OCTAVO DOMINGO (C)
Monición ambiental
El cristianismo católico es la religión de la ley
interior: del corazón nacen los buenos y malos actos. Por esto conocemos por
sus frutos externos lo que alguien alberga en su interior. Jesucristo viene a
darnos un corazón nuevo, movido por su Espíritu para que obremos según la ley
del amor.
Oración Colecta
Concédenos tu ayuda, Señor, para que el mundo
progrese, según tus designios, gocen las naciones de una paz estable y tu Iglesia
se alegre de poder servirte con una entrega confiada y pacífica.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M.
El libro del Eclesiástico revela que el interior del hombre se revela en su
razonar y en su palabra.
Lectura
del libro del Eclesiástico 27, 4-7
Se
agita la criba y queda el desecho, así el desperdicio del hombre cuando es
examinado.
El
horno prueba la vasija del alfarero, el hombre se prueba en su razonar.
El
fruto muestra el cultivo de un árbol, la palabra, la mentalidad del hombre.
No
alabes a nadie antes de que razone, porque ésa es la prueba del hombre.
Palabra
de Dios.
Salmo responsorial Sal 91, 2-3. 13-14. 15-16 (R.: cf. 2a)
M. Con el salmo 91 demos
gracias a Dios, alabando su gracia en favor de los justos, diciendo: R. Es
bueno darte gracias, Señor.
Es bueno dar gracias al
Señor
y tocar para tu nombre, oh
Altísimo,
proclamar por la mañana tu
misericordia
y de noche tu fidelidad.
R.
El justo crecerá como una
palmera,
se alzara como un cedro
del Líbano:
plantado en la casa del
Señor,
crecerá en los atrios de
nuestro Dios. R.
En la vejez seguirá dando
fruto
y estará lozano y
frondoso,
para proclamar que el
Señor es justo,
que en mi Roca no existe
la maldad. R.
SEGUNDA LECTURA
M.
San Pablo habla de la victoria del ser corruptible al revestirse de la
inmortalidad por medio de Jesucristo.
Lectura de la primera carta del
apóstol san Pablo a los Corintios 15, 54-58
Hermanos:
Cuando
esto corruptible se vista de incorrupción, y esto mortal se vista de inmortalidad,
entonces se cumplirá la palabra escrita: «La muerte ha sido absorbida en la
victoria. ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está, muerte, tu aguijón?»
El aguijón de la muerte es
el pecado, y la fuerza del pecado es la Ley.
¡Demos gracias a Dios, que
nos da la victoria por nuestro Señor Jesucristo!
Así, pues, hermanos míos
queridos, manteneos firmes y constantes.
Trabajad
siempre por el Señor, sin reservas, convencidos de que el Señor no dejará sin
recompensa vuestra fatiga.
Palabra de Dios.
M. El evangelista san
Lucas nos habla de los frutos buenos que da el hombre bueno porque saca de su
corazón el bien.
Aleluya Flp 2, 15d. l6a
Brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una razón para vivir.
Brilláis como lumbreras del mundo, mostrando una razón para vivir.
EVANGELIO
+ Lectura del santo evangelio según san Lucas
6,39-45
En
aquel tiempo, dijo Jesús a los discípulos una parábola:
«¿Acaso
puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?
Un
discípulo no es más que su maestro, si bien, cuando termine su aprendizaje,
será como su maestro.
¿Por
qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga
que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano:
"Hermano,
déjame que te saque la mota del ojo", sin fijarte en la viga que llevas en
el tuyo? ¡Hipócrita! Sácate primero la viga de tu ojo, y entonces verás claro
para sacar la mota del ojo de tu hermano.
No
hay árbol sano que dé fruto dañado, ni árbol dañado que dé fruto sano.
Cada
árbol se conoce por su fruto; porque no se cosechan higos de las zarzas, ni se
vendimian racimos de los espinos.
El
que es bueno, de la bondad que atesora en su corazón saca el bien, y el que es
malo, de la maldad saca el mal; porque lo que rebosa del corazón, lo habla la
boca.»
Palabra
del Señor.
ORACION DE LOS FIELES
Con
la certeza de que Dios nunca nos abandona, digamos con fe: Escúchanos Señor.
