DOMINGO DE RESURRECCIÓN (B)
“El primer día de la semana, María
Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la
losa quitada del sepulcro. Echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y
el otro discípulo, a quien tanto quería Jesús, y les dijo: —«Se han llevado del
sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto.» Salieron Pedro y el otro
discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo
corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; y,
asomándose, vio las vendas en el suelo; pero no entró. Llegó también Simón
Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el
sudario con que le habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas,
sino enrollado en un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el
que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó. Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él
había de resucitar de entre los muertos”
(Jn 20,1-9).
CONTEXTO LITÚRGICO DEL EVANGELIO
Hch 10,34.37-43; Sal 117,1-2.16-17.22-23 ; Col 3,1-4; (Para misa
vespertina Lc 24,13-35).
CITAS DEL CEC SUGERIDAS
CEC 638-655, 989, 1001-1002:
la Resurrección de Cristo y nuestra resurrección
CEC 647, 1167-1170, 1243,
1287: la Pascua, el Día del Señor
CEC 1212: los Sacramentos de
la iniciación cristiana
CEC 1214-1222, 1226-1228,
1234-1245, 1254: el Bautismo
CEC 1286-1289: la
Confirmación
CEC 1322-1323: la Eucaristía
HERMENÉUTICA DE LA FE
María era la discípula
que más amó al Señor, como lo destaca el evangelista san Juan al nombrarla
solamente a ella. Su amor por el Señor se percibe cuando sale muy de madrugada
hacia la tumba, cuando avisa a Pedro y al “discípulo amado” que se habían
llevado el cuerpo del Señor, más aún cuando el ángel le esclarece que Jesús
está resucitado, transformándose en la “apóstol de los apóstoles” pues esta “mujer fue la primera en anunciar a
los Apóstoles palabras de vida” (santo Tomás de Aquino). La
dignidad de ser hijos de Dios, desde este momento, borra cualquier menosprecio
de la dignidad femenina respecto a la del hombre.
Esta experiencia de encuentro de
Magdalena con el Señor constituye una llamada para todos los creyentes, “también nosotros, si buscamos al Señor con sencillez y
sinceridad de corazón, lo encontraremos, más aún, será él quien saldrá a nuestro
encuentro; se dejará reconocer, nos llamará por nuestro nombre, es decir, nos
hará entrar en la intimidad de su amor” (Benedicto XVI). El discípulo de Cristo está llamado a vivir con su Señor y
como su Señor, para esto se requiere una gran familiaridad y una confianza
total, como sucedió con san Juan y Magdalena.
El sepulcro vacío, aunque no sea una prueba directa,
constituye un signo esencial de la Resurrección, pues la ausencia del cuerpo
indica algo sobrenatural y que el Señor recobró una vida distinta a la terrenal
(cfr. CEC 640). Pedro y el “discípulo amado” corren
presurosos: “Los
Padres de la Iglesia vieron en esa carrera hacia el sepulcro vacío una
exhortación a la única competición legítima entre los creyentes: la competición
en busca de Cristo” (Benedicto XVI).
La preeminencia de
Pedro el domingo de resurrección, día de la nueva creación, es confirmada. Esa
preeminencia comenzó en Cesarea de Filipo, ahora, entra primero para ver la
tumba vacía, después de la resurrección preside la Iglesia naciente de
Jerusalén. San Pablo mismo reconoce a Pedro como el primer testigo de la fe
cristiana.
El “discípulo amado” se
identifica con san Juan evangelista, quien no se había adherido por la fe a la
resurrección aun cuando Jesús mismo se los anunció. Hasta que san Juan fue y
vio el sepulcro vacío afirma “vio y creyó”. Esto indica lo grandioso del
triunfo de Cristo sobre la muerte para todos los discípulos de Jesús. La
Resurrección desde entonces constituye la base de la fe y de la vida cristiana.
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