SOLEMNIDAD SANTÍSIMA TRINIDAD (B)
MONICIÓN
AMBIENTAL
Jesucristo, al darnos como
Iglesia, el mandato misionero revela la plenitud del misterio trinitario.
Evangelizar supone la misión sacramental comunicada a través del Orden
sacerdotal. El bautismo nos recrea en Cristo y nos introduce en la vida
trinitaria, nos hace miembros del cuerpo místico de Jesús, capacitándonos para
testimoniar la comunión misionera a todos los hombres.
ORACIÓN
COLECTA
Dios, Padre todopoderoso,
que has enviado al mundo la Palabra de la verdad y el Espíritu de la
santificación para revelar a los hombres tu admirable misterio, concédenos
profesar la fe verdadera, conocer la gloria de la eterna Trinidad y adorar su
Unidad todopoderosa.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA
LECTURA
M. El libro del Deuteronomio presenta
la llamada que Dios hace a Israel para que lo reconozca como el Dios verdadero,
guarde sus mandamientos y alcance la felicidad.
Lectura
del libro del Deuteronomio 4, 32-34. 39-40
Moisés habló al pueblo,
diciendo:—«Pregunta, pregunta a los tiempos antiguos, que te han precedido,
desde el día en que Dios creó al hombre sobre la tierra: ¿hubo jamás, desde un
extremo al otro del cielo, palabra tan grande como ésta?; ¿se oyó cosa
semejante?; ¿hay algún pueblo que haya oído, como tú has oído, la voz del Dios
vivo, hablando desde el fuego, y haya sobrevivido?; ¿algún Dios intentó jamás
venir a buscarse una nación entre las otras por medio de pruebas, signos,
prodigios y guerra, con mano fuerte y brazo poderoso, por grandes terrores,
como todo lo que el Señor, vuestro Dios, hizo con vosotros en Egipto, ante
vuestros ojos? Reconoce, pues, hoy y medita en tu corazón, que el Señor es el
único Dios, allá arriba en el cielo, y aquí abajo en la tierra; no hay otro.
Guarda los preceptos y mandamientos que yo te prescribo hoy, para que seas
feliz, tú y tus hijos después de ti, y prolongues tus días en el suelo que el
Señor, tu Dios, te da para siempre."
Palabra de Dios.
Salmo responsorial 32, 4-5. 6 y 9. 18-19. 20 y 22 (R/.: 12b)
M.
El salmista alaba al pueblo que Dios se escogió como heredad. Dios es fiel en
su Palabra y en sus acciones. El Señor se fija en los que esperan su
misericordia. Digamos: R/. Dichoso el
pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La
palabra del Señor es sincera, y todas sus acciones son leales; él ama la
justicia y el derecho, y su misericordia llena la tierra. R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
La
palabra del Señor hizo el cielo; el aliento de su boca, sus ejércitos, porque él
lo dijo, y existió, él lo mandó, y surgió. R/.
Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
Los
ojos del Señor están puestos en sus fieles, en los que esperan en su
misericordia, para librar sus vidas de la muerte y reanimarlos en tiempo
de hambre. R/. Dichoso el pueblo
que el Señor se escogió como heredad.
Nosotros
aguardamos al Señor: él es nuestro auxilio y escudo; que tu misericordia,
Señor, venga sobre nosotros, como lo esperamos de ti. R/. Dichoso el pueblo que el Señor se escogió como heredad.
SEGUNDA LECTURA
M.
San Pablo afirma que son hijos de Dios aquellos que se dejan conducir por el
Espíritu Santo. Si somos hijos también somos coherederos con Cristo.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Romanos 8, 14-17
Hermanos:
Los que se dejan llevar por el Espíritu de Dios, ésos son hijos de Dios. Habéis
recibido, no un espíritu de esclavitud, para recaer en el temor, sino un
espíritu de hijos adoptivos, que nos hace gritar: «¡Abba!» (Padre). Ese
Espíritu y nuestro espíritu dan un testimonio concorde: que somos hijos de
Dios; y, si somos hijos, también herederos; herederos de Dios y coherederos con
Cristo, ya que sufrimos con él para ser también con él glorificados.
