TERCER DOMINGO PASCUA (B)



En aquel tiempo, contaban los discípulos lo que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan. Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: —«Paz a vosotros.» Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma. Él les dijo: —« ¿Por qué os alarmáis?, ¿por qué surgen dudas en vuestro interior? Mirad mis manos y mis pies: soy yo en persona. Palpadme y daos cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como veis que yo tengo.» Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría, y seguían atónitos, les dijo: — « ¿Tenéis ahí algo que comer?» Ellos le ofrecieron un trozo de pez asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: —«Esto es lo que os decía mientras estaba con vosotros: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse.» Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: —«Así estaba escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Vosotros sois testigos de esto» (Lc 24,35-48).

CONTEXTO LITÚRGICO DEL EVANGELIO

Hch 3,13-15.17-19; Sal 4,2.7.9; 1Jn 2,1-5

arrepentíos y convertíos, para que se borren vuestros pecados” (Lc 3,19).

Escúchame cuando te invoco, Dios, defensor mío; tú que en el aprieto me diste anchura, ten piedad de mí y escucha mi oración” (Sal 4,2)

Él es víctima de propiciación por nuestros pecados, no sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero” (1Jn 2,2)

CITAS DEL CEC SUGERIDAS
CEC 1346-1347: la Eucaristía y la experiencia de los discípulos en Emaús
CEC 642-644, 857, 995-996: los Apóstoles y los discípulos dan testimonio de la Resurrección
CEC 102, 601, 426-429, 2763: Cristo, la llave para interpretar las Escrituras
CEC 519, 662, 1137: Cristo, nuestro abogado en el cielo

HERMENÉUTICA DE LA FE



La resurrección de Jesucristo es el mayor acontecimiento tanto de la historia de la salvación como de la historia del mundo, dándole un nuevo sentido a la humanidad. “Todo el mundo gira en torno a la cruz, pero la cruz sólo alcanza en la resurrección su pleno significado de evento salvífico. Cruz y resurrección forman el único misterio pascual, en el que tiene su centro la historia del mundo” (San Juan Pablo II).

La Resurrección confirma la naturaleza perfectamente humana de Jesús, pues solamente un hombre verdadero podía padecer, morir en la Cruz y resucitar. “Resucitar quiere decir volver a la vida en el cuerpo. Este cuerpo puede ser transformado, dotado de nuevas cualidades y potencias, y al final incluso glorificado…, pero es cuerpo verdaderamente humano” (San Juan Pablo II).

Frente a la imposibilidad de la Resurrección de Jesucristo, manifestada por varios de los discípulos, el Señor les da pruebas fehacientes, fundamentándose en la misma sagrada Escritura, una de esas pruebas se refiere a su identidad “Resucitó el que asumió nuestra carne, y sigue siempre edificando su Cuerpo, haciendo de nosotros su Cuerpo” (Benedicto XVI).

La fe de los discípulos en la resurrección de Jesucristo es el final de un proceso de conversión: primero piensan que es un fantasma o espíritu, palpan su humanidad y lo ven comer como antes, su interior se abre para comprender las sagradas Escrituras, el Señor se les aparece varias veces; “su fe en la Resurrección nació - bajo la acción de la gracia divina - de la experiencia directa de la realidad de Jesús resucitado” (CEC 644).

El saludo de paz de Jesús expresa la reconciliación de Dios con los hombres por medio de la Cruz, confirmada con su resurrección. “La paz procede de Dios, que es quien todo lo une, cuyo ser es unidad de su naturaleza y de su estado pacífico” (San Cirilo). Esta reconciliación es la iniciativa de Dios obrada por Jesucristo. “La paz es además reconciliación con los hermanos, porque Jesús, en la oración que nos enseñó, el «Padre nuestro», asocia el perdón pedido a Dios con el que damos a los hermanos” (Compendio DSI 492).

A partir del encuentro de los dos discípulos de Emaús la Iglesia reconoce a Jesucristo desde la sagrada Escritura y la Fracción del Pan. La Misión evangelizadora requiere, sin embargo, una Fuerza aún mayor “Jesús no permite que sus Apóstoles salgan a pelear, hasta que sean armados con la venida del Espíritu Santo” (San Juan Crisóstomo).

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