CORPUS CHRISTI (C)
MONICION
AMBIENTAL
Hoy celebramos la
solemnidad del Cuerpo y la Sangre de Jesucristo. El Señor, ante la multitud que
lo busca, sabe cuál es el pan espiritual que realmente necesita y que solamente
Dios le puede ofrecer: la Humanidad santísima de Jesucristo. Esta medicina de
inmortalidad se nos ha dado como alimento de comunión y de paz, que nace de la
auténtica caridad con los hermanos.
ORACION COLECTA
Oh, Dios que en este
sacramento admirable nos dejaste el memorial de tu pasión, te pedimos nos
concedas venerar de tal modo los sagrados misterios de tu Cuerpo y de tu
Sangre, que experimentemos constantemente en nosotros el fruto de tu redención.
Tú
que vives y reinas.
PRIMERA LECTURA
M. En el libro
del Génesis Melquisedec ofrece pan y vino, signo de las especies eucarísticas,
y bendice a Abrán.
Lectura del libro del Génesis 14,18-20
En aquellos días, Melquisedec, rey de Salén, sacerdote del Dios
altísimo, sacó pan y vino y bendijo a Abrán, diciendo:
—“Bendito sea Abrán por el Dios altísimo, creador del cielo y de
la tierra; bendito sea el Dios altísimo, que te ha entregado a tus enemigos.”
Y Abrán le dio un décimo de cada cosa.
Palabra de Dios.
SALMO RESPONSORIAL Sal
109,1.2.3.4 (R.: 4bc)
M. El salmista
reconoce el sacerdocio eterno de Jesucristo, en la línea de Melquisedec,
digamos con él: Tú eres sacerdote
eterno, según el rito de Melquisedec.
Oráculo del
Señor, mi Señor: “siéntate a mi derecha,
y haré de tu enemigos estrado de tus pies.” R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
Desde Sión
extenderá el Señor el poder de tu cetro: somete en la batalla a tus enemigos. R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito
de Melquisedec.
“Eres el
príncipe desde el día de tu nacimiento, entre esplendores sagrados; yo mismo te
engendré, como rocío, antes de la aurora. R/.
Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
El Señor lo ha
jurado y no se arrepiente: “Tú eres sacerdote eterno, según el rito de
Melquisedec.” R/. Tú eres sacerdote eterno, según el rito de Melquisedec.
SEGUNDA LECTURA
M. San Pablo relata por primeva vez en el NT el momento de la
transubstanciación. San Lucas empleará posteriormente esta misma tradición.
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los
Corintios 11,23-26
Hermanos:
Yo he recibido una tradición, que procede del Señor y que a mi
vez os he transmitido:
Que el Señor Jesús, en la noche en que iban a entregarlo, tomó
un pan y, pronunciando la acción de gracias, lo partió y dijo:
—“Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros. Haced esto en
memoria mía.”
Lo mismo hizo con el cáliz, después de cenar, diciendo:
—“Este cáliz es la nueva alianza sellada con mi sangre; haced
esto cada vez que lo bebáis, en memoria mía.”
Por eso, cada
vez que coméis de este pan y bebéis del cáliz, proclamáis la muerte del Señor,
hasta que vuelva.
Palabra de Dios
M. San Lucas
recoge el milagro de la primera multiplicación de panes como una preparación
para la institución del banquete eucarístico.
ACLAMACION ANTES DEL
EVANGELIO
Aleluya Jn 6,51
Yo soy el pan vivo bajado
del cielo —dice el Señor—; El que coma de este pan vivirá para siempre.
EVANGELIO
+Lectura del Santo evangelio según san Lucas 9,11b-17
En aquel tiempo, Jesús se puso a
hablar con el gentío de reino de Dios y curó a los que lo necesitaban.
Caía la tarde, y los doce se
acercaron a decirle:
—“Despide a la gente; que vayan a las
aldeas y cortijos de alrededor a buscar alojamiento y comida, porque aquí
estamos en descampado.
Él contestó:
—“Dadle vosotros de comer.”
Ellos replicaron:
—“No tenemos más que cinco panes y
dos peces; a no ser que vayamos a comprar de comer para todo este gentío.”
Porque eran unos cinco mil hombres.
Jesús dijo a sus discípulos:
—“Decidles que se echen en grupos de
unos cincuenta.”
Lo hicieron así, y todos se echaron.
Él
tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronuncio la
bendición sobre ellos, los partió y se los dio a los discípulos para que se lo
sirviera a la gente. Comieron todos y se saciaron, y cogieron las sobras: doce
cestos.
