SAGRADA FAMILIA (B)
Monición ambiental
El banquete de
la Palabra nos presenta este domingo el entretejido de las relaciones de amor y
de respeto en la comunidad familiar: los hijos son bendecidos por Dios cuando
honran a sus padres, la convivencia humana ha de estar movida por la caridad,
los padres deben respetar y cultivar la vocación de sus hijos como lo hizo la
sagrada familia de Nazaret.
Oración Colecta
Dios, Padre
nuestro, que has propuesto a la Sagrada Familia como maravilloso ejemplo a los
ojos de tu pueblo, concédenos, te
rogamos, que, imitando sus virtudes domésticas y su unión en el amor, lleguemos a gozar de los premios eternos en
el hogar del cielo. Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA
LECTURA
M. El libro del eclesiástico habla de las bendiciones
y gracias que obtienen de Dios los hijos que honran a su padre y a su madre.
Lectura
del libro del eclesiástico 3, 2-6. 12-14
Dios hace al padre más
respetable que a los hijos y afirma la autoridad de la madre sobre su
prole.
El que honra a su padre
expía sus pecados, el que respeta a su madre acumula tesoros; el que
honra a su padre se alegrará de sus hijos y, cuando rece, será
escuchado; el que respeta a su padre tendrá larga vida, al que honra
a su madre el Señor lo escucha.
Hijo mío, sé constante en
honrar a tu padre, no lo abandones mientras vivas; aunque chochee,
ten indulgencia, no lo abochornes mientras vivas.
La limosna del padre no se
olvidará, será tenida en cuenta para pagar tus pecados.
Palabra de Dios.
Salmo
responsorial: Salmo 127, 1-2. 3. 4-5 (R.: cf. 1)
M. El
salmista habla de la felicidad del que, movido por el amor, teme a Dios. Es
feliz en su trabajo, en su familia y contempla la prosperidad de Jerusalén. R.
Dichosos los que temen al Señor y
siguen sus caminos.
Dichoso el que teme al Señor
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo
serás dichoso, te irá bien. R.
y sigue sus caminos.
Comerás del fruto de tu trabajo
serás dichoso, te irá bien. R.
Tu mujer, como parra fecunda,
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
en medio de tu casa;
tus hijos, como renuevos de olivo,
alrededor de tu mesa. R.
Ésta es la bendición del hombre
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
que teme al Señor.
Que el Señor te bendiga desde Sión,
que veas la prosperidad de Jerusalén
todos los días de tu vida. R.
SEGUNDA
LECTURA
M. San Pablo invita a los cristianos a vestirse de la
misericordia, a sobrellevarse mutuamente, al perdón recíproco, a la paz, al
agradecimiento, a la alegría.
Lectura
de la carta del apóstol san Pablo a los Colosenses
3, 12-21
Hermanos:
Como elegidos de Dios,
santos y amados, vestíos de la misericordia entrañable, bondad, humildad,
dulzura, comprensión.
Sobrellevaos mutuamente y
perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro.
El Señor os ha perdonado:
haced vosotros lo mismo.
Y por encima de todo esto,
el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada.
Que la paz de Cristo actúe
de árbitro en vuestro corazón; a ella habéis sido convocados, en un solo
cuerpo.
Y sed agradecidos. La
palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza; enseñaos unos a
otros con toda sabiduría; corregíos mutuamente.
Cantad a Dios, dadle
gracias de corazón, con salmos, himnos y cánticos inspirados.
Y, todo lo que de palabra
o de obra realicéis, sea todo en nombre del Señor Jesús, dando gracias a Dios
Padre por medio de él.
Mujeres, vivid bajo la
autoridad de vuestros maridos, como conviene en el Señor. Maridos, amad a
vuestras mujeres, y no seáis ásperos con ellas.
Hijos, obedeced a vuestros
padres en todo, que eso le gusta al Señor. Padres, no exasperéis a vuestros
hijos, no sea que pierdan los ánimos.
Palabra de Dios.
M. San Lucas narra el momento de
la presentación del Niño Jesús y la Purificación de la Virgen María. El anciano
Simeón profetiza la luz y el dolor redentor del Niño. Desde este momento la
vida de Jesús se desarrolla movido por la gracia y la sabiduría.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya Col 3, 15a 16a.
Que la paz de Cristo actúe de árbitro en vuestro
corazón; la palabra de Cristo habite entre vosotros en toda su riqueza
EVANGELIO
Lectura
del santo evangelio según san Lucas 2, 22-40
Cuando llegó el tiempo de
la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a
Jerusalén, para presentarlo al Señor, de acuerdo con lo escrito en la ley del
Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor», y para entregar la oblación,
como dice la ley del Señor: «un par de tórtolas o dos pichones».
Vivía entonces en
Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que aguardaba el
consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo
del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor.
Impulsado por el Espíritu, fue al templo.
Cuando entraban con el
niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo
tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
—«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre
estaban admirados por lo que se decía del niño.
Simeón los bendijo,
diciendo a María, su madre:
—«Mira, éste está puesto
para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera
discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada
te traspasará el alma».
Había también una
profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana;
de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y
cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y
oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño
a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo
lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de
Nazaret.
El niño iba creciendo y
robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
Palabra del Señor.