·
Por la Iglesia: para que sirve al Señor buscando su Reino y
su justicia. Oremos.
·
Por el Papa Francisco y nuestro Obispo Miguel: para que
sean servidores solícitos del pueblo de Dios y para que administren
misericordia. Oremos.
·
Por los gobernantes de las naciones: para que actúen con
justicia, velen por la paz, y no permitan que a nadie falte lo necesario para
vivir con dignidad. Oremos.
·
Por los difuntos: para que revestidos de la gloria de Cristo
disfruten del banquete del Reino. Oremos.
·
Por los que celebramos nuestra fe en la mesa del altar:
para que seamos servidores del Evangelio y testigos del amor providente de
nuestro Padre del cielo. Oremos.
Señor Dios, que haces tuyas nuestras ofrendas,
que tú mismo nos das para dedicarlas a tu nombre, concédenos que también nos
alcancen la recompensa eterna.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Señor Dios nuestro, tú mismo nos das lo que hemos de
ofrecerte y miras esta ofrenda como un gesto de nuestro devoto servicio;
confiadamente suplicamos que lo que nos otorgas para que redunde en mérito
nuestro nos ayude también a alcanzar los premios eternos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Mt 28,20
Sabed que yo estoy con vosotros todos los días,
hasta el fin del mundo –dice el Señor.
Oración después de la Comunión
Alimentados con los dones de la salvación, te
pedimos, Padre de misericordia, que por este sacramento con que ahora nos
fortaleces nos hagas un día ser partícipes de la vida eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO IGLESIA
CATÓLICA
CEC 2563: el corazón es la demora de la
verdad
CEC 1755-1756: los buenos actos y los malos
actos
CEC 1783-1794: la formación de la
conciencia y la decisión según la conciencia
CEC 2690: la dirección espiritual
CEC 1009-1013: el
sentido cristiano de la muerte
2562 ¿De
dónde viene la oración del hombre? Cualquiera que sea el lenguaje de la oración
(gestos y palabras), el que ora es todo el hombre. Sin embargo, para designar
el lugar de donde brota la oración, las Escrituras hablan a veces del alma o
del espíritu, y con más frecuencia del corazón (más de mil veces). Es el corazón
el que ora. Si éste está alejado de Dios, la expresión de la oración es vana.
2563 El corazón es la morada donde yo estoy, o donde yo habito
(según la expresión semítica o bíblica: donde yo "me adentro"). Es
nuestro centro escondido, inaprensible, ni por nuestra razón ni por la de
nadie; sólo el Espíritu de Dios puede sondearlo y conocerlo. Es el lugar de la
decisión, en lo más profundo de nuestras tendencias psíquicas. Es el lugar de
la verdad, allí donde elegimos entre la vida y la muerte. Es el lugar del
encuentro, ya que a imagen de Dios, vivimos en relación: es el lugar de la
Alianza.
HERMENÉUTICA DE LA FE
Vínculo literario entre Eclesiástico 27,4-7
y Lc 6,39-45
El
fruto muestra el cultivo de un
árbol,
la palabra, la
mentalidad
del hombre.
No
alabes a nadie antes de que
razone,
porque ésa es la
prueba
del hombre.
|
Cada
árbol se conoce por su fruto;
porque
no se cosechan higos de las
zarzas,
ni se vendimian racimos
de
los espinos.
El
que es bueno, de la bondad
que
atesora en su corazón saca
el
bien, y el que es malo, de la
maldad
saca el mal; porque lo que
rebosa
del corazón, lo habla la boca.
|
1Co 15,54-58
“Entonces, finalmente, el triunfo de Cristo será completo,
porque, como nos dice el mismo san Pablo mostrando cómo se cumplen las antiguas
profecías de las Escrituras, la muerte será vencida definitivamente y, con
ella, el pecado que la hizo entrar en el mundo y la ley que fija el pecado sin
dar la fuerza para vencerlo: «La muerte ha sido absorbida en la victoria. /
¿Dónde está, muerte, tu victoria? / ¿Dónde está, muerte, tu aguijón? / El
aguijón de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado, la ley» (1Co
15,54-56). San Pablo nos dice, por lo tanto, que todo hombre, mediante el
bautismo en la muerte y resurrección de Cristo, participa en la victoria de
Aquel que antes que todos venció a la muerte, comenzando un camino de
transformación que se manifiesta ya desde ahora en una novedad de vida y que
alcanzará su plenitud al final de los tiempos.