Palabra del Señor
CITAS
DEL CEC SUGERIDAS
CEC 790, 1003,
1322-1419: la Sagrada Eucaristía
CEC 805, 950,
2181-2182, 2637, 2845: la Eucaristía y la comunión de los creyentes
CEC 1212, 1275, 1436, 2837: la Eucaristía, pan
espiritual
1322
La Sagrada Eucaristía culmina la iniciación cristiana. Los que han sido
elevados a la dignidad del sacerdocio real por el Bautismo y configurados más
profundamente con Cristo por la Confirmación, participan por medio de la
Eucaristía con toda la comunidad en el sacrificio mismo del Señor.
1323
"Nuestro Salvador, en la última Cena, la noche en que fue entregado,
instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y su sangre para perpetuar por
los siglos, hasta su vuelta, el sacrificio de la cruz y confiar así a su Esposa
amada, la Iglesia, el memorial de su muerte y resurrección, sacramento de
piedad, signo de unidad, vínculo de amor, banquete pascual en el que se recibe
a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la gloria
futura" (SC 47).
I
La Eucaristía, fuente y cumbre de la vida eclesial
1324 La Eucaristía es "fuente y cima de toda la vida
cristiana" (LG 11). "Los demás sacramentos, como también todos
los ministerios eclesiales y las obras de apostolado, están unidos a la
Eucaristía y a ella se ordenan. La sagrada Eucaristía, en efecto, contiene todo
el bien espiritual de la Iglesia, es decir, Cristo mismo, nuestra Pascua"
(PO 5).
1325
"La Eucaristía significa y realiza la comunión de vida con Dios y la
unidad del Pueblo de Dios por las que la Igle sia es ella misma. En ella se
encuentra a la vez la cumbre de la acción por la que, en Cristo, Dios santifica
al mundo, y del culto que en el Espíritu Santo los hombres dan a Cristo y por
él al Padre" (CdR, inst. "Eucharisticum mysterium" 6).
1326
Finalmente, la celebración eucarística nos unimos ya a la liturgia del cielo y
anticipamos la vida eterna cuando Dios será todo en todos (cf 1CO 15,28).
1327
En resumen, la Eucaristía es el compendio y la suma de nuestra fe:
"Nuestra manera de pensar armoniza con la Eucaristía, y a su vez la
Eucaristía confirma nuestra manera de pensar" (S. Ireneo, haer. 4, 18, 5).
II
El nombre de este sacramento
1328
La riqueza inagotable de este sacramento se expresa mediante los distintos
nombres que se le da. Cada uno de estos nombres evoca alguno de sus aspectos.
Se le llama:
Eucaristía
porque es acción de gracias a Dios. Las palabras "eucharistein" (LC
22,19 1CO 11,24) y "eulogein" (MT 26,26 MC 14,22)
recuerdan las bendiciones judías que proclaman -sobre todo durante la comida - las
obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.
1329 Banquete del Señor (cf 1CO 11,20) porque se trata
de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su
pasión y de la anticipación del banquete de bodas del Cordero (cf AP
19,9) en la Jerusalén celestial.
Fracción
del pan porque este rito, propio del banquete judío, fue utilizado por
Jesús cuando bendecía y distribuía el pan como cabeza de familia (cf MT
14,19 MT 15,36 MC 8,6 MC 8,19), sobre todo en la última Cena (cf MT 26,26
1CO 11,24). En este gesto los discípulos lo reconocerán después de su
resurrección (LC 24,13-35), y con esta expresión los primeros cristianos
designaron sus asambleas eucarísticas (cf AC 2,42 AC 2,46 AC 20,7 AC 20,11).
Con él se quiere significar que todos los que comen de este único pan, partido,
que es Cristo, entran en comunión con él y forman un solo cuerpo en él
(cf 1CO 10,16-17).
Asamblea
eucarística (synaxis), porque la Eucaristía es celebrada en la
asamblea de los fieles, expresión visibl e de la Iglesia (cf 1CO 11,17-34).
1330 Memorial
de la pasión y de la resurrección del Señor.
Santo
Sacrificio, porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e
incluye la ofrenda de la Iglesia; o también santo sacrificio de la misa,
"sacrificio de alabanza" (AC 13,15 cf PS 116,13 PS
116,17), sacrificio espiritual (cf 1P 2,5), sacrificio
puro (cf ML 1,11) y santo, puesto que completa y supera todos
los sacrificios de la Antigua Alianza.
