VIGÉSIMO OCTAVO DOMINGO T O (C)
MONICION AMBIENTAL
M.
El Señor manifiesta su misericordia y compasión con los enfermos. Hoy cura a
unos leprosos tanto en el Antiguo Testamento como en el evangelio. Pero
solamente Naamán el sirio y un leproso samaritano reconocen y agradecen a Dios
su curación. Esta actitud agradecida ha de caracterizar la fe del nuevo pueblo
de Dios, de la Iglesia.
ORACION COLECTA
Te pedimos, Señor, que tu gracia
continuamente nos preceda y acompañe, de manera que estemos dispuestos a obrar
siempre el bien.
Por nuestro señor Jesucristo.
PRIMERA LECTURA
M.
Naamán de Siria es curado de la lepra después de obedecer al profeta Eliseo
para que se bañara siete veces en el Jordán.
Lectura del segundo libro de los
Reyes 5,14-17
En
aquellos días, Naamán de Siria bajó al Jordán y se bañó siete veces, como había
ordenado el profeta Eliseo, y su carne quedó limpia de lepra, como la de un
niño.
Volvió
con su comitiva y se presentó al profeta, diciendo:
―«Ahora
reconozco que no hay dios en toda la tierra más que el de Israel. Acepta un
regalo de tu servidor.»
Eliseo
contestó:
―«
¡Vive Dios, a quien sirvo! No aceptaré nada.»
Y
aunque le insistía, lo rehusó.
Naamán
dijo:
―«Entonces,
que a tu servidor le dejen llevar tierra, la carga de un par de mulas; porque
en adelante tu servidor no ofrecerá holocaustos ni sacrificios a otros dioses
fuera del Señor.»
Palabra
de Dios.
SALMO RESPOSORIAL
Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4 (R.:cf. 2b)
M. Con el salmo 97 alabamos la justicia, la misericordia y
la fidelidad del Señor, diciendo: R/. El
Señor revela a las naciones su salvación.
Cantad al Señor un cantico nuevo, porque ha hecho
maravillas: su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/. El Señor revela a las naciones su
salvación.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones
su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de
Israel. R/. El Señor revela a las
naciones su salvación.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al
Señor, tierra entera, gritad, vitoread, tocad. R/. El Señor revela a las naciones su salvación.
SEGUNDA LECTURA
M. El apóstol Pablo invita a Timoteo a morir por Cristo y
a perseverar en la fe, confiando en las promesas de Jesucristo.
Lectura de la
segunda carta del apóstol San Pablo a Timoteo 2,8-13.
Querido hermano:
Haz memoria de Jesucristo, resucitado de entre los
muertos, nacido del linaje de David.
Este ha sido mi evangelio, por el que sufro hasta llevar
cadenas, como un malhechor; pero la palabra de Dios no está encadenada: Por eso
lo aguanto por todos los elegidos, para que ellos también alcancen la
salvación, lograda por Cristo Jesús, con la gloria eterna.
Es doctrina segura: Si morimos con él, viviremos con él.
Si perseveramos, reinaremos con él. Si lo negamos, también él nos negará. Si
somos infieles, el permanece fiel, porque no puede negarse a sí mismo.
Palabra de Dios.
M. San Lucas nos relata el encuentro de diez leprosos con
Jesús, los cuales le piden al Señor que los cure. El Señor los curó a todos
pero solamente el leproso samaritano volvió para darle gracias.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO
Aleluya 1Ts 5,18.
Dad gracias en toda
ocasión: esta es la voluntad de Dios Jesús respecto de vosotros.
EVANGELIO
† Lectura del santo
evangelio según San Lucas 17,11-19
Yendo Jesús de camino de Jerusalén,
pasaba entre Samaria y Galilea. Cuando iba a entrar en un pueblo, vinieron a su
encuentro diez leprosos, que se pararon
a lo lejos y a gritos le decían:
―«Jesús, maestro, ten compasión de nosotros.»
Al verlos les dijo:
―«Id a presentaros a los sacerdotes.»
Y, mientras iban de camino, quedaron
limpios. Uno de ellos, viendo que estaba curado, se volvió alabando a Dios a
grandes gritos y se echó por tierra a los pies de Jesús, dándole gracias.
Éste era un samaritano.
Jesús tomo la palabra y dijo:
―«
¿No han quedado limpios los diez?; los
otros nueve, ¿Dónde están? ¿No
ha vuelto más
que este extranjero para dar gloria a Dios?»