Palabra
de Dios.
M.
San Mateo relata el envío misionero de los apóstoles, quienes reciben la misión
sacramental gracias al Orden sacerdotal, destacándose el bautismo que nos une a
Jesucristo y nos introduce en la vida trinitaria.
ACLAMACION
ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya
Ap 1,8
Gloria
al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo, al Dios que es, que era y que
viene.
EVANGELIO
Lectura del santo evangelio según san
Mateo 28, 16-20
En aquel tiempo, los once discípulos se
fueron a Galilea, al monte que Jesús les había indicado. Al verlo, ellos se
postraron, pero algunos vacilaban. Acercándose a ellos, Jesús les dijo: —«Se me
ha dado pleno poder en el cielo y en la tierra. Id y haced discípulos de todos
los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo; y enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy
con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.»
Palabra del Señor.
ORACION
DE LOS FIELES
El Espíritu de Dios nos hace llamar a Dios Abba, Padre; por
eso podemos orar con confianza filial y decir: Escucha, Señor, nuestra oración.
Para que el Señor siga enviando discípulos suyos que anuncien el
Evangelio en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Oremos. Escucha,
Señor, nuestra oración.
Para que Dios lleve al mundo a la plenitud y todos los hombres
vivamos en auténtica fraternidad. Oremos.
Escucha, Señor, nuestra oración.
Para que Jesús, nuestro Salvador y Redentor, nos fascine y
atraiga y nos haga testigos creíbles de su Reino. Oremos. Escucha,
Señor, nuestra oración.
Para que el Espíritu Santo que se nos ha dado, sea la fortaleza
de los pobres, el consuelo de los desvalidos, la seguridad de los emigrantes y
la vida de los hombres. Oremos. Escucha, Señor, nuestra oración.
Para que la vida de la Trinidad resplandezca en el corazón de
quienes han consagrado su vida a la alabanza divina y a la contemplación en el
claustro. Oremos. Escucha, Señor, nuestra oración.
Para que la celebración del Sacramento del amor nos acerque a la
intimidad del Dios uno y Trino que nos habita. Oremos. Escucha,
Señor, nuestra oración.
Padre, Tú que nos diste el Espíritu que nos hace hijos
tuyos, y en Jesús nos mostraste el
camino que conduce a Ti: escucha nuestras oraciones, fortalece nuestra fe y envíanos a anunciar el Evangelio
y a hacer discípulos tuyos.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Amén.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Por la invocación de tu
santo nombre, santifica, Señor, estos dones que te presentamos, y transfórmanos
por ellos en ofrenda perenne a tu gloria.
Por Jesucristo nuestro Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Ga
4,6
Como sois hijos, Dios
envío a vuestros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama: ¡Abbá! Padre.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Al confesar nuestra fe en
la Trinidad santa y eterna y en su Unidad indivisible, concédenos, Señor y Dios
nuestro, encontrar la salud del alma y del cuerpo en el sacramento que hemos
recibido.
Por Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC
202, 232-260, 684, 732: el misterio de la Trinidad
CEC
249, 813, 950, 1077-1109, 2845: en la Iglesia y en su Liturgia
CEC
2655, 2664-2672: la Trinidad y la oración
CEC 2205: la
familia, imagen de la Trinidad
232 Los cristianos son bautizados "en el nombre del Padre
y del Hijo y del Espíritu Santo" (MT 28,19). Antes responden
"Creo" a la triple pregunta que les pide confesar su fe en el Padre,
en el Hijo y en el Espíritu: "Fides omnium christianorum in Trinitate
consistit" ("La fe de todos los cristianos se cimenta en la Santísima
Trinidad") (S. Cesáreo de Arlés, symb.).
233 Los cristianos
son bautizados en "el nombre" del Padre y del Hijo y del Espíritu
Santo y no en "los nombres" de estos (cf. Profesión de fe del Papa
Vigilio EN 552, DS 415), pues no hay más que un solo Dios, el Padre
todopoderoso y su Hijo único y el Espíritu Santo: la Santísima Trinidad.
