VIGESIMO TERCER DOMINGO (B)



MONICIÓN AMBIENTAL

Este domingo escucharemos el anuncio y el cumplimiento de los signos mesiánicos en Jesucristo, quien ha venido para redimir integralmente al hombre, para restaurar la imagen y semejanza divina en nosotros, tanto en nuestra corporeidad como en nuestro ser interior.

ORACIÓN COLECTA

Señor, tú que te has dignado redimirnos y has querido hacernos hijos tuyos, míranos siempre con amor de padre y haz que cuantos creemos en Cristo, tu Hijo, alcancemos la libertad verdadera y la herencia eterna.

Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

M. El profeta Isaías anuncia la venida del Señor para dar vista a los ciegos y hacer oír a los sordos. Nos invita a tener una esperanza firme.

Lectura del libro de Isaías 35, 4-7ª

Decid a los cobardes de corazón: «Sed fuertes, no temáis. Mirad a vuestro Dios que trae el desquite, viene en persona, resarcirá y os salvará» Se despegarán los ojos del ciego, los oídos del sordo se abrirán, saltará como un ciervo el cojo, la lengua del mudo cantará. Porque han brotado aguas en el desierto, torrentes en la estepa; el páramo será un estanque, lo reseco un manantial.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 145, 7. 8-9a. 9bc-10 (R/.:1)

M. El salmista canta la misericordia del Señor con los ciegos, los hambrientos, los cautivos, los oprimidos y con los extranjeros. Acojámonos a ese amor infinito diciendo: R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Que mantiene su fidelidad perpetuamente, que hace justicia a los oprimidos, que da pan a los hambrientos. El Señor liberta a los cautivos. R/. Alaba, alma mía, al Señor.

El Señor abre los ojos al ciego, el Señor endereza a los que ya se doblan, el Señor ama a los justos, el Señor guarda a los peregrinos. R/. Alaba, alma mía, al Señor.

Sustenta al huérfano y a la viuda y trastorna el camino de los malvados. El Señor reina eternamente, tu Dios, Sión, de edad en edad. R/. Alaba, alma mía, al Señor.


SEGUNDA LECTURA

M. El apóstol Santiago nos invita a los cristianos a no hacer acepción de personas, fijándonos en la simple apariencia.

Lectura de la carta del apóstol Santiago 2,1-5

Hermanos míos: No juntéis la fe en nuestro Señor Jesucristo glorioso con el favoritismo. Por ejemplo: llegan dos hombres a la reunión litúrgica. Uno va bien vestido y hasta con anillos en los dedos; el otro es un pobre andrajoso. Veis al bien vestido y le decís: «Por favor, siéntate aquí, en el puesto reservado.» Al pobre, en cambio: «Estate ahí de pie o siéntate en el suelo.» Si hacéis eso, ¿no sois inconsecuentes y juzgáis con criterios malos? Queridos hermanos, escuchad: ¿Acaso no ha elegido Dios a los pobres del mundo para hacerlos ricos en la fe y herederos del reino, que prometió a los que lo aman?

Palabra de Dios.

M. San Marcos relata la misericordia del Señor con un sordomudo, a quien lo sana diciéndole “ábrete”, del mismo modo quiere sanar nuestra sordera y mudez interior para escuchar su Palabra y anunciarla a todos.

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya Mt 4, 23 

Jesús proclamaba el Evangelio del reino, curando las dolencias del pueblo.

EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Marcos 7, 31-37

En aquel tiempo, dejó Jesús el territorio de Tiro, pasó por Sidón, camino del lago de Galilea, atravesando la Decápolis. Y le presentaron un sordo que, además, apenas podía hablar; y le piden que le imponga las manos. Él, apartándolo de la gente a un lado, le metió los dedos en los oídos y con la saliva le tocó la lengua. Y, mirando al cielo, suspiró y le dijo: —«Effetá», esto es: «Ábrete.» Y al momento se le abrieron los oídos, se le soltó la traba de la lengua y hablaba sin dificultad. É1 les mandó que no lo dijeran a nadie; pero, cuanto más se lo mandaba, con más insistencia lo proclamaban ellos. Y en el colmo del asombro decían: —«Todo lo ha hecho bien; hace oír a los sordos y hablar a los mudos.»

