AGAPE Y PERSPECTIVAS PASTORALES EN AMORIS LAETITIA






Una Exhortación pastoral sobre el Amor
Prof. D. Pablo Guerrero
   Una autocrítica de la Iglesia en el modo de presentar la PF. La Iglesia es Madre y Maestra, Hija y Discípula. Su enseñanza debe brotar del amor evangélico.
No añade nada nuevo a la doctrina, pero sí tiene como eje central el amor, núcleo del evangelio y la experiencia humana más profunda. El amor es un proceso (positivo, acogedor y gradual), un don (vocación) y una tarea que requiere formación en los diferentes momentos de nuestra historia de amor.
Lo novedoso es que manda ir a todas las familias por muy heridas que estén: manda acompañar (preparación; primeros años y los otros momentos de la familia), discernir e integrar.
  En esta línea pastoral invita a que ante la norma moral se aplique un discernimiento misericordioso.

Capítulo cuarto: EL AMOR EN EL MATRIMONIO
¿Cómo amo?
EROS
Produce
AGAPE
Produce
No domina impulsos y agrede.
Exige relaciones celestiales y que las personas sean perfectas o quiere que se haga su voluntad.
Impaciencia
Domina impulsos y evita agredir.
Tiene una profunda compasión por el otro, incluso cuando actúa contrariamente a lo que yo desearía.
Paciencia
No beneficia ni promueve a los demás.
No hace el bien.
No da; no experimenta la grandeza de darse.
Se sirve de los demás
Beneficia y promueve a los demás.
Hace el bien.
Es feliz al dar; experimenta la grandeza de darse
Sirve
Ansía mostrarse superior para impresionar con actitudes pedantes e incluso agresivas. Se enorgullece.
Habla demasiado de sí mismo y pretende ser el centro de todo.
Se agranda ante los demás; considera una bajeza comprender, cuidar y proteger al débil.
Vanagloria
No pretende mostrarse superior para impresionar, evita la pedantería y agresividad. Cultiva humildad.
Evita hablar demasiado de sí mismo y no pretende ser el centro de todo.
No se agranda ante los demás; su grandeza es comprender, cuidar y proteger el débil
No se vanagloria
Siente malestar por el bien del otro; no valora los logros ajenos y los considera una amenaza.
No acepta que cada uno tenga dones distintos y no descubre su camino.
No valora a cada ser humano ni tampoco reconoce que tenga derecho a la felicidad.
No mira a cada ser humano con la mirada de Dios ni acepta interiormente que pueda disfrutar de un buen momento.
Envidia
No siente malestar por el bien del otro; valora los logros ajenos, no los considera una amenaza.
Acepta que cada uno tenga dones distintos y descubre su propio camino.
Profunda valoración de cada ser humano y reconoce su derecho a la felicidad.
Mira a cada persona con la mirada del Padre y acepta que pueda disfrutar de un buen momento.
Sana la envidia
Obra con rudeza, descortesía y es duro en el trato.
Sus modos, palabras y gestos son ásperos y rígidos.
Hace sufrir a los demás.
No respeta la libertad ni el momento del otro para que abra su corazón.
No genera vínculos ni lazos, tampoco crea redes de integración. Cada uno busca su conveniencia y la convivencia es imposible.
No logra decir palabras de aliento, que reconforten, fortalezcan, consuelen y estimulen.
No es amable
No es rudo, es cortés y amable en el trato.
Sus modos, palabras y gestos son amables.
Detesta hacer sufrir a los demás.
Respeta la libertad y el que el otro abra su corazón.
Genera vínculos, cultiva lazos, crea nuevas redes de integración, construye un tejido social firme.
Es capaz de decir palabras de aliento, que reconfortan, fortalecen, consuelan y estimulan
Amabilidad
Prioriza el amor a sí mismo.
No pasa de lo justo. Tampoco se desborda a sí mismo. Nunca dará la vida por los demás.
Busca el propio interés
Prioriza el don de sí mismo.
Va más allá de la justicia hasta desbordarse a sí mismo, hasta dar la vida por los demás.
Desprendimiento
Se deja llevar por la indignación interior producida por algo externo.
Se coloca a la defensiva de los otros, como enemigos que hay que evitar.
La indignación impregna todas las actitudes ante los otros.
Pasa días, semanas e incluso meses con ira hacia los demás.
Ira
No se deja llevar por la indignación interior que produce algo externo.
No está a la defensiva de los demás, tampoco los considera como enemigos.
No permite que la indignación impregne todas sus actitudes.
Nunca termina el día sin hacer las paces con los demás.
Sin violencia interior
No intenta comprender la debilidad ajena ni busca excusas para el otro.
Tiende a buscar más y más culpas, imagina más maldad, supone todo tipo de malas intenciones, crece el rencor y se arraiga.
No se conserva ni crece la comunión familiar porque falta el sacrificio generoso.
No hay pronta ni generosa disponibilidad para comprender, tolerar ni renconciliarse.
La equivocada percepción de los propios errores y la crítica ajena nos impiden abrirnos a la relaciones interpersonales.
No perdona
Intenta comprender la debilidad ajena y busca excusas para el otro.
No busca más culpas, tampoco imagina más maldades, tampoco supone otros tipos de malas intenciones, quita el rencor.
La comunión familiar se conserva y crece con el sacrificio generoso.
Pronta y generosa disponibilidad para la comprensión, la tolerancia y la reconciliación.
La profunda experiencia del perdón sacramental y de la misericordia divina permite tener misericordia de los demás y perdonarlos.
Perdona
No se alegra por el bien del otro porque no reconoce su dignidad ni valora sus capacidades y buenas obras.
No vive con alegría el que le vaya bien al otro.
La familia no se alegra de los logros de los suyos.
Se alegra con lo injusto y la mentira
Se alegra con el bien del otro porque reconoce su dignidad, valora sus capacidades y buenas obras.
Vive con alegría el que le vaya bien al otro.
La familia celebra los logros de los suyos.
Se alegra con los demás
No reconoce ninguna luz en la oscuridad del otro.
No deja libertad, no renuncia al control, a poseer o dominar todo.
La desconfianza y la desvalorización de la bondad del otro conduce a la mentira y a ocultarse.

