DECIMO SEPTIMO DOMINGO (B)



MONICIÓN DE ENTRADA

El banquete de la Palabra de este domingo nos pone frente a la preparación inmediata de la Institución de la Eucaristía. El evangelista san Juan desarrollará todo un discurso sobre el pan de vida y para esto nos pondrá frente al milagro de la multiplicación de panes de Jesucristo, cuya prefiguración en el AT aparece en el profeta Eliseo. El Señor al darnos su propia humanidad como alimento de inmortalidad, fortalece nuestra comunión con Dios y con los hermanos, nos preserva y cura del pecado.

ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, protector de los que en ti esperan, sin ti nada es fuerte ni santo; multiplica sobre nosotros los signos de tu misericordia, para que, bajo tu guía providente, de tal modo nos sirvamos de los bienes pasajeros, que podamos adherirnos a los eternos.

Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA

M. En el libro de los Reyes el profeta Eliseo manda a un criado que reparta veinte panes de cebada a cien personas, seguro que el Señor cumpliría su promesa de que todos comerían y sobraría, como realmente sucedió.

Lectura del segundo libro de los Reyes 4, 42-44

En aquellos días, uno de Baal-Salisá vino a traer al profeta Eliseo el pan de las primicias, veinte panes de cebada y grano reciente en la alforja. Eliseo dijo: —«Dáselos a la gente, que coman.» El criado replicó: —«¿Qué hago yo con esto para cien personas?» Eliseo insistió: —«Dáselos a la gente, que coman. Porque así dice el Señor: Comerán y sobrará.» Entonces el criado se los sirvió, comieron y sobró, como había dicho el Señor.

Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 144, 10-11. 15-16. 17-18 (R/.: cf. 16)

M. Con el salmo 144 alabamos la bondad infinita de Dios que es inmensamente generoso con todas sus criaturas, es cercano a ellas, especialmente con los que lo invocan sinceramente. R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

Que todas tus criaturas te den gracias, Señor, que te bendigan tus fieles; que proclamen la gloria de tu reinado, que hablen de tus hazañas. R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

Los ojos de todos te están aguardando, tú les das la comida a su tiempo; abres tú la mano, y sacias de favores a todo viviente. R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones; cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente. R/. Abres tú la mano, Señor, y nos sacias.

SEGUNDA LECTURA

M. El apóstol Pablo en la carta a los Efesios invita a los creyentes a caminar según la vocación cristiana, construyendo la unidad, del mismo modo que somos un solo cuerpo, movidos por un solo Espíritu, tenemos una sola fe y un solo bautismo, como una sola es la esperanza de nuestra vocación.



Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 4, 1-6



Hermanos: Yo, el prisionero por el Señor, os ruego que andéis como pide la vocación a la que habéis sido convocados. Sed siempre humildes y amables, sed comprensivos, sobrellevaos mutuamente con amor; esforzaos en mantener la unidad del Espíritu con el vínculo de la paz. Un solo cuerpo y un solo Espíritu, como una sola es la esperanza de la vocación a la que habéis sido convocados. Un Señor, una fe, un bautismo. Un Dios, Padre de todo, que lo trasciende todo, y lo penetra todo, y lo invade todo.

Palabra de Dios.



M. El evangelio de san Juan comienza hoy el capítulo dedicado al Pan de vida. El Señor realiza el milagro de la multiplicación de panes preparando la promesa de su Cuerpo y su Sangre como alimento de vida eterna.

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO



Aleluya Lc 7, 16

Un gran Profeta ha surgido entre nosotros. Dios ha visitado a su pueblo.



EVANGELIO 

Lectura del santo evangelio según san Juan 6, 1-15



En aquel tiempo, Jesús se marchó a la otra parte del lago de Galilea (o de Tiberíades). Lo seguía mucha gente, porque habían visto los signos que hacía con los enfermos. Subió Jesús entonces a la montaña y se sentó allí con sus discípulos. Estaba cerca la Pascua, la fiesta de los judíos. Jesús entonces levantó los ojos, y al ver que acudía mucha gente, dice a Felipe: —«¿Con qué compraremos panes para que coman éstos?» Lo decía para tantearlo, pues bien sabía él lo que iba a hacer. Felipe le contestó: —«Doscientos denarios de pan no bastan para que a cada uno le toque un pedazo.» Uno de sus discípulos, Andrés, el hermano de Simón Pedro, le dice: —«Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y un par de peces; pero, ¿qué es eso para tantos?» Jesús dijo: —«Decid a la gente que se siente en el suelo.» Había mucha hierba en aquel sitio. Se sentaron; sólo los hombres eran unos cinco mil.