Oración de los fieles
Oremos, hermanos, a Jesucristo, el Señor, que, para
santificar, la familia, quiso compartir la vida de un hogar humano. Respondamos
todos: Te rogamos Señor, óyenos.
·
Para que el
Señor, que quiso participar de la vida de familia en el hogar de María y José,
mantenga en paz y armonía a todas las familias cristianas, roguemos al Señor
R/. Te rogamos Señor, óyenos.
·
Para que los
novios sientan la presencia de Dios en la vivencia de su amor mutuo y se
preparen santamente para su matrimonio, roguemos al Señor R/.Te rogamos
señor, óyenos.
·
Para que nos
esforcemos por vivir en paz y armonía con nuestros familiares y con nuestra
comunidad, superando con bondad, comprensión y caridad fraterna, nuestras
mutuas desavenencias, roguemos al Señor R/. Te rogamos Señor, óyenos
Señor Dios
nuestro, que has querido que tu Hijo, engendrado antes de todos los
siglos, fuera miembro de una familia
humana, escucha nuestras súplicas y haz que los padres y madres de familia
participen de la fecundidad de tu amor, y que sus hijos crezcan en sabiduría,
entendimiento y gracia ante ti y ante los hombres.
Por Jesucristo,
nuestro Señor.
Oración sobre las
Ofrendas
Al ofrecerte,
Señor, este sacrificio de expiación, te suplicamos, por intercesión de la Virgen, Madre de Dios, y de san José, que guardes a nuestras
familias en tu gracia y en tu paz verdadera. Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona
de comunión Ba 3, 38
Nuestro Dios apareció en el mundo y vivió entre los
hombres.
Oración después de la Comunión
Padre nuestro,
que nos amas y nos perdonas, concede a cuantos has renovado con estos divinos
sacramentos imitar fielmente los
ejemplos de la Sagrada Familia, para que, después de las pruebas de esta
vida, podamos gozar en el cielo de su eterna compañía. Por Jesucristo nuestro
Señor.
CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC
531-534: la Sagrada Familia
CEC
1655-1658, 2204-2206: la familia cristiana, una Iglesia doméstica
CEC
2214-2233: los deberes de los miembros de la familia
CEC
529, 583, 695: la Presentación en el Templo
CEC 144-146, 165, 489, 2572, 2676: Abrahán
y Sara, modelos de fe
2204 ‘La
familia cristiana constituye una revelación y una actuación específicas de la
comunión eclesial; por eso... puede y debe decirse iglesia doméstica’ (FC
21, cf LG 11). Es una comunidad de fe, esperanza y caridad, posee en
la Iglesia una importancia singular como aparece en el Nuevo Testamento (cf EP
5, 21-6, 4; COL 3,18-21 1P 3,1-7).
2205 La familia
cristiana es una comunión de personas, reflejo e imagen de la comunión del
Padre y del Hijo en el Espíritu Santo. Su actividad procreadora y educativa es
reflejo de la obra creadora de Dios. Es llamada a participar en la oración y el
sacrificio de Cristo. La oración cotidiana y la lectura de la Palabra de Dios
fortalecen en ella la caridad. La familia cristiana es evangelizadora y
misionera.
2206 Las relaciones en el seno de la
familia entrañan una afinidad de sentimientos, afectos e intereses que
provienen sobre todo del mutuo respeto de las personas. La familia es una
‘comunidad privilegiada’ llamada a realizar un ‘propósito común de los esposos
y una cooperación diligente de los padres en la educación de los hijos’ (GS
52,1).
HERMENÉUTICA DE LA FE
San
José y la Virgen María peregrinan al Templo de Jerusalén para consagrarse a
Dios, al presentar la ofrenda de los pobres, en ese momento su ofrenda es mucho
más grande porque ofrecen al mismo Cordero de Dios. La purificación no consiste
en una purificación de la conciencia sino en recuperar la pureza ritual
vinculada en ese tiempo al parto.
El anciano Simeón, en quien moraba el Espíritu y movido por
el mismo Espíritu, experimenta la alegría del encuentro con el Mesías,
experimenta haber alcanzado la finalidad de su existencia. Indudablemente que
el Espíritu Santo, igual que con Simeón, hace posible el encuentro del hombre
con Jesucristo.
El papel de María que entrega a Jesús a los hombres, aparece
en el gesto de dar en sus brazos a su Niño al anciano Simeón, quien profetiza
sobre Jesús lo dicho por el profeta Isaías del “Siervo”, que es luz para la
gentes y salvación para toda la tierra; Simeón también se refiere a la misión
universal de Jesús. Esto permite comprender a José y María el sentido de su
ofrenda: han presentado la salvación a toda la humanidad.
Jesucristo, el Sumo Sacerdote de la definitiva Alianza de
Dios con los hombres, es el mediador que une a Dios con los hombres, superando
cualquier muro de división o cualquier distancia, esta mediación no consiste en
la santidad-separación del sacerdocio levítico, sino en la solidaridad que
libera a todos los hombres mediante el camino de su obediencia hasta el don
total de Sí mismo.
La primera persona que participa en este camino de
obediencia de Jesucristo a Dios Padre es su Madre la Virgen María, que desde
entonces aparece íntimamente asociada al misterio pascual de su Hijo, Luz que
alumbra a las naciones para mostrarles el camino de la verdad y del amor, signo
de contradicción del que Ella participa al profetizarle que una espada
traspasaría su corazón.
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