234 El misterio de
la Santísima Trinidad es el misterio central de la fe y de la vida cristiana.
Es el misterio de Dios en sí mismo. Es, pues, la fuente de todos los otros
misterios de la fe; es la luz que los ilumina. Es la enseñanza más fundamental
y esencial en la "jerarquía de las verdades de fe" (DCG 43).
"Toda la historia de la salvación no es otra cosa que la historia del
camino y los medios por los cuales el Dios verdadero y único, Padre, Hijo y
Espíritu Santo, se revela, reconcilia consigo a los hombres, apartados por el
pecado, y se une con ellos" (DCG 47).
235 En este
párrafo, se expondrá brevemente de qué manera es revelado el misterio de la
Bienaventurada Trinidad (I), cómo la Iglesia ha formulado la doctrina de la fe
sobre este misterio (II), y finalmente cómo, por las misiones divinas del Hijo
y del Espíritu Santo, Dios Padre realiza su "designio amoroso" de
creación, de redención, y de santificación (III).
236 Los Padres de
la Iglesia distinguen entre la "Theologia" y la
"Oikonomia", designando con el primer término el misterio de la vida
íntima del Dios-Trinidad, con el segundo todas las obras de Dios por las que se
revela y comunica su vida. Por la "Oikonomia" nos es revelada la
"Theologia"; pero inversamente, es la "Theologia", quien
esclarece toda la "Oikonomia". Las obras de Dios revelan quién es en
sí mismo; e inversamente, el misterio de su Ser íntimo ilumina la inteligencia
de todas sus obras. Así sucede, analógicamente, entre las personas humanas, La
persona se muestra en su obrar y a medida que conocemos mejor a una persona,
mejor comprendemos su obrar.
237 La Trinidad es un misterio de fe en
sentido estricto, uno de los "misterios escondidos en Dios, que no pueden
ser conocidos si no son revelados desde lo alto" (Cc. Vaticano I: DS
3015 Dios, ciertamente, ha dejado
huellas de su ser trinitario en su obra de Creación y en su Revelación a lo
largo del Antiguo Testamento. Pero la intimidad de su Ser como Trinidad Santa
constituye un misterio inaccesible a la sola razón e incluso a la fe de Israel
antes de la Encarnación del Hijo de Dios y el envío del Espíritu Santo.
253 La Trinidad es una. No
confesamos tres dioses sino un solo Dios en tres personas: "la Trinidad
consubstancial" (Cc. Constantinopla II, año 553: DS 421). Las
personas divinas no se reparten la única divinidad, sino que cada una de ellas
es enteramente Dios: "El Padre es lo mismo que es el Hijo, el Hijo lo
mismo que es el Padre, el Padre y el Hijo lo mismo que el Espíritu Santo, es
decir, un solo Dios por naturaleza" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530).
"Cada una de las tres personas es esta realidad, es decir, la substancia,
la esencia o la naturaleza divina" (Cc. de Letrán IV, año 1215: DS 804).
254 Las personas
divinas son realmente distintas entre sí. "Dios es único pero no
solitario" (Fides Damasi: DS 71). "Padre",
"Hijo", Espíritu Santo" no son simplemente nombres que designan
modalidades del ser divino, pues son realmente distintos entre sí: "El que
es el Hijo no es el Padre, y el que es el Padre no es el Hijo, ni el Espíritu
Santo el que es el Padre o el Hijo" (Cc. de Toledo XI, año 675: DS 530).
Son distintos entre sí por sus relaciones de origen: "El Padre es quien
engendra, el Hijo quien es engendrado, y el Espíritu Santo es quien
procede" (Cc. Letrán IV, año 1215: DS 804). La Unidad divina es
Trina.