Jesús tomó los panes, dijo la acción de gracias y los repartió a los que estaban sentados, y lo mismo todo lo que quisieron del pescado. Cuando se saciaron, dice a sus discípulos: —«Recoged los pedazos que han sobrado; que nada se desperdicie.» Los recogieron y llenaron doce canastas con los pedazos de los cinco panes de cebada, que sobraron a los que habían comido. La gente entonces, al ver el signo que había hecho, decía: —«Este sí que es el Profeta que tenía que venir al mundo.» Jesús entonces, sabiendo que iban a llevárselo para proclamarlo rey, se retiró otra vez a la montaña él solo.

Palabra del Señor.

ORACION DE LOS FIELES

Somos hermanos, porque Dios es nuestro Padre; por eso, con espíritu filial oremos  diciendo: Padre, escúchanos.



Por los cristianos del tercer milenio: para que seamos humildes, amables y comprensivos con todos. Oremos al Señor. Padre, escúchanos.



Por los pastores de la Iglesia: para que se esfuercen por mantener la unidad entre los discípulos de Cristo. Oremos al Señor. Padre, escúchanos.



Por los que tienen autoridad en nuestro país: para que velen por el bien común, la justicia y la paz. Oremos al Señor. Padre, escúchanos.



Por los que pasan hambre, sed, desnudez o abandono, por los que no tienen hogar: para que les llegue la ayuda que necesitan para vivir con dignidad. Oremos al Señor. Padre, escúchanos.



Por los enfermos: para que fortalecidos por la comunión con el Cuerpo de Cristo se sientan aliviados. Oremos al Señor. Padre, escúchanos.



Por los que participamos de la Eucaristía: para que el alimento del Pan y la Palabra nos den fuerzas para no desfallecer en la vivencia de nuestra vocación. Oremos al Señor.

Padre, escúchanos.



Padre bueno, Tú que lo penetras todo y todo lo sabes, acoge las oraciones que te  hemos presentado y las que cada uno lleva en el corazón, y haz que  permanezcamos unidos en el amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Recibe, Señor, las ofrendas que podemos presentar gracias a tu generosidad, para que estos santos misterios, donde tu Espíritu actúa eficazmente, santifiquen los días de nuestra vida y nos conduzcan a las alegrías eternas.

Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN   Sal 102,2

Bendice, alma mía, al Señor y no olvides sus beneficios.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Hemos recibido, Señor, este sacramento, memorial perpetuo de la pasión de tu Hijo; concédenos que este don de su amor inefable nos aproveche para la salvación.

Por Jesucristo nuestro Señor.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

CEC 1335: el milagro de los panes y los peces prefigura la Eucaristía

CEC 814-815, 949-959: compartir los dones en la comunidad de la Iglesia

949 En la comunidad primitiva de Jerusalén, los discípulos "acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, a la comunión, a la fracción del pan y a las oraciones" (AC 2,42):

La comunión en la fe. La fe de los fieles es la fe de la Iglesia recibida de los Apóstoles, tesoro de vida que se enriquece cuando se comparte.



950 La comunión de los sacramentos. “El fruto de todos los Sacramentos pertenece a todos. Porque los Sacramentos, y sobre todo el Bautismo que es como la puerta por la que los hombres entran en la Iglesia, son otros tantos vínculos sagrados que unen a todos y los ligan a Jesucristo. La comunión de los santos es la comunión de los sacramentos ... El nombre de comunión puede aplicarse a cada uno de ellos, porque cada uno de ellos nos une a Dios ... Pero este nombre es más propio de la Eucaristía que de cualquier otro, porque ella es la que lleva esta comunión a su culminación” (Catech. R. 1, 10, 24).



951 La comunión de los carismas: En la comunión de la Iglesia, el Espíritu Santo "reparte gracias especiales entre los fieles" para la edificación de la Iglesia (LG 12). Pues bien, "a cada cual se le otorga la manifestación del Espíritu para provecho común" (1CO 12,7).



952 “Todo lo tenían en común” (AC 4,32): "Todo lo que posee el verdadero cristiano debe considerarlo como un bien en común con los demás y debe estar dispuesto y ser diligente para socorrer al necesitado y la miseria del prójimo" (Catech. R. 1, 10, 27). El cristiano es un administrador de los bienes del Señor (cf. Lc 16,1 16,3).



953 La comunión de la caridad: En la "comunión de los santos" "ninguno de nosotros vive para sí mismo; como tampoco muere nadie para sí mismo" (RM 14,7). "Si sufre un miembro, todos los demás sufren con él. Si un miembro es honrado, todos los demás toman parte en su gozo. Ahora bien, vosotros sois el cuerpo de Cristo, y sus miembros cada uno por su parte" (1CO 12,26-27). "La caridad no busca su interés" (1CO 13,5 cf. 1CO 10,24). El menor de nuestros actos hecho con caridad repercute en beneficio de todos, en esta solidaridad entre todos los hombres, vivos o muertos, que se funda en la comunión de los santos. Todo pecado daña a esta comunión.

