VIGESIMO DOMINGO T O (A)
MONICIÓN AMBIENTAL
Este domingo el Señor
nos presenta el encuentro de Jesús con una mujer cananea, gentil, cuya fe
suscita la admiración del Señor y le concede lo que ella le pide con humildad y
paciencia para su hija. De este modo se cumple la promesa de salvación hecha
por el profeta Isaías a los pueblos gentiles.
ORACIÓN COLECTA
Oh Dios, que has
preparado bienes inefables para los que te aman, infunde tu amor en nuestros
corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos
alcanzar tus promesas, que superan todo deseo.
Por nuestro Señor
Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M. El profeta Isaías
promete para el extranjero que ama y sirve al Señor, traerlo a su monte santo y
aceptar sus sacrificios y holocaustos.
Lectura del libro de
Isaías 56,1.6-7
Así dice el Señor:
“Guardad el derecho, practicad la justicia, que mi salvación está para llegar,
y se va a revelar mi victoria. A los extranjeros que se han dado al Señor, para
servirlo, para amar el nombre del Señor y ser sus servidores, que guardan el
sábado sin profanarlo y perseveran en mi alianza, los traeré a mi monte santo,
los alegraré en mi casa de oración, aceptaré sobre mi altar sus holocaustos y
sacrificios; porque mi casa es casa de oración, y así la llamarán todos los
pueblos”.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL
Sal 66,2-3.5.6 y 8 (R.:
4)
El salmista nos invita a
alabar al Señor, a exultar de alegría porque el Señor alcanza a todos los
pueblos de la tierra, digámosle: R/. Oh
Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te alaben.
El Señor tenga piedad y
nos bendiga,
ilumine su rostro sobre
nosotros;
conozca la tierra tus
caminos,
todos los pueblos tu
salvación.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
Que canten de alegría
las naciones,
porque riges el mundo
con justicia,
riges los pueblos con
rectitud
y gobiernas las naciones
de la tierra.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
Oh Dios, que te alaben
los pueblos,
que todos los pueblos te
alaben.
Que Dios nos bendiga;
que le teman
hasta los confines del
orbe.
R/. Oh Dios, que te alaben los pueblos, que todos los pueblos te
alaben.
SEGUNDA LECTURA
M. San Pablo en la carta
a los Romanos afirma que los dones y la vocación divina son irrevocables. Esto
es también válido para Israel, el pueblo de la primera alianza.
Lectura de la carta del
apóstol san Pablo a los Romanos 11,13-15.29-32
Hermanos:
Os digo a vosotros, los
gentiles: Mientras sea vuestro apóstol, haré honor a mi ministerio, por ver si
despierto emulación en los de mi raza y salvo a algunos de ellos. Si su
reprobación es reconciliación del mundo, ¿qué será su reintegración sino un
volver de la muerte a la vida? Pues los dones y la llamada de Dios son irrevocables.
Vosotros, en otro tiempo, erais rebeldes a Dios, pero ahora, al rebelarse
ellos, habéis obtenido misericordia. Así también ellos, que ahora son rebeldes,
con ocasión de la misericordia obtenida por vosotros, alcanzarán misericordia.
Pues Dios nos encerró a todos en la rebeldía para tener misericordia de todos.
Palabra de Dios.
M. San Mateo relata el
encuentro de una mujer pagana, cananea, con Jesús, quien se admira de la fe de
esa mujer que suplica por su hija.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya Mt 4,23
Jesús proclamaba el
Evangelio del reino, curando las dolencias del pueblo.
EVANGELIO
† Lectura del santo
evangelio según san Mateo 15,21-28
En
aquel tiempo, Jesús se marchó y se retiró al país de Tiro y Sidón. Entonces una
mujer cananea, saliendo de uno de aquellos lugares, se puso a gritarle: “Ten
compasión de mí, Señor, Hijo de David. Mi hija tiene un demonio muy malo”. Él
no le respondió nada. Entonces los discípulos se le acercaron a decirle:
“Atiéndela, que viene detrás gritando”. Él les contestó: “Sólo me han enviado a
las ovejas descarriadas de Israel”. Ella los alcanzó y se postró ante él, y le
pidió: “Señor, socórreme”. Él le contestó: “No está bien echar a los perros el
pan de los hijos”. Pero ella repuso: “Tienes razón, Señor; pero también los
perros se comen las migajas que caen de la mesa de los amos”. Jesús le
respondió: “Mujer, qué grande es tu fe: que se cumpla lo que deseas”. En aquel
momento quedó curada su hija.
