterio tan grande? ¿Cómo no responder al amor del Padre
celestial con una vida de hijos agradecidos? En Cristo se nos entregó
totalmente a sí mismo, y nos llama a una relación personal y profunda con él.
Por tanto, cuanto más imitamos a Jesús
y permanecemos unidos a él, tanto más entramos en el misterio de la santidad
divina. Descubrimos que somos amados por él de modo infinito, y esto nos
impulsa a amar también nosotros a nuestros hermanos. Amar implica siempre un
acto de renuncia a sí mismo, "perderse a sí mismos", y precisamente
así nos hace felices”
(Benedicto XVI, 1 noviembre 2006).
Evangelio
El Señor “no sólo era admirable cuando hacía
milagros, sino que su solo aspecto abundaba en gracia de una manera
extraordinaria. Por lo que cuando hablaba le oían con el mayor silencio, y
nunca interrumpían su discurso” (San Juan Crisóstomo). El Señor cuando nos
llama nos pide creerle, obedecerlo, darle la primacía sobre todo: “así como
llamó a los magos por medio de una estrella, llama ahora a los pescadores por
medio del arte de pescar. Observa también la fe y la obediencia de los
apóstoles… Una obediencia igual exige Jesucristo de nosotros. Y debemos dejar
todas las cosas cuando nos llama” (San Juan Crisóstomo).
Pedro
ante la llamada de Jesús de bogar mar adentro, pone en acto su fe lanzando las
redes para pescar, esto le permite palpar la omnipotencia del Señor, poco a
poco el Espíritu le irá esclareciendo aún más el ser mesiánico de Jesús. “Pedro
toma conciencia de la distancia que lo separa a él, "pecador", de
aquel a quien ahora reconoce como el "Señor". Se siente transformado
interiormente y, ante la invitación del Maestro, deja las redes y lo sigue.
Así, el pescador de Galilea se convierte en el apóstol de Cristo, la piedra
sobre la que Cristo funda su Iglesia” (San Juan Pablo II).
Pedro
descubre la grandeza del proyecto divino, de su Reino, por contraste con la
pequeñez de su proyecto y de sus expectativas mesiánicas, lo mismo que cada uno
de nosotros debe aprenderlo para poder ser pescadores de hombres. “Jesús se
presenta como el "Dios humano", el siervo de Dios, que trastorna las
expectativas de la muchedumbre siguiendo el camino de la humildad y el
sufrimiento. Es la gran alternativa, que también nosotros debemos aprender
siempre de nuevo: privilegiar nuestras expectativas, rechazando a Jesús, o
acoger a Jesús en la verdad de su misión y renunciar a nuestras expectativas
demasiado humanas” (Benedicto XVI).
Jesús llama también hoy a los obispos y sacerdotes a bogar mar adentro de
la historia, mar adentro del enseñar, del santificar y del gobernar al pueblo
de Dios, “que se adentren en el mar de la historia y echen las redes, para
conquistar a los hombres para el Evangelio, para Dios, para Cristo, para la
vida verdadera” (Benedicto XVI).
Los nuevos desafíos de este tiempo requieren fe y esperanza en el Señor:
“echar la red del Evangelio en el mar agitado de este tiempo para obtener la
adhesión de los hombres a Cristo; para sacarlos, por así decir, de las aguas
salinas de la muerte y de la oscuridad en la cual la luz del cielo no penetra.
Debéis llevarlos a la tierra de la vida, en la comunión con Jesucristo”
(Benedicto XVI).
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