CUARTO DOMINGO T O (B)
MONICIÓN
AMBIENTAL
Las lecturas de este
domingo nos hablan de la autoridad del ministerio profético de Jesucristo,
avalado por sus obras milagrosas. Emerge también una gran verdad de Jesucristo:
es el Santo de Dios, verdad que además de ser conocida requiere ser amada.
Jesús nos comunica su santidad gracias a su Pascua, en el bautismo sacramental.
En consecuencia, todos los católicos estamos llamados a alcanzar la meta de la
santidad por el camino de la conversión y del amor.
ORACIÓN
COLECTA
Señor, concédenos amarte
con todo el corazón y que nuestro amor se extienda también a todos los hombres.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M. Yavé
promete un profeta con la misma autoridad de Moisés, a quien Israel deberá
escuchar de parte de Dios, pero quien profetice algo falso o idolátrico ése
morirá.
Lectura del libro del Deuteronomio 18,15-20
Moisés habló
al pueblo, diciendo: —«Un profeta, de entre los tuyos, de entre tus hermanos,
como yo, te suscitará el Señor, tu Dios. A él lo escucharéis. Es lo que pediste
al Señor, tu Dios, en el Horeb el día de la asamblea: "No quiero volver a
escuchar la voz del Señor, mi Dios, ni quiero ver más ese terrible incendio; no
quiero morir". El Señor me respondió: "Tienen razón;
suscitaré un profeta de entre sus hermanos, como tú. Pondré mis palabras en su
boca, y les dirá lo que yo le mande. A quien no escuche las palabras que
pronuncie en mi nombre, yo le pediré cuentas. Y el profeta que tenga la
arrogancia de decir en mi nombre lo que yo no le haya mandado, o hable en
nombre de dioses extranjeros, ese profeta morirá.”»
Palabra de
Dios.
Salmo responsorial Sal 94,
1-2. 6-7. 8-9 (R/.: 8)
M. El salmo 94 nos invita a escuchar la voz del
Señor, a evitar la dureza del corazón, digamos con humildad: R/. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Venid,
aclamemos al Señor, demos vítores a la Roca que nos salva; entremos a su
presencia dándole gracias, aclamándolo con cantos. R/. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Entrad,
postrémonos por tierra, bendiciendo al Señor, creador nuestro. Porque él es
nuestro Dios, y nosotros su pueblo, el rebaño que él guía. R/. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
Ojalá
escuchéis hoy su voz: «No endurezcáis el corazón como en Meribá, como el día de
Masá en el desierto; cuando vuestros padres me pusieron a
prueba y me tentaron, aunque habían visto mis obras.» R/. Ojalá
escuchéis hoy la voz del Señor: «No endurezcáis vuestro corazón.»
SEGUNDA LECTURA
M. San Pablo en la carta a los corintios invita a
los jóvenes solteros a saber elegir el celibato, buscando lo más noble y una
relación con el Señor indivisa.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los Corintios 7, 32-35
Hermanos:
Quiero
que os ahorréis preocupaciones: el soltero se preocupa de los asuntos del Señor,
buscando contentar al Señor; en cambio, el casado se preocupa de los asuntos
del mundo, buscando contentar a su mujer, y anda dividido. Lo mismo, la
mujer sin marido y la soltera se preocupan de los asuntos del Señor, consagrándose a
ellos en cuerpo y alma; en cambio, la casada se preocupa de los
asuntos del mundo, buscando contentar a su marido. Os digo todo esto
para vuestro bien, no para poneros una trampa, sino para induciros a una
cosa noble y al trato con el Señor sin preocupaciones.
Palabra
de Dios.
M. Jesucristo predica en la sinagoga de Cafarnaún
con la autoridad del mismo Dios, su Palabra está confirmada por los milagros
que hace como expulsar a los demonios.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya
Mt 4, 16
El
pueblo que habitaba en tinieblas vio una luz grande; a los que habitaban
en tierra y sombras de muerte, una luz les brilló.