Palabra del Señor.
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 543-544: el Reino de Dios anunciado primero a
Israel, ahora a todos los que creen
CEC 674: la venida de Cristo esperanza de Israel;
su aceptación definitiva del Mesías
CEC 2610: el poder de la invocación hecha con fe
sincera
CEC
831, 849: la Iglesia es católica
543 Todos los hombres están llamados a entrar en el Reino.
Anunciado en primer lugar a los hijos de Israel (cf. Mt 10,5-7), este
reino mesiánico está destinado a acoger a los hombres de todas las naciones
(cf. Mt 8,11 MT 28,19).
Para entrar en él, es necesario
acoger la palabra de Jesús: La palabra de Dios se compara a una semilla
sembrada en el campo: los que escuchan con fe y se unen al pequeño rebaño de
Cristo han acogido el Reino; después la semilla, por sí misma, germina y crece
hasta el tiempo de la siega (LG 5).
544 El Reino pertenece a
los pobres y a los pequeños, es decir a los que lo acogen con un corazón
humilde. Jesús fue enviado para "anunciar la Buena Nueva a los
pobres" (LC 4,18 cf. LC 7,22). Los declara bienaventurados
porque de "ellos es el Reino de los cielos" (MT 5,3); a los
"pequeños" es a quienes el Padre se ha dignado revelar las cosas que
ha ocultado a los sabios y prudentes (cf. Mt 11,25). Jesús, desde el
pesebre hasta la cruz comparte la vida de los pobres; conoce el hambre (cf. Mc
2,23-26 MT 21,18), la sed (cf. Jn 4,6-7 JN 19,28) y la privación
(cf. Lc 9,58). Aún más: se identifica con los pobres de todas clases y
hace del amor activo hacia ellos la condición para entrar en su Reino (cf. Mt
25,31-46).
HERMENÉUTICA DE LA FE
Tiro era la metrópoli de los cananeos y Sidón estaba en sus
confines. La mujer cananea del evangelio actúa con sabiduría porque tiene fe en
Jesús, por contraste con la incredulidad de muchos judíos. Esa mujer, sin
conocer la Ley ni los profetas, se acercó al Señor con fe y le pide
misericordia.
La fe de esta mujer está unida a una gran humildad y paciencia
(cf. San Jerónimo). Una fe muy grande porque es profunda su sencillez de
corazón, que le permite conseguir de Jesús la curación de su hija a distancia;
esta fe es la primicia de la actitud de muchos gentiles ante la predicación del
evangelio que les valdrá el acceso a la salvación. Una humildad que además de
reconocer la grandeza del pueblo judío, llega a abajarse más que un perro, al
nivel de los cachorros que les basta para comer las migajas del pan, indicando
la belleza de su pobreza interior. Una paciencia que supera el silencio inicial
del Señor, que pide al creyente perseverancia en la súplica.
Esta actitud tan conmovedora y de confianza plena en Jesucristo
explica mejor por qué el Señor, que conoce el corazón de los hombres, se
retarda en responder a sus suplicas, porque sabía de su gran virtud y quería
que se manifestara a todos (cf. San Juan Crisóstomo).
El Señor da la primacía a los judíos respecto a los gentiles
porque reservaba el don de la redención para el momento de su pasión y
resurrección, donde se abren las puertas de la salvación para todos los seres
humanos.
La hija de la cananea, y
en otro pasaje el hijo del centurión, a quienes Jesucristo no fue a visitar
directamente, gracias a la apertura de sus padres, representan a los pueblos
gentiles que creyeron en la Palabra del Señor por medio de la predicación
apostólica (cf. San Agustín). Los pueblos gentiles al escuchar y obedecer la
predicación apostólica alcanzaron la salvación, aun cuando el Señor no les
predicó directamente el evangelio.
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