255 Las personas
divinas son relativas unas a otras. La distinción real de las personas
entre sí, porque no divide la unidad divina, reside únicamente en las
relaciones que las refieren unas a otras: "En los nombres relativos de las
personas, el Padre es referido al Hijo, el Hijo lo es al Padre, el Espíritu
Santo lo es a los dos; sin embargo, cuando se habla de estas tres personas
considerando las relaciones se cree en una sola naturaleza o substancia"
(Cc. de Toledo XI, año 675: DS 528). En efecto, "todo es uno (en
ellos) donde no existe oposición de relación" (Cc. de Florencia, año 1442:
DS 1330). "A causa de esta unidad, el Padre está todo en el Hijo,
todo en el Espíritu Santo; el Hijo está todo en el Padre, todo en el Espíritu
Santo; el Espíritu Santo está todo en el Padre, todo en el Hijo" (Cc. de
Florencia 1442: DS 1331).
256 A los
catecúmenos de Constantinopla, S. Gregorio Nacianceno, llamado también "el
Teólogo", confía este resumen de la fe trinitaria: Ante todo, guardadme
este buen depósito, por el cual vivo y combato, con el cual quiero morir, que
me hace soportar todos los males y despreciar todos los placeres: quiero decir
la profesión de fe en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo. Os la confío hoy.
Por ella os introduciré dentro de poco en el agua y os sacaré de ella. Os la
doy como compañera y patrona de toda vuestra vida. Os doy una sola Divinidad y
Poder, que existe Una en los Tres, y contiene los Tres de una manera distinta.
Divinidad sin distinción de substancia o de naturaleza, sin grado superior que
eleve o grado inferior que abaje...Es la infinita connaturalidad de tres
infinitos. Cada uno, considerado en sí mismo, es Dios todo entero...Dios los
Tres considerados en conjunto...No he comenzado a pensar en la Unidad cuando ya
la Trinidad me baña con su esplendor. No he comenzado a pensar en la Trinidad
cuando ya la unidad me posee de nuevo...(0r. 40,41: PG 36,417).
HERMENÉUTICA
DE LA FE
Los apóstoles recibieron el Espíritu Santo
para actuar en el nombre y en la persona de Jesucristo, continuando la misión
salvífica de toda la humanidad “el ministro ordenado es el vínculo sacramental
que une la acción litúrgica a lo que dijeron y realizaron los Apóstoles, y por
ellos a lo que dijo y realizó Cristo, fuente y fundamento de los sacramentos”
(CEC 1120).
Los
ministerios ordenados en virtud del sacramento del Orden “reciben de Cristo
Resucitado el carisma del Espíritu Santo, mediante el sacramento del Orden;
reciben así la autoridad y el poder sacro para servir a la Iglesia «in
persona Christi capitis» (personificando a Cristo Cabeza), y para
congregarla en el Espíritu Santo por medio del Evangelio y de los Sacramentos”
(CL 22).
Evangelizar supone para la Iglesia la
misión sacramental, íntimamente unida a la función profética “porque el
sacramento es preparado por la Palabra de Dios y por la fe que es
consentimiento a esta Palabra”, más aún, “son sacramentos de la fe que nace y
se alimenta de la palabra” (CEC 1122). La Iglesia católica no puede separar evangelización
y celebración de los sacramentos porque «dividiría el corazón mismo de la
Iglesia hasta poner en peligro la fe» (Sínodo 1971).
El envío misionero de los discípulos de Jesucristo
pretende suscitar la conversión a Cristo, conversión íntimamente vinculada al
sacramento del bautismo, tanto por la práctica eclesial como por voluntad de
Jesús. El bautismo permite recibir la plenitud de la nueva vida, regenera como
hijos de Dios, une a Cristo y unge con el Espíritu Santo, realiza el nuevo
nacimiento por el Espíritu, hace miembros de la Iglesia e “instaura vínculos reales e inseparables
con la Trinidad” (RM 47).
El bautismo administrado bajo la fórmula
trinitaria “refleja el misterio íntimo de Dios y de su vida divina, que es el
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, divina unidad de la Trinidad”, además “se
expresa la fuerza vivificadora del Sacramento que obra la participación en
la vida de Dios uno y trino, porque da al hombre la gracia santificante
como don sobrenatural. Por medio de ella éste es llamado y hecho «capaz» de
participar en la inescrutable vida de Dios” (DEV 9).
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