Es muy significativo que el pasaje concluya con una acción
de gracias: «¡Gracias a Dios, que nos da la victoria por medio de nuestro Señor
Jesucristo!» (1Co 15,57). El canto de victoria sobre la muerte se
transforma en canto de acción de gracias elevado al Vencedor. También nosotros,
esta tarde, celebrando la alabanza vespertina a Dios, queremos unir nuestra
voz, nuestra mente y nuestro corazón a este himno de acción de gracias por lo
que la gracia divina obró en el Apóstol de los gentiles y por el admirable
designio salvífico que Dios Padre realiza en nosotros por medio del Señor
Jesucristo”
(Benedicto XVI).
Lucas 6,39-45
El
discípulo del Señor sigue a su Maestro especialmente en el ejercicio del amor
cristiano: “En el seguimiento de Cristo, nuestro
divino Maestro, aprendemos que para ser sus discípulos es preciso seguirlo
especialmente con la capacidad de amar, tal como él mismo la describe en el
texto del evangelio según san Lucas que estamos leyendo en estos domingos. El
núcleo de su mensaje es precisamente el amor, más aún, el amor a los enemigos,
que no
busca venganza y ofrece el
perdón; es la misericordia y la disponibilidad a amar siempre, incluso a costa de la vida,
al estilo de Dios (cf. Lc 6,27-38).
Esta
es la enseñanza que hay que acoger y transmitir fielmente. Esta es la única
escuela que forma a los auténticos misioneros del Evangelio, llamados a ser
guías sabios y seguros para sus hermanos (cf.
Lc 6,39)” (San Juan Pablo II).
El
discípulo debe saber discernir a la hora de juzgar a su hermano: “Por desgracia, a menudo sentimos la tentación de condenar
los defectos y los pecados de los demás, sin lograr ver los nuestros con la
misma lucidez. ¿Cómo darnos cuenta si nuestro propio ojo está libre o cubierto
con una viga? Jesús responde: "Cada árbol se conoce por su fruto" (LC
6,44).
Este
sano discernimiento es don del Señor, y hay que implorarlo con oración incesante.
Al mismo tiempo, es conquista personal que exige humildad y paciencia,
capacidad de escucha y esfuerzo por comprender a los demás” (San Juan Pablo II).
El interior del hombre es la
fuente de su obrar: “Esta
fe, que actúa por la caridad (cf. Ga 5,6), proviene de lo más íntimo del
hombre, de su «corazón» (cf. Rm 10,10), y desde aquí viene llamada a
fructificar en las obras (cf. Mt 12,33-35 Lc 6,43-45 Rm 8,5-8 Ga 5,22).
En el Decálogo se encuentra, al inicio de los diversos mandamientos, la cláusula
fundamental: «Yo, el Señor, soy tu Dios» (Ex 20,2), la cual, confiriendo
el sentido original a las múltiples y varias prescripciones particulares,
asegura a la moral de la Alianza una fisonomía de totalidad, unidad y
profundidad. La elección fundamental de Israel se refiere, por tanto, al
mandamiento fundamental (cf. Jos 24,14-25 Ex 19,3-8 Mi 6,8). También la
moral de la nueva alianza está dominada por la llamada fundamental de Jesús a
su seguimiento —al joven le dice: «Si quieres ser perfecto... ven, y sígueme»
(Mt 19,21)—; y el discípulo responde a esa llamada con una decisión y
una elección radical.” (VS 66).
Y siempre en torno al corazón:
“Lo mismo es el tesoro del corazón que
la raíz del árbol. Todo aquel que en su corazón tiene el tesoro de la paciencia
y del amor perfecto, produciendo sus óptimos frutos, ama a su enemigo y hace
todo lo que el Señor manda, por el contrario el que mantiene un tesoro inútil
en su corazón, obra perniciosamente” (Beda).
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