DOMINGO DECIMO SEXTO T. O. (B)



En aquel tiempo, los apóstoles volvieron a reunirse con Jesús y le contaron todo lo que habían hecho y enseñado. Él les dijo: —«Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco.» Porque eran tantos los que iban y venían que no encontraban tiempo ni para comer. Se fueron en barca a un sitio tranquilo y apartado. Muchos los vieron marcharse y los reconocieron; entonces de todas las aldeas fueron corriendo por tierra a aquel sitio y se les adelantaron. AL desembarcar, Jesús vio una multitud y le dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a enseñarles con calma (Mc 6,30-34).

CONTEXTO LITÚRGICO DEL EVANGELIO
Jr 23, 1-6; Sal 22, 1-3a. 3b-4. 5. 6 (R/.:1); Ef 2,13-18

“Les pondré pastores que las pastoreen; ya no temerán ni se espantarán, y ninguna se perderá” (Jr 23,4)

“El Señor es mi pastor, nada me falta: en verdes praderas me hace recostar; me conduce hacia fuentes tranquilas y repara mis fuerzas” (Sal 22,1-3)

“Reconcilió con Dios a los dos pueblos, uniéndolos en un solo cuerpo mediante la cruz, dando muerte, en él, al odio” (Ef 2,16)

CITAS DEL CEC SUGERIDAS

CEC 2302-2306: Cristo nuestra paz
CEC 2437-2442: testimoniar y trabajar por la paz y la justicia

HERMENÉUTICA DE LA FE



Jesús invita a sus discípulos a descansar para saber llevar el ajetreo apostólico. Descansar así requiere “encontrar y tener la humildad, la valentía de descansar… el celo por el Señor, el amor al Señor, nos muestra las prioridades, las opciones; nos ayuda a encontrar el camino” (Benedicto XVI). La formación permanente sugiere reuniones fraternas periódicas para recrearse y descansar, con el fin de recuperar las fuerzas físicas, psíquicas y espirituales. San Carlos Borromeo, al referirse a la íntima relación con Cristo como prioridad pastoral fundamental, ordenada a la evangelización, decía: “No descuides tu propia alma: si descuidas tu propia alma, tampoco puedes dar a los demás lo que deberías dar”.

El sacerdote que quiera dar y comunicar la verdad del Señor y el estilo de vida cristiano ha de aprender a tener esos momentos de discipulado, de reflexión sobre su identidad, su ser partícipe de Cristo Cabeza; como también dedicar tiempo para su relación íntima con Jesucristo, su Amigo. “El sacerdote debe ser un cultor y un maestro de la amistad más bella y más santa. El, de modo especial, debe sentirse y ser del círculo de aquellos que Jesús quiso llamar ‘amigos” (San Juan Pablo II, 1988).

La vida cristiana es un don preciosísimo recibido en el bautismo y para conservarlo, con la gracia del Señor, requiere momentos de encuentro íntimo con Jesucristo, de amistad con Él. El seguimiento del Señor requiere imitarlo, configurarse con Él, hasta hacerse una humanidad con Jesús. El camino para esta experiencia de fe pasa por la contemplación silenciosa y ardiente.
El ser en Cristo del sacerdote ha de conducirlo a permitirle al Señor vivir en él y obrar en él. El sacerdote necesita encontrarse constantemente con su Señor para recibir instrucciones y gracia. Que “el discípulo se ilumine constantemente en la contemplación del misterio divino, del cual y hacia el cual toda su acción se mueve. Sin intimidad con Cristo la palabra pierde su fuerza y su contenido, el gesto cae en el eficienticismo inconcluyente, la exigencia de servir se transforma en inquietud” (San Juan Pablo II, 1988).
La mirada de compasión y de misericordia del buen pastor, esta actitud sabia y equilibrada, el sacerdote también debe enseñarla a los fieles laicos. Este amor solícito se manifiesta, además de la solidaridad, en el munus docendi, el oficio de enseñar, que consiste en transmitir no las propias preferencias u opiniones personales, sino la verdad de la Iglesia, el estilo de vida de Jesucristo. Al respecto comenta san Beda “la verdadera compasión hacia los pobres consiste en abrirles por la enseñanza el camino de la verdad y librarlos de los padecimientos corporales”.

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (C)

PRIMER DOMINGO CUARESMA (B)

DOMINGO XXX T O (A)