Y le dijo:
―«Levántate,
vete; tu fe te ha salvado.»
Palabra del Señor.
Homilía
CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 1503-1505, 2616:
Cristo, el médico
CEC 543-550, 1151: los
signos del Reino de Dios
CEC 224, 2637-2638: la
acción de gracias
CEC 1010: el sentido cristiano de la muerte
224 Es vivir en acción de gracias:
Si Dios es el Único, todo lo que somos y todo lo que poseemos vienen de él:
"¿Qué tienes que no hayas recibido?" (1CO 4,7). "¿Cómo
pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?" (PS 116,12).
2637 La acción de gracias
caracteriza la oración de la Iglesia que, al celebrar la Eucaristía, manifiesta
y se convierte más en lo que ella es. En efecto, en la obra de salvación,
Cristo libera a la creación del pecado y de la muerte para consagrarla de nuevo
y devolverla al Padre, para su gloria. La acción de gracias de los miembros del
Cuerpo participa de la de su Cabeza.
2638 Al igual que en la oración de petición, todo acontecimiento y
toda necesidad pueden convertirse en ofrenda de acción de gracias. Las cartas
de San Pablo comienzan y terminan frecuentemente con una acción de gracias, y
el Señor Jesús siempre está presente en ella. "En todo dad gracias, pues
esto es lo que Dios, en Cristo Jesús, quiere de vosotros" (1TH 5,18).
"Sed perseverantes en la oración, velando en ella con acción de
gracias" (COL 4,2).
HERMENÉUTICA DE LA FE
La ley judía mandaba ofrecer un sacrificio de acción de gracias
después de la curación de la lepra: “considerados como inmundos por la ley de
Moisés. La ley también mandaba que los curados de la lepra ofreciesen un
sacrificio en acción de gracias por la curación. Los príncipes de los judíos,
émulos de la gloria de Jesús, podían conocer que habían sido curados de una
manera inesperada y admirable, siendo Jesucristo quien les había concedido la
salud” (San Cirilo).
Los leprosos ruegan al Señor desde lejos por su impureza.
Gracias a la experiencia del dolor físico en la enfermedad el hombre se acerca
a Dios, ya que estando sano frecuentemente no lo hace. Los ruegos de los
leprosos del evangelio permiten el encuentro con Jesucristo. Además cuando “la
enfermedad… se acepta, nos acerca a Cristo… La enfermedad a veces obtiene que
el hombre caiga de su pedestal de arrogancia y se descubra así como es: pobre,
inválido, necesitado de la ayuda de Dios” (San Juan Pablo II).
Sin embargo, solamente vuelve el samaritano para agradecerle a
Jesús el milagro recibido, a pesar que los judíos conocían lo prescrito por la
ley. La intención del autor sagrado es “dar a
conocer que los samaritanos son benévolos mientras los judíos son
desagradecidos a los beneficios que se les había dispensado” (Tito Bostrense). Realmente el
agradecimiento es algo fundamental en la persona humana, “nada impide el que cualquiera agrade a Dios, aun cuando proceda
de raza profana, con tal que obre con buen propósito” (Teofilacto). El desagradecido
en el fondo es soberbio pues lo que hace es “negarle a Dios las gracias del
beneficio, por huir del conocimiento del beneficio, es humildad imperfecta”
(Santa Teresa de Jesús).
En la nueva alianza lo que realmente hace impuro al hombre es la
lepra de su corazón, la dureza, la incredulidad, “la ley del Evangelio no considera como inmunda la lepra externa,
sino la interna. En esto se da a conocer lo prontos que estaban a aceptar la fe
los extraños, mientras que Israel andaba en ello perezoso” (Tito Bostrense). Hay una
íntima relación entre la fe y a humildad del que agradece a Dios: “Si la fe
salvó a aquel que se había postrado a dar gracias, la malicia perdió a los que
no se cuidaron de dar gloria a Dios por los beneficios recibidos. Por estos
hechos se da a conocer que debe aumentarse la fe por medio de la humildad”
(Beda).
El leproso samaritano vuelve porque tiene fe en Jesús: “al único
que vuelve, dice: «Tu fe te ha salvado» (Lc 17,19). Así pues, la fe
inicialmente es sobre todo un encuentro personal, un tocar las vestiduras de
Cristo, un ser tocado por Cristo, estar en contacto con Cristo, confiar en el
Señor, tener y encontrar el amor de Cristo y, en el amor de Cristo, también la
llave de la verdad, de la universalidad” (Benedicto XVI).
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