SEGUNDO DOMINGO T O (B)
MONICIÓN AMBIENTAL
Las lecturas de este segundo domingo del tiempo ordinario nos presentan
la vocación divina de Samuel como profeta en el AT y las vocaciones como
apóstoles de Juan, Andrés y Pedro en su encuentro con Jesús, el Cordero de
Dios. Dios
llama por medio de Jesucristo a cada persona, la invita a encontrarse con Él y
a entrar en comunión con Dios y con los hombres a través de la Iglesia. Dios
invita a que todos los hombres lo encuentren, por esto, cuenta con nuestra
respuesta generosa e incondicional.
ORACIÓN COLECTA
Dios todopoderoso, que gobiernas a un tiempo cielo y tierra, escucha
paternalmente la oración de tu pueblo, y haz que los días de nuestra vida se
fundamenten en tu paz.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA
LECTURA
M. En el primer libro de Samuel escucharemos la llamada divina que el
Señor hace al profeta Samuel cuando aún era un muchacho.
Lectura del primer libro de Samuel 3, 3b-10. 19
En aquellos días, Samuel estaba
acostado en el templo del Señor, donde estaba el arca de Dios. El Señor llamó a
Samuel, y él respondió:
—«Aquí estoy».
Fue corriendo a donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado».
Respondió Elí:
—«No te he llamado; vuelve a acostarte».
Samuel volvió a acostarse.
Volvió a llamar el Señor a Samuel.
Él se levantó y fue donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado».
Respondió Elí:
—«No te he llamado, hijo mío; vuelve a acostarte».
Aún no conocía Samuel al Señor, pues
no le había sido revelada la palabra del Señor.
Por tercera vez llamó el Señor a
Samuel, y él se fue donde estaba Elí y le dijo:
—«Aquí estoy; vengo porque me has llamado».
Elí comprendió que era el Señor quien
llamaba al muchacho, y dijo a Samuel:
—«Anda, acuéstate; y si te llama alguien, responde:
"Habla, Señor, que tu siervo te escucha"».
Samuel fue y se acostó en su sitio.
El Señor se presentó y le llamó como antes:
—«¡Samuel, Samuel!».
Él respondió:
—«Habla que tu siervo te escucha».
Samuel crecía, y el Señor estaba con
él; ninguna de sus palabras dejó de cumplirse.
Palabra de Dios.
Salmo responsorial: Salmo 39, 2 y 4ab. 7. 8-9. 10 (R.: 8a y 9a)
M. Igual que el profeta Samuel respondamos
ahora nosotros diciendo afirmativamente a la llamada del Señor: R. Aquí estoy, Señor, para hacer tu
voluntad.
Yo esperaba con ansia al Señor;
él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.
él se inclinó y escuchó mi grito;
me puso en la boca un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios. R.
Tú no quieres sacrificios ni ofrendas,
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio. R.
y, en cambio, me abriste el oído;
no pides sacrificio expiatorio. R.
Entonces yo digo: «Aquí estoy
— como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.
— como está escrito en mi libro—
para hacer tu voluntad».
Dios mío, lo quiero,
y llevo tu ley en las entrañas. R.
He proclamado tu salvación
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes. R.
ante la gran asamblea;
no he cerrado los labios;
Señor, tú lo sabes. R.
SEGUNDA LECTURA
M. La primera carta a los Corintios nos invita a vivir
la sacralidad de nuestro cuerpo por la presencia del Espíritu Santo en
nosotros.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a
los Corintios 6, 13c-15a. 17-20
Hermanos:
El cuerpo no es para la fornicación,
sino para el Señor; y el Señor, para el cuerpo.
Dios con su poder, resucitó al Señor
y nos resucitará también a nosotros.
¿No sabéis que vuestros cuerpos son
miembros de Cristo?
El que se une al Señor es un espíritu
con él.
Huid de la fornicación. Cualquier
pecado que cometa el hombre queda fuera de su cuerpo. Pero el que fornica peca
en su propio cuerpo. ¿O es que no sabéis que vuestro cuerpo es templo del
Espíritu Santo? Él habita en vosotros porque lo habéis recibido de Dios.
No os poseéis en propiedad, porque os
han comprado pagando un precio por vosotros.
Por tanto, ¡glorificad a Dios con
vuestro cuerpo!
Palabra de Dios.
M. El evangelista san Juan relata su
encuentro vocacional.