EVANGELIO
†
Lectura del santo evangelio según san Marcos 1,21-28
En
aquel tiempo, Jesús y sus discípulos entraron en Cafarnaún, y cuando el sábado
siguiente fue a la sinagoga a enseñar, se quedaron
asombrados de su doctrina,
porque no enseñaba como los escribas, sino con autoridad. Estaba precisamente en la sinagoga un hombre que tenía un
espíritu inmundo, y se puso a gritar: —«¿Qué quieres de nosotros, Jesús
Nazareno? ¿Has venido a acabar con nosotros? Sé quién eres: el Santo de Dios». Jesús lo
increpó: —«Cállate y sal de él». El espíritu inmundo lo retorció y, dando un
grito muy fuerte, salió. Todos se preguntaron estupefactos: —«¿Qué es esto?
Este enseñar con autoridad es nuevo. Hasta a los espíritus inmundos les manda y le obedecen». Su fama se extendió en seguida por todas partes,
alcanzando la comarca entera de Galilea.
Palabra del Señor.
ORACION DE LOS FIELES
Hermanos, oremos a Dios que nos permite escuchar su Palabra
en su Iglesia, y, sabiendo que ella es nuestra fuerza, digamos: Escúchanos, Señor.
Para que la Iglesia hable siempre en nombre de Dios, y los
hombres no endurezcamos el corazón para acoger la Palabra de Dios. Oremos. Escúchanos,
Señor.
Para que cuantos han consagrado su vida a Dios y al anuncio de
su Evangelio permanezcan fieles a las
exigencias de su vocación de testigos del amor. Oremos. Escúchanos,
Señor.
Para que la sociedad garantice a los padres de familia un
trabajo digno y sueldos justos para
sostener sus hogares y poder acceder a la educación de sus hijos. Oremos. Escúchanos,
Señor.
Para que, cuantos viven atormentados por el peso del pecado, la
droga, el alcohol o la falta de fe, Jesús se les haga presente con su
misericordia y amor salvador. Oremos. Escúchanos, Señor.
Para que Jesús, que vino a darnos la vida abundante de Dios, dé
la vida eterna a los que han muerto. Oremos.
Escúchanos, Señor.
Para que escuchando la Palabra de Dios la hagamos vida y como
Jesús hablemos del Padre y del Reino con autoridad. Oremos. Escúchanos,
Señor.
Oh Dios, tu Palabra siempre es eficaz y salvadora, escucha
nuestros ruegos y haz que ella se grabe en nuestros corazones y transforme
nuestras vidas a semejanza de la tuya.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
ORACIÓN
SOBRE LAS OFRENDAS
Presentamos, Señor, estas
ofrendas en tu altar como signo de nuestra servidumbre; concédenos que, al ser
aceptadas por ti, se conviertan para tu pueblo en sacramento de vida y
redención.
Por Jesucristo nuestro
Señor.
ANTÍFONA
DE LA COMUNIÓN Sal
30,17-18
Haz brillar tu rostro sobre tu siervo, sálvame por tu
misericordia, Señor, que no me
avergüence de haberte invocado.
ORACIÓN
DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Reanimados por estos dones
de nuestra salvación, te suplicamos, Señor, que el pan de vida eterna nos haga
crecer continuamente en la fe verdadera.
Por Jesucristo nuestro
Señor.
CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 547-550: Jesús acompaña sus palabras con los milagros
CEC 447, 438, 550: el poder de Jesús sobre los demonios
CEC 64, 762, 2595: la función de Profeta
CEC
922, 1618-1620: la virginidad por el Reino de Dios
547 Jesús acompaña sus palabras con numerosos "milagros,
prodigios y signos" (AC 2,22) que manifiestan que el Reino está
presente en El. Ellos atestiguan que Jesús es el Mesías anunciado (cf, LC
7,18-23).
548 Los signos que
lleva a cabo Jesús testimonian que el Padre le ha enviado (cf. Jn 5,36 JN
10,25). Invitan a creer en Jesús (cf. Jn 10,38). Concede lo que le
piden a los que acuden a él con fe (cf. Mc 5,25-34 MC 10,52 etc). Por
tanto, los milagros fortalecen la fe en Aquél que hace las obras de su Padre:
éstas testimonian que él es Hijo de Dios (cf. Jn 10,31-38). Pero también
pueden ser "ocasión de escándalo" (MT 11,6). No pretenden
satisfacer la curiosidad ni los deseos mágicos. A pesar de tan evidentes
milagros, Jesús es rechazado por algunos (cf. JN 11,47-48); incluso se
le acusa de obrar movido por los demonios (cf. Mc 3,22).
