TRIGÉSIMO TERCER DOMINGO T O (C)
MONICION AMBIENTAL
Hoy el Señor nos
presenta la dimensión escatológica del cristianismo. Hemos de esperar el día
del Señor, donde aparecerá la justicia y la paz en plenitud, trabajando con
valentía y fortaleza, con la paciencia que se apoya en Dios. El testimonio de
fe de los mejores hijos de la Iglesia siempre ha superado el ser signos de
contradicción con la fuerza del amor, produciendo mucha fecundidad divina a lo
largo de la historia.
ORACION
COLECTA
Señor Dios nuestro,
concédenos vivir siempre alegres en tu servicio, porque en servirte a
ti, creador de todo bien, consiste el gozo pleno y verdadero.
Por nuestro Señor Jesucristo.
PRIMERA
LECTURA
M. El profeta Malaquías habla de la justicia del
Señor de los ejércitos con los buenos y los malvados en el día previsto por él.
Lectura
de la profecía de Malaquías 3,19-20a.
Mirad que llega el día, ardiente como un horno:
malvados y perversos serán la paja, y los quemaré el día que ha de venir―dice
el Señor de los ejércitos―, y no quedará de ellos ni rama ni raíz. Pero a los
que honran mi nombre los iluminará un sol de justicia que lleva la salud en las
alas.
Palabra de Dios.
SALMO RESPOSORIAL Sal 97,5-6.7-9a. (R.:cf.9)
M. El salmista habla del
gobierno recto de Dios para con todos los pueblos de la tierra, digamos: R/. El Señor llega para regir los pueblos
con rectitud.
Tañed la cítara para el
Señor, suenen los instrumentos: con clarines y al son de trompetas, aclamad al
Rey y Señor. R/. El Señor llega para regir
los pueblos con rectitud.
Retumbe el mar y cuanto
contiene, la tierra y cuantos la
habitan; aplaudan los ríos, aclamen los
montes al Señor, que llega para regir la tierra. Regirá el orbe con justicia y
los pueblos con rectitud. R/. El Señor llega para regir los pueblos con
rectitud.
Regirá el orbe con
justicia y los pueblos con rectitud. R/.
El Señor llega para regir los pueblos con rectitud.
SEGUNDA LECTURA
M. San Pablo invita a
los cristianos de Tesalónica a imitar su ejemplo de trabajo para ganarse el
propio pan.
Lectura de la segunda carta del apóstol San Pablo a los
Tesalonicenses 3,7-12.
Hermanos:
Ya sabéis como tenéis
que imitar nuestro ejemplo: no vivimos entre vosotros sin trabajar, nadie nos
dio de balde el pan que comimos, sino que trabajamos y nos cansamos día y
noche, a fin de no ser carga para nadie.
No es que no tuviésemos
derecho para hacerlo, pero quisimos daros un ejemplo que imitar.
Cuando vivimos con
vosotros os lo mandamos: El que no trabaja, que no coma.
Porque nos hemos
enterado de que algunos viven sin trabajar, muy ocupados en no hacer nada.
Pues a esos les mandamos
y recomendamos, por el Señor Jesucristo, que trabajen con tranquilidad para
ganarse el pan.
Palabra de Dios.
M. El Evangelio recoge
un pasaje escatológico: el fin del templo de Jerusalén y el final de la
historia humana. Jesús nos invita a apoyarnos en El para ser pacientes, para
poder vencer la persecución y la contradicción.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya
Lc 21,28.
Levantaos,
alzad la cabeza: se acerca vuestra liberación.
EVANGELIO
† Lectura del santo evangelio según san Lucas 21, 5-19.
En aquel tiempo, algunos
ponderaban la belleza del templo, por la calidad de la piedra y los exvotos. Jesús les dijo:
―«Esto que contempláis,
llegará un día en que no quedará piedra sobre piedra: todo será destruido.»
Ellos le preguntaron:
―«Maestro, ¿Cuándo va a
hacer eso?, ¿y cuál será la señal de que todo eso está para suceder?»
Él contesto:
―«Cuidado con que nadie os
engañe. Porque muchos vendrán usurpando mi nombre, diciendo: “Yo soy”, o bien:
“El momento está cerca”; no vayáis tras ellos.
Cuando oigáis noticias de
guerras y revoluciones, no tengáis pánico. Porque eso tiene que ocurrir
primero, pero el final no vendrá en seguida.»
Luego les dijo:
―«Se alzará pueblo contra pueblo
y reino contra reino, habrá grandes terremotos, y en diversos países epidemias
y hambre.
Habrá también espantos y grandes
signos en el cielo. Pero antes de todo eso os echarán mano, os perseguirán,
entregándoos a la sinagoga y a la cárcel, y os harán compadecer ante reyes y
gobernadores, por causa mía. Así tendréis ocasión para dar testimonio. Haced
propósito de no preparar vuestra defensa, porque yo os daré palabras y
sabiduría a las que no podrán hacer frente ni contradecir ningún adversario
vuestro.
Y hasta vuestros padres, y
parientes, y hermanos, y amigos os traicionaran, y matarán a algunos de
vosotros, y todos os odiarán por causa mía. Pero ningún cabello de vuestra
cabeza perecerá; con vuestra perseverancia salvareis vuestras almas.»
Palabra del Señor.
CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC
162-165: la perseverancia en la fe; la fe, inicio de la vida eterna
CEC
675-677: la última prueba de la Iglesia
CEC
307, 531, 2427-2429: el trabajo humano que redime
CEC 673, 1001, 2730: el último
día
675 Antes del advenimiento de Cristo, la Iglesia deberá pasar por
una prueba final que sacudirá la fe de numerosos creyentes (cf. Lc LC 18,8 MT 24,12). La
persecución que acompaña a su peregrinación sobre la tierra (cf. Lc LC 21,12 Jn JN 15,19-20) desvelará el
"misterio de iniquidad" bajo la forma de una impostura religiosa que
proporcionará a los hombres una solución aparente a sus problemas mediante el
precio de la apostasía de la verdad. La impostura religiosa suprema es la del
Anticristo, es decir, la de un seudo-mesianismo en que el hombre se glorifica a
sí mismo colocándose en el lugar de Dios y de su Mesías venido en la carne (cf.
2TH 2,4-12 1Ts 1TH 5,2-3 2 Jn JN 7 1JN 2,18 1JN 2,22).
676 Esta impostura del
Anticristo aparece esbozada ya en el mundo cada vez que se pretende llevar a
cabo la esperanza mesiánica en la historia, lo cual no puede alcanzarse sino
más allá del tiempo histórico a través del juicio escatológico: incluso en su
forma mitigada, la Iglesia ha rechazado esta falsificación del Reino futuro con
el nombre de milenarismo (cf. DS 3839), sobre todo bajo la forma
política de un mesianismo secularizado, "intrínsecamente perverso"
(cf. Pío XI, carta enc. Divini Redemptoris, condenando "los errores
presentados bajo un falso sentido místico" "de esta especie de
falseada redención de los más humildes";
GS GS 20-21).
677 La Iglesia sólo entrará en la
gloria del Reino a través de esta última Pascua en la que seguirá a su Señor en
su muerte y su Resurrección (cf. AP 19,1-9). El Reino no se realizará,
por tanto, mediante un triunfo histórico de la Iglesia (cf. AP 13,8) en
forma de un proceso creciente, sino por una victoria de Dios sobre el último
desencadenamiento del mal (cf. AP 20,7-10) que hará descender desde el
cielo a su Esposa (cf. AP 21,2-4). El triunfo de Dios sobre la rebelión
del mal tomará la forma de Juicio final (cf. AP 20,12) después de la
última sacudida cósmica de este mundo que pasa (cf. 2P 3,12-13).
HERMENÉUTICA
DE LA FE
Jesucristo
sabía que por motivo de su Nombre, sus discípulos deben dar testimonio de él
con valentía, paciencia y magnanimidad a la largo de la historia. Por esto los
invita a afrontar con realismo y sabiduría su propia realidad, trabajando
intensamente en la historia, conscientes de seguir a su Señor en el ser signos
de contradicción y sin perder la esperanza. Jesús les promete su asistencia
continua y les promete la fuerza del Espíritu Santo, dándole el sentido
escatológico a su actuar histórico, conscientes que la paz y la justicia
verdaderas alcanzan su plenitud después de la historia.
La verdad sobre el martirio posee en el Evangelio una elocuencia
plena de penetrante profundidad, juntamente con una transparente simplicidad.
Jesucristo no presenta a sus discípulos la utopía, como sucede con las
ideologías, de acontecimientos puramente terrenos y de prosperidad material
(cfr. San Juan Pablo II). El martirio de la Iglesia está claramente señalado
por el Señor, sabiendo que esta fuerza redentora obra el auténtico cambio de la
historia. La valentía en los momentos de prueba requiere la posesión de uno
mismo, para poder amar incluso a los enemigos y para poder darse a los demás.
Los
primeros mártires y confesores de la fe fueron al encuentro de la muerte con
gran fortaleza, convencidos de ir hacia la plenitud de la vida divina que
Cristo comunicó a la humanidad. El cristiano va a la pelea pero es Dios quien
realmente pelea, el cristiano pronuncia palabras pero es realmente Dios quien
habla en su defensa. El creyente ha de poseerse a sí mismo a través de la
paciencia, que es raíz y defensa de todas las virtudes (cfr. San Juan Pablo II).
Paciente es quien, apoyado en Dios, tolera los males recibidos con ánimo
tranquilo y sin guardar ningún resentimiento con quien los produce.
Aun
cuando el hombre quisiera vivir en paz y concordia, muchas veces debe
experimentar el egoísmo y el deseo de dominio y de posesión. Del mismo modo la
Iglesia es víctima de la incomprensión, del sarcasmo, del odio, de la violencia
y de todos aquellos que no quieren acoger a Cristo. La paz verdadera es fruto
de la justicia y del amor, cuyo vértice es el ofrecimiento generoso del propio
dolor, hasta dar la propia vida en unión con Cristo (cfr. San Juan Pablo II).
La destrucción del templo indica el fin de la sinagoga judía y
el comienzo de la Iglesia. Misteriosamente esos signos apocalípticos indican
castigo pero también tiempo de gracia para los elegidos. Esa destrucción fue
fruto de la dureza de su pecado y de la irreverencia de sus cultos.
Similarmente el templo de nuestro propio cuerpo, será destruido por el pecado y
por la falta de fe, porque todo lo que se consagra al pecado es motivo de
destrucción.
Antes de la venida del
Señor aparecerán falsos cristos, pretendiendo arrancar la semilla sembrada por
el Señor, sus preciosos dones, vendrán movidos por el odioso inventor de todo
mal, pero hemos de aprender a discernir, a no dejarnos seducir por sus medias
verdades, formándonos y siguiendo la verdad que enseña la Iglesia.
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