Eran cerca de las cuatro de la tarde. De igual modo sucedió a san Andrés, hermano
de Simón. Toda vocación supone una búsqueda, un encuentro y un seguimiento para
vivir la comunión con Jesús.
Aleluya Jn 1,14.12b
La Palabra se hizo carne y acampó entre nosotros. A cuantos
la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios.
EVANGELIO
Lectura del
santo evangelio según san Juan 1,35-42
En aquel tiempo, estaba Juan con dos
de sus discípulos y, fijándose en Jesús que pasaba, dice:
—«Éste es el Cordero de Dios».
Los dos discípulos oyeron sus
palabras y siguieron a Jesús. Jesús se volvió y, al ver que lo seguían, les
pregunta:
—«¿Qué buscáis?».
Ellos le contestaron:
—«Rabí (que significa Maestro),
¿dónde vives?».
Él les dijo:
—«Venid y lo veréis».
Entonces fueron, y vivieron dónde
vivía y se quedaron con él aquel día; serían las cuatro de la tarde.
Andrés, hermano de Simón Pedro, era
uno de los dos que oyeron a Juan y siguieron a Jesús; encuentra primero a su
hermano Simón y le dice:
—«Hemos encontrado al Mesías (que
significa Cristo)».
Y lo llevó a Jesús. Jesús se le quedó
mirando y le dijo:
—«Tú eres Simón, el hijo de Juan; tú
te llamarás Cefas (que se traduce Pedro)».
Palabra del Señor.
ORACION DE LOS FIELES
Oremos, hermanos, al Señor y pidámosle que escuche
compasivamente nuestras plegarias. Respondiendo todos: Escucha, Señor,
nuestra oración.
·
Por
la santa Iglesia de Dios, para que Dios, nuestro Señor, le conceda la paz y la
unidad y la proteja en todo el mundo, roguemos al Señor. R/. Escucha, Señor,
nuestra oración.
·
Por
los gobernantes de nuestra patria y de todas las naciones, para que Dios,
nuestro Señor, dirija sus pensamientos y decisiones hacia una paz verdadera,
roguemos al Señor R/. Escucha, Señor, nuestra oración.
·
Por
los que están en camino de conversión y por los que se preparan a recibir el
bautismo, para que Dios, nuestro Señor, les abra la puerta de su misericordia y
les dé parte en la vida nueva de Cristo Jesús, roguemos al Señor . R/.
Escucha, Señor, nuestra oración.
·
Por
nuestros familiares y amigos que no están ahora aquí con nosotros, para que
Dios, nuestro Señor, escuche sus oraciones y lleve a realidad sus deseos,
roguemos al Señor. R/. Escucha, Señor, nuestra oración.
Dios
nuestro, que, en la hora de la cruz, invitaste a la humanidad a unirse a
Cristo, esposo y Señor, escucha nuestras oraciones y haz que la Iglesia
experimente en el convite dominical la fuerza transformadora del amor de Cristo
y sepa pregustar en este convite la esperanza alegre de las bodas eternas.
Por Jesucristo nuestro Señor
Oración sobre las Ofrendas
Concédenos, Señor, participar dignamente de
estos santos misterios, pues cada vez que celebramos este memorial del
sacrificio de Cristo se realiza la obra de nuestra redención.
Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Sal
22,5
Preparas una mesa ante mí y mi copa rebosa.
Oración
después de la Comunión
Derrama, Señor, sobre nosotros tu espíritu
de caridad para que, alimentados con el mismo pan del cielo, permanezcamos
unidos en el mismo amor.
Por Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 462, 516, 2568, 2824: la voluntad del Padre se cumple en
Cristo
CEC 543-546: acoger el Reino de Dios, acoger la Palabra de Dios
CEC 873-874: Cristo, fuente de la vocación cristiana
CEC 364, 1004: la dignidad del cuerpo
CEC
1656, 2226: ayudar a los hijos a descubrir su vocación
873 Las mismas diferencias que el Señor
quiso poner entre los miembros de su Cuerpo sirven a su unidad y a su misión.
Porque "hay en la Iglesia diversidad de ministerios, pero unidad de
misión. A los Apóstoles y sus sucesores les confirió Cristo la función de
enseñar, santificar y gobernar en su propio nombre y autoridad. Pero también
los laicos, partícipes de la función sacerdotal, profética y real de Cristo,
cumplen en la Iglesia y en el mundo la parte que les corresponde en la misión
de todo el Pueblo de Dios" (AA 2). En fin, "en esos dos grupos
[jerarquía y laicos], hay fieles que por la profesión de los consejos
evangélicos... se consagran a Dios y contribuyen a la misión salvífica de la
Iglesia según la manera peculiar que les es propia" (CIC 207,2).