Desconfía
Reconoce la luz encendida aún en la oscuridad del otro.
Deja libertad, renuncia a controlarlo todo, a poseer o dominar.
El confiar y valorar la bondad del otro permite su sinceridad y transparencia; brota la verdadera identidad de sus miembros.
Confía
Es incapaz de hacerle frente a cualquier cosa que amenace su modo de amar.
No calla el mal ajeno, e incluso difama y calumnia; hace juicios temerarios y condena dura e implacablemente.
Descarga rencores y envidias sobre el otro.
Destruye la imagen del enemigo.
Una actitud interna deformada que habla mal del otro cónyuge, saca sus lados malos; no es capaz de callar para no dañar al otro.
Niega que el otro cónyuge le ame debido a sus limitaciones e imperfecciones.
Ni disculpa, ni cree, ni espera, ni soporta
Es capaz de hacerle frente a cualquier cosa que pueda amenazar su decisión de hacer el bien.
Guarda silencio sobre la maldad que pueda tener el otro; evita juicios temerarios y condenas duras e implacables.
No daña la imagen del otro.
Cuida la imagen incluso del enemigo.
Actitud interna que conduce a hablar bien del otro cónyuge, muestra su lado bueno. Prefiere guardar silencio antes que dañar la imagen del otro.
Sabe que el amor de su cónyuge es real aunque sea limitado e imperfecto.
Todo lo disculpa
Piensa que el otro nunca va a cambiar; no madurará ni podrá tener nada bello.
Piensa que las miserias del otro le imposibilitan alcanzar la plenitud del cielo.
Desesperación
Sabe que el otro puede cambiar; ve posible su maduración y algún brote de belleza.
El otro con todas sus debilidades está llamado a la plenitud del cielo.
Espera
Actitud negativa ante todas las contrariedades.
Es frágil ante los ambientes hostiles que encuentra.
Su decisión de hacer el bien sucumbe fácilmente.
Si puede derrotar a su enemigo lo hace.
Continúa la espiral de odio y de mal.
Se deja dominar por el rencor, el odio, el desprecio y la venganza.
No soporta nada
Sobrelleva positivamente todas las contrariedades.
Resiste dinámica y constantemente los ambientes hostiles.
Manifiesta una opción por el bien que nada puede derribar.
Cuando se presenta la oportunidad de derrotar al enemigo no lo hace.
Rompe la cadena del odio y del mal.
No se deja dominar por el rencor, el odio, el desprecio o la venganza.
Soporta todo

Autoevalúate y luego comparte cómo puedes aprender a amar mejor (con tu pareja o con alguien más).

Capítulo sexto: ALGUNAS PERSPECTIVAS PASTORALES

Anunciar el Evangelio de la familia hoy
Guiar a los prometidos en el camino de preparación al matrimonio
Preparación de la celebración
Acompañar en los primeros años de la vida matrimonial
Algunos recursos
Iluminar crisis, angustias y dificultades
El desafío de las crisis
Viejas heridas
Acompañar después de rupturas y divorcios
Algunas situaciones complejas
Cuando la muerte clava su aguijón.


Los principales protagonistas de la PF
Las familias cristianas son los principales sujetos de la pastoral familiar, sobre todo con su testimonio.
«Para que las familias puedan ser cada vez más sujetos activos de la pastoral familiar, se requiere «un esfuerzo evangelizador y catequístico dirigido a la familia», que la oriente en este sentido» (AL 200).

AGENTES DE PASTORAL
FORMACIÓN NECESARIA
Sacerdotes y religiosos
Formación adecuada para abordar los complejos problemas actuales de las familias.
Seminaristas
Formación interdisciplinaria sobre noviazgo y matrimonio.
Que aprendan a desplegar su mundo psicoafectivo.
Que curen sus heridas de inestabilidad emocional.
Garantizar su maduración para tener equilibrio psíquico.
Fortalecer sus vínculos familiares para una sana autoestima.
Que sus familias acompañen todo su proceso formativo.
Tener un tiempo de vida en las parroquias durante sus vacaciones para aprender de las familias.
La oportuna presencia femenina favorece el aprecio por la variedad y complementariedad vocacional
Laicos
Apoyo en la medicina, psicopedagogía, juristas, asistentes sociales, sexología, psicología, sociología y counseling.
Capacitación en violencia doméstica y abuso sexual.
Todo esto complementa la dirección espiritual y la confesión.

Los prometidos en su preparación para el matrimonio
  Descubran el valor y la riqueza del matrimonio.
  Importancia de las virtudes (formación eficaz): particularmente de la amistad y castidad.
   A partir de la comunicación, ayudarle al otro a superar sus fragilidades.
   Dar el Kerygma oportunamente de cara a la vida en gracia.
   Que la formación proponga caminos prácticos, consejos bien encarnados, tácticas basadas en la experiencia y orientaciones psicológicas.
   Vivir la confesión sacramental.

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