DOMINGO DE RAMOS



1 Cuando se aproximaban a Jerusalén, estando ya al pie del monte de los Olivos, cerca de Betfagé y de Betania, Jesús envió a dos de sus discípulos, 2 diciéndoles: «Vayan al pueblo que está enfrente y, al entrar, encontrarán un asno atado, que nadie ha montado todavía. Desátenlo y tráiganlo; 3 y si alguien les pregunta: “¿Qué están haciendo?”, respondan: “El Señor lo necesita y lo va a devolver en seguida”». 4 Ellos fueron y encontraron un asno atado cerca de una puerta, en la calle, y lo desataron. 5 Algunos de los que estaban allí les preguntaron: «¿Qué hacen? ¿Por qué desatan ese asno?». 6 Ellos respondieron como Jesús les había dicho y nadie los molestó. 7 Entonces le llevaron el asno, pusieron sus mantos sobre él y Jesús se montó. 8 Muchos extendían sus mantos sobre el camino; otros, lo cubrían con ramas que cortaban en el campo. 9 Los que iban delante y los que seguían a Jesús, gritaban:
«¡Hosana! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!
10 ¡Bendito sea el Reino que ya viene,
el Reino de nuestro padre David!
¡Hosana en las alturas!» (Mc 11,1-10).

CONTEXTO LITÚRGICO DEL EVANGELIO

Is 50,4-7; Salm 21,8-9.17-20.23-24 ; Flp 2,6-11; Mc 14,1—15,47

CITAS DEL CEC SUGERIDAS

CEC 557-560: la entrada de Jesús en Jerusalén
CEC 602-618: la Pasión de Cristo
CEC 2816: el señorío de Cristo proviene de su Muerte y Resurrección
CEC 654, 1067-1068, 1085, 1362: el Misterio Pascual y la Liturgia

HERMENÉUTICA DE LA FE


Jesucristo es Rey. El Señor “No huye de los que lo llaman rey, para manifestar claramente que su imperio no era temporal y terreno, sino eterno y celestial, y que va a él por la humillación de la muerte” (san Beda). Su reinado está íntimamente unido a la verdad, de la cual Él es Testigo y quien pertenece  a la verdad escucha a Jesús, como lo afirmará frente a Pilatos el viernes santo.

El contexto de alegría del pueblo cuando Jesús entra en Jerusalén, por contraste con las autoridades religiosas que reprochan esa alegría, precede el Triduo pascual. Sin embargo, Jesús entra silencioso, consciente que el verdadero punto de comunión con los corazones humanos será mediante la Cruz (cfr. San Juan Pablo II).

Jesús proclamado Rey “cumplió la profecía de Zacarías. La ciudad entera se conmovió ante aquel Rey que, sereno y majestuoso, avanzaba cabalgando sobre un borrico, al estilo de los antiguos reyes, aclamado con vítores mesiánicos, celebrado con palmas y ramos de olivo” (Antonio García M.).

El encuentro de Juan Bautista con Jesús no estuvo caracterizado por ningún hosanna, sino por haberlo señalado como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Quien quiera entrar en comunión con Jesús ha de hacerlo compartiendo su Cruz, perdiendo su vida por las ovejas, como lo hace el Señor cuando busca a sus ovejas.

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