874 El mismo Cristo
es la fuente del ministerio en la Iglesia. El lo ha instituido, le ha dado
autoridad y misión, orientación y finalidad:
Cristo
el Señor, para dirigir al Pueblo de Dios y hacerle progresar siempre, instituyó
en su Iglesia diversos ministerios que está ordenados al bien de todo el
Cuerpo. En efecto, los ministros que posean la sagrada potestad están al
servicio de sus hermanos para que todos los que son miembros del Pueblo de
Dios...lleguen a la salvación (LG 18).
1656 En
nuestros días, en un mundo frecuentemente extraño e incluso hostil a la fe, las
familias creyentes tienen una importancia primordial en cuanto faros de una fe
viva e irradiadora. Por eso el Concilio Vaticano II llama a la familia, con una
antigua expresión, "Ecclesia domestica" (LG 11 cf. FC 21).
En el seno de la familia, "los padres han de ser para sus hijos los
primeros anunciadores de la fe con su palabra y con su ejemplo, y han de
fomentar la vocación personal de cada uno y, con especial cuidado, la vocación
a la vida consagrada" (LG 11).
2226
La educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna
infancia. Esta educación se hace ya cuando los miembros de la familia se ayudan
a crecer en la fe mediante el testimonio de una vida cristiana de acuerdo con
el Evangelio. La catequesis familiar precede, acompaña y enriquece las otras
formas de enseñanza de la fe. Los padres tienen la misión de enseñar a sus
hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios (cf LG 11). La
parroquia es la comunidad eucarística y el corazón de la vida litúrgica de las
familias cristianas; es un lugar privilegiado para la catequesis de los niños y
de los padres.
HERMENÉUTICA DE LA FE
Jesucristo es la Víctima más agradable a Dios Padre, es su Cordero. El
que Jesús se acercara a Juan no era para confesar sus pecados sino para que
Juan diera testimonio de él. En Jesucristo reside toda la santidad de Dios,
hecho por nosotros justicia, santificación y redención, que nos reconcilia con
el Padre por su Sangre, cuyos méritos son aplicables tanto a los adultos como a
los niños en el bautismo sacramental.
El Precursor
cumple plenamente su misión de ser testigo del Cordero que quita el pecado del
mundo, pues sabe apartarse para que la Esposa de Jesucristo se acerque, se
encuentre y siga a su Esposo. Al señalarlo como Cordero descubre su dimensión
sacrificial pascual, pero también suscita el deseo de seguirlo por parte de
Juan y Andrés pues “muchos no son arrastrados cuando se dice algo grande y
elevado de Dios, como cuando oyen algo bueno y humano que contribuya a la
salvación de los hombres” (san Juan Crisóstomo).
El Señor invitó a los primeros dos a venir y
ver donde vivía, los invitó a descubrir el atractivo de su persona y la belleza
de la entrega total para servir al Evangelio. Estas palabras contienen el
significado de toda vocación. Hay una
íntima relación entre la búsqueda de Dios en la persona de Jesús, el encuentro
con el Señor, el seguimiento, la comunión trinitaria y con los hermanos, y, el
ardiente deseo de la misión evangelizadora, como se palpa en la actitud de
Andrés que favorece el encuentro de su hermano con Jesús. El mismo cambio de
nombre de Simón indica ya lo que será su futura misión en la Iglesia, dada por
el mismo Hijo de Dios, como hizo Yavé en el AT.
El Señor nos
invita a quedarnos con él, a seguirlo a lo largo de nuestra respuesta
vocacional, “seguirle es vivir como Él vivió, aceptar su mensaje, asumir sus
criterios, abrazar su suerte, participar su propósito que es el plan del Padre:
invitar a todos a la comunión trinitaria y a la comunión con los hermanos en
una sociedad justa y solidaria” (EA 668).
El encuentro
vocacional con Dios siempre nos conduce a un auténtico deseo de evangelizar,
fruto de la profunda alegría de haber encontrado a Jesús, Fuente de toda
felicidad. Hemos de suscitar el encuentro de los demás con el Señor (Cfr. San
Juan Crisóstomo).
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