Palabra del Señor

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Oh Dios, fuente de la paz y del amor sincero, concédenos glorificarte por estas ofrendas y unirnos fielmente a ti por la participación en esta eucaristía.

Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN  Jn 8,12

Yo soy la luz del mundo –dice el Señor–. El que me sigue no camina en las tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Con tu palabra, Señor, y con tu pan del cielo, alimentas y vivificas a tus fieles; concédenos que estos dones de tu Hijo nos aprovechen de tal modo que merezcamos participar siempre de su vida divina.

Por Jesucristo nuestro Señor.



DOS PENSAMIENTOS SUGERIDOS



“¡Effetá!, ¡ábrete!" (MC 7,34)… resuena hoy para nosotros; es una palabra sugestiva, de gran intensidad simbólica, que nos llama a abrirnos a la escucha y al testimonio” (San Juan Pablo II)



“El sordomudo, del que habla el Evangelio, ¿no evoca acaso la situación de quien no logra establecer una comunicación que dé sentido verdadero a la existencia?” (San Juan Pablo II)



HERMENÉUTICA DE LA FE

“Decápolis es el país de las diez ciudades al otro lado del Jordán, al oriente, frente a Galilea” (San Beda). La Decápolis, “territorio multi-étnico y plurirreligioso” (Benedicto XVI), no obstante que Jesús subraya que debía irse primero a los israelitas, indica cómo en ciertos momentos el Señor se acerca a los paganos. La “Decápolis, es decir, "la región de los gerasenos", a la otra orilla del lago de Galilea… Estas alusiones prueban que Jesús salía, a veces, fuera de los límites de Israel (en sentido étnico)” (San Juan Pablo II).



Le presentaron a Jesús un sordo que apenas podía hablar. La reacción sencilla, amorosa y compasiva del Señor es evidente: “lo aparta del alboroto de la multitud, le hace sentir su cercanía y comprensión mediante gestos densos de significado. Le pone los dedos en los oídos y con la saliva le toca la lengua. Después lo invita a dirigir junto con él la mirada interior, la del corazón, hacia el Padre celestial. Por último, lo cura y lo devuelve a su familia, a su gente” (Benedicto XVI).



La palabra aramea Effetá, “Ábrete” cura la sordera física porque el cuerpo es también imagen de Dios, pero mira también a la sordera del alma porque Jesucristo viene a redimir al hombre integral. La “sordera del espíritu, que levanta barreras cada vez más altas ante la voz de Dios y del prójimo, especialmente ante el grito de socorro de los últimos y de los que sufren, y aprisiona al hombre en un egoísmo profundo y destructor” (Benedicto XVI). Effetá es una llamada a la escucha y al testimonio, a salir de esa falsa autonomía que nos aísla “respecto a Dios y, a menudo, también con respecto a(l) prójimo. Jesús se dirige a este hombre para restituirle la capacidad de abrirse al Otro y a los demás, con una actitud de confianza y de amor gratuito” (San Juan Pablo II).



Él, a aquel sordomudo, al que tal vez no le podía hablar porque no le oía -era sordo- con un gesto se lo dice todo: tocándole las orejas y la lengua y levantando los ojos al cielo, y dando un suspiro. Éstos son los gestos que hablan aún al mudo necesitado de lengua y al sordo necesitado de oído: las señales de la liberación. Les estaba diciendo: «Tú tienes un destino trascendente -cielo-, yo mismo he venido de allá». Que dulce debió ser aquella mirada de Cristo hacia el Padre: la infinidad con Dios. Éstos son los verdaderos liberadores, hombres que no olvidan que sólo en Dios está el destino de la liberación del hombre. Hombres que saben orar y que saben elevar, hasta lo que no entienden, al sentimiento de Dios. Ésta es la dimensión de toda redención.” (Mons. Oscar Romero)



En este milagro que cura una discapacidad relacional del hombre “podemos ver el ardiente deseo de Jesús de vencer en el hombre la soledad y la incomunicabilidad creadas por el egoísmo, a fin de dar rostro a una "nueva humanidad", la humanidad de la escucha y de la palabra, del diálogo, de la comunicación, de la comunión con Dios” (Benedicto XVI).

Finalmente “el comentario de admiración de quienes habían asistido refuerza la predicación de Isaías para la llegada del Mesías: "Hace oír a los sordos y hablar a los mudos” (Benedicto XVI).

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