549 Al liberar a
algunos hombres de los males terrenos del hambre (cf. Jn 6,5-15), de la
injusticia (cf. Lc 19,8), de la enfermedad y de la muerte (cf. Mt
11,5), Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para
abolir todos los males aquí abajo (cf. Lc 12,13 Lc 12,14 JN 18,36),
sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado (cf. Jn
8,34-36), que es el obstáculo en su vocación de hijos de Dios y causa de
todas sus servidumbres humanas.
550 La venida del Reino de Dios es la
derrota del reino de Satanás (cf. Mt 12,26): "Pero si por el
Espíritu de Dios expulso yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino
de Dios" (MT 12,28). Los exorcismos de Jesús liberan a los
hombres del dominio de los demonios (cf LC 8,26-39). Anticipan la gran
victoria de Jesús sobre "el príncipe de este mundo" (JN 12,31).
Por la Cruz de Cristo será definitivamente establecido el Reino de Dios:
"Regnavit a ligno Deus" ("Dios reinó desde el madero de la
Cruz", himno "Vexilla Regis").
HERMENÉUTICA
DE LA FE
La
multitud descubre en Jesús una nueva doctrina con autoridad, manifestada en las
palabras y acciones de Jesús desde el inicio de su misión redentora, “ese es el
poder de la verdad que viene de Dios” (San Juan Pablo II). Pero el atributo de
Jesús que lo hace incomparable es su humildad, haciéndose Cordero hasta su
muerte en Cruz venció al demonio. “Cuánta fuerza tiene verdaderamente contra la
soberbia de los demonios la humildad de Dios, quien ha venido entre nosotros
como siervo. Esto lo saben también los demonios, quienes se lo han expresado al
mismo Señor revestido de la debilidad de la carne” (San Agustín).
El
grito emitido por el espíritu inmundo “El Santo de Dios”, refiriéndose a Jesús,
“¡cuánta desesperación satánica en este grito, y juntamente qué testimonio!”
(San Juan Pablo II) encierra. En cuanto al calificativo inmundo “es impuro a causa
de la impiedad y de su alejamiento de Dios, y porque se mezcla en todas las
obras impuras y malas”
(San Juan Crisóstomo). Indudablemente estamos ante el don de ciencia de los
demonios pero sin caridad, o la fe pero sin adoración al Hijo de Dios (cf. San
Agustín), ante el demonio que es experto en confundir, en sembrar el caos entre
los discípulos de Jesús, por eso el Señor le ordena callar.
Jesús
es “Cristo, el Santo,
a pesar de estar absolutamente sin pecado, acepta tomar sobre sí nuestros
pecados. Acepta para redimirnos; acepta cargar con nuestros pecados para
cumplir la misión recibida del Padre”
(San Juan Pablo II). El Señor nos redime compartiendo su santidad con su cuerpo
eclesial, “«el único Santo», amó a la Iglesia como a su esposa, entregándose a
Sí mismo por ella para santificarla (cf. Ef
5,25-26), la unió a Sí como su propio cuerpo y la enriqueció con el don
del Espíritu Santo para gloria de Dios” (LG 39).
La
concepción veterotestamentario de santidad “no se ha visto abandonada, sino desarrollada,
en el sentido de que la santidad de Dios se hace presente en la santidad del
Hijo encarnado…, y la santidad del Hijo está participada por los
"suyos"…, hechos hijos en el Hijo... No puede darse, sin embargo, aspiración
alguna a la filiación divina en Jesús mientras no se dé amor al prójimo” (CPDF).
Respecto a la autoridad jerárquica de la
Iglesia, del mismo modo que Jesús recibe la misión directamente de Dios Padre,
confirmada por su autoridad divina, los apóstoles reciben la misma misión de
Jesús, “su misión no es propia, sino que es la misma misión de Jesús. Y esto es
posible no por las fuerzas humanas, sino sólo con el "don" de Cristo
y de su Espíritu, con el "sacramento"… por la participación gratuita
en la gracia de Cristo, prolongan en la historia, hasta el final de los
tiempos, la misma misión de salvación de Jesús en favor de los hombres” (PDV
14).
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