Santa
y divina Liturgia, porque toda la liturgia de la Iglesia
encuentra su centro y su expresión más densa en la celebración de este
sacramento; en el mismo sentido se la llama también celebración de los
santos misterios. Se habla también del Santísimo Sacramento porque
es el Sacramento de los Sacramentos. Con este nombre se designan las especies
eucarísticas guardadas en el sagrario.
1331 Comunión,
porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su
Cuerpo y de su Sangre para formar un solo cuerpo (cf 1CO 10,16-17); se
la llama también las cosas santas [ta hagia; sancta] (Const. Apost. 8,
13, 12; Didaché 9,5; 10,6) -es el sentido primero de la comunión de los santos
de que habla el Símbolo de los Apóstoles -, pan de los ángeles, pan
del cielo, medicina de inmortalidad (S. Ignacio de Ant. Eph 20,2), viático...
1332 Santa
Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de salvación se
termina con el envío de los fieles (missio) a fin de que cumplan la voluntad de
Dios en su vida cotidiana.
III
La Eucaristía en la economía de la salvación
Los
signos del pan y del vino
1333 En el corazón de la celebración de la Eucaristía se encuentran
el pan y el vino que, por las palabras de Cristo y por la invocación del
Espíritu Santo, se convierten en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Fiel a la
orden del Señor, la Iglesia continúa haciendo, en memoria de él, hasta su
retorno glorioso, lo que él hizo la víspera de su pasión: "Tomó
pan...", "tomó el cáliz lleno de vino...". Al convertirse misteriosamente
en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, los signos del pan y del vino siguen
significando también la bondad de la creación. Así, en el ofertorio, damos
gracias al Creador por el pan y el vino (cf PS 104,13-15), fruto
"del trabajo del hombre", pero antes, "fruto de la tierra"
y "de la vid", dones del Creador. La Iglesia ve en en el gesto de
Melquisedec, rey y sacerdote, que "ofreció pan y vino" (GN 14,18)
una prefiguración de su propia ofrenda (cf MR, Canon Romano 95).
1334
En la Antigua Alianza, el pan y el vino eran ofrecidos como sacrificio entre
las primicias de la tierra en señal de reconocimiento al Creador. Pero reciben
también una nueva significación en el contexto del Exodo: los panes ácimos que
Israel come cada año en la Pascua conmemoran la salida apresurada y liberadora
de Egipto. El recuerdo del maná del desierto sugerirá siempre a Israel que vive
del pan de la Palabra de Dios (DT 8,3). Finalmente, el pan de cada día
es el fruto de la Tierra prometida, prenda de la fidelidad de Dios a sus
promesas. El "cáliz de bendición" (1CO 10,16), al final del
banquete pascual de los judíos, añade a la alegría festiva del vino una
dimensión escatológica, la de la espera mesiánica del restablecimiento de
Jerusalén. Jesús instituyó su Eucaristía dando un sentido nuevo y definitivo a
la bendición del pan y del cáliz.
1335
Los milagros de la multiplicación de los panes, cuando el Señor dijo la
bendición, partió y distribuyó los panes por medio de sus discípulos para
alimentar la multitud, prefiguran la sobreabundancia de este único pan de su
Eucaristía (cf. Mt 14,13-21 MT 15,32-29). El signo del agua convertida
en vino en Caná (cf JN 2,11) anuncia ya la Hora de la glorificación de
Jesús. Manifiesta el cumplimiento del banquete de las bodas en el Reino del
Padre, donde los fieles beberán el vino nuevo (cf MC 14,25) convertido
en Sangre de Cristo.
1336
El primer anuncio de la Eucaristía dividió a los discípulos, igual que el
anuncio de la pasión los escandalizó: "Es duro este lenguaje, ¿quién puede
escucharlo?" (JN 6,60). La Eucaristía y la cruz son piedras de
tropiezo. Es el mismo misterio, y no cesa de ser ocasión de división.
"¿También vosotros queréis marcharos?" (JN 6,67): esta
pregunta del Señor, resuena a través de las edades, invitación de su amor a
descubrir que sólo él tiene "palabras de vida eterna" (JN 6,68),
y que acoger en la fe el don de su Eucaristía es acogerlo a él mismo.
La
institución de la Eucaristía
1337
El Señor, habiendo amado a los suyos, los amó hasta el fin. Sabiendo que había
llegado la hora de partir de este mundo para retornar a su Padre, en el
transcurso de una cena, les lavó los pies y les dio el mandamiento del amor (JN
13,1-17). Para dejarles una prenda de este amor, para no alejarse nunca de
los suyos y hacerles partícipes de su Pascua, instituyó la Eucaristía como
memorial de su muerte y de su resurrección y ordenó a sus apóstoles celebrarlo
hasta su retorno, "constituyéndoles entonces sacerdotes del Nuevo
Testamento" (Cc. de Trento: DS 1740).