PARTE DE LA HOMILÍA DE MONSEÑOR ROMERO SOBRE Jn 6

Hace dos referencias, una sobre el capítulo 6 que se aborda en cuatro domingos sucesivos, dos antes y dos después de la solemnidad del Divino Salvador, y, en un momento más amplio, hace tres referencias generales sobre el Cuarto Evangelio.

Sobre Jn 6 dice: “Se trata del discurso eucarístico de Cafarnaún, donde se presenta el Divino Salvador, cabalmente, como la luz para nuestros problemas, como la solución eficaz de todos los problemas de la historia y, por tanto, de nuestra patria” (Mons. Romero, domingo 29 de julio de 1979).

Sobre todo el evangelio de san Juan dice que es el evangelio más eclesiológico: “se puede decir que todo el evangelio de Juan es un tratado de eclesiología, es decir, un tratado de la Iglesia. Se presenta la Iglesia en San Juan como una prolongación de la personalidad de Cristo, de tal manera que no se entiende el evangelio de Juan si se quiere ver como una biografía de Cristo. Se entiende si se quiere ver desde la comunidad, desde cualquier comunidad cristiana” (Mons. Romero, domingo 29 de julio de 1979).

Es el evangelio más sacramental: “el evangelio de los signos, señales, de tal manera que Cristo viene a ser como la culminación del Viejo Testamento, pero al mismo tiempo el signo máximo de toda la fuerza redentora que en él ha venido al mundo. Los sacramentos de nuestra Iglesia encuentran en el evangelio  de Juan su razón de ser” (Mons. Romero, domingo 29 de julio de 1979).

Es el evangelio más original al presentar la escatología presente: “la «escatología»; es lo último, lo definitivo, el final de la historia, el reino definitivo de Cristo; eso se llama lo escatológico. Pero no lo presenta como una esperanza más allá de la muerte, como una eternidad que estamos esperando. El evangelio de Juan nos presenta como ese reino definitivo ya presente en la historia. Nosotros lo estamos haciendo con nuestra conducta y también con nuestro rechazo. Se está elaborando ya la suerte definitiva de los hombres en esta escatología que Cristo con su presencia divina y con su Iglesia han sembrado ya como germen de la historia” (Mons. Romero, domingo 29 de julio de 1979).



HERMENÉUTICA DE LA FE

Jesús realiza la multiplicación de panes junto al lago de Galilea como una preparación para instituir el sacramento de la eucaristía. “Y para que no pareciese que las criaturas eran ajenas a su poder, utiliza las cosas creadas para hacer milagros” (san Juan Crisóstomo), esta misma condescendencia emplea el Señor en toda materia sacramental. El Señor ahondará en el misterio eucarístico hablando del verdadero maná del cielo, que supera el maná que Moisés pidió a Yavé para el pueblo de Israel.

La pregunta hecha por Jesús a Felipe era para poner a prueba su fe, “deseaba hacerlo testigo calificado por medio de esta pregunta, proponiéndose llevarlo al mejor conocimiento de aquel milagro” (san Juan Crisóstomo). Felipe contesta con un realismo inequívoco, constatando la imposibilidad material para dar de comer a tan gran multitud. Esto refuerza el milagro de la multiplicación de los panes y peces, que sucedió en las manos de sus discípulos.

“Jesús realizó unos signos mesiánicos; no obstante, no vino para abolir todos los males aquí abajo… sino a liberar a los hombres de la esclavitud más grave, la del pecado” (CEC 549), como se sigue realizando en la historia a través de la dispensación de la gracia sobrenatural por parte de la Iglesia en cada sacramento; “los milagros, precisamente por ser signos, señalaban la superación del mal moral, la transformación y la renovación del hombre en el Espíritu Santo” (san Juan Pablo II).

Los doce canastos de sobras recogidas coinciden con el número de los apóstoles porque tiene un fin pedagógico para ellos, quienes deberán alimentar al nuevo pueblo de Dios con este Pan de Vida, con Jesús resucitado. Jesús “quería enseñarles de una manera especial, puesto que habían de ser los maestros de todo el mundo” (san Juan Crisóstomo).

En “el misterio de la Eucaristía se muestra cuál es el verdadero maná, el auténtico pan del cielo: es el Logos de Dios que se ha hecho carne, que se ha entregado a sí mismo por nosotros en el misterio pascual” (VD 54). El concilio de Trento al afirmar la presencia del Señor muerto y resucitado tanto en las especies del pan como del vino, destaca la corporeidad y el alma de Jesucristo en perfecta unidad, sosteniendo la presencia total del Señor en cada una y en las dos especies consagradas (cfr. Sesión XIII,3).


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