1338
Los tres evangelios sinópticos y S. Pablo nos han transmitido el relato de la
institución de la Eucaristía; por su parte, S. Juan relata las palabras de
Jesús en la sinagoga de Cafarnaúm, palabras que preparan la institución de la
Eucaristía: Cristo se designa a sí mismo como el pan de vida, bajado del cielo
(cf JN 6).
1339
Jesús escogió el tiempo de la Pascua para realizar lo que había anunciado en
Cafarnaúm: dar a sus discípulos su Cuerpo y su Sangre:
Llegó
el día de los Azimos, en el que se había de inmolar el cordero de Pascua;
(Jesús) envió a Pedro y a Juan, diciendo: `Id y preparadnos la Pascua para que
la comamos'...fueron... y prepararon la Pascua. Llegada la hora, se puso a la
mesa con los apóstoles; y les dijo: `Con ansia he deseado comer esta Pascua con
vosotros antes de padecer; porque os digo que ya no la comeré más hasta que
halle su cumplimiento en el Reino de Dios'...Y tomó pan, dio gracias, lo partió
y se lo dio diciendo: `Esto es mi cuerpo que va a ser entregado por vosotros;
haced esto en recuerdo mío'. De igual modo, después de cenar, el cáliz,
diciendo: `Este cáliz es la Nueva Alianza en mi sangre, que va a ser derramada
por vosotros' (LC 22,7-20 cf MT 26,17-29 MC 14,12-25 1CO 11,23-26).
1340 Al celebrar la última Cena con sus apóstoles en el transcurso
del banquete pascual, Jesús dio su sentido definitivo a la pascua judía. En
efecto, el paso de Jesús a su Padre por su muerte y su resurrección, la Pascua
nueva, es anticipada en la Cena y celebrada en la Eucaristía que da
cumplimiento a la pascua judía y anticipa la pascua final de la Iglesia en la
gloria del Reino.
1341
El mandamiento de Jesús de repetir sus gestos y sus palabras "hasta que
venga" (1CO 11,26), no exige solamente acordarse de Jesús y de lo
que hizo. Requiere la celebración litúrgica por los apóstoles y sus sucesores
del memorial de Cristo, de su vida, de su muerte, de su resurrección y
de su intercesión junto al Padre.
1342
Desde el comienzo la Iglesia fue fiel a la orden del Señor. De la Iglesia de
Jerusalén se dice: Acudían asiduamente a la enseñanza de los apóstoles, fieles
a la comunión fraterna, a la fracción del pan y a las oraciones...Acudían al
Templo todos los días con perseverancia y con un mismo espíritu, partían el pan
por las casas y tomaban el alimento con alegría y con sencillez de corazón (AC
2,42 AC 2,46).
1343
Era sobre todo "el primer día de la semana", es decir, el domingo, el
día de la resurrección de Jesús, cuando los cristianos se reunían para
"partir el pan" (AC 20,7). Desde entonces hasta nuestros días
la celebración de la Eucaristía se ha perpetuado, de suerte que hoy la
encontramos por todas partes en la Iglesia, con la misma estructura
fundamental. Sigue siendo el centro de la vida de la Iglesia.
1344 Así, de celebración en celebración, anunciando el misterio
pascual de Jesús "hasta que venga" (1CO 11,26), el pueblo de
Dios peregrinante "camina por la senda estrecha de la cruz" (AGD 1)
hacia el banquete celestial, donde todos los elegidos se sentarán a la mesa del
Reino.
HERMENÉUTICA
DE LA FE
La primera multiplicación de panes es un signo profético de la
eucaristía, que se cumple cuando Jesús pronuncia las palabras sacramentales de
la consagración en la última Cena del jueves santo. “Se trata de un prodigio
sorprendente, que constituye el comienzo de un largo proceso histórico:
la multiplicación incesante en la Iglesia del Pan de vida nueva para los
hombres de todas las razas y culturas. Este ministerio sacramental se confía a
los Apóstoles y a sus sucesores. Y ellos, fieles a la consigna del divino
Maestro, no dejan de partir y distribuir el Pan eucarístico de generación en
generación” (San Juan Pablo II).
Jesús hace una llamada a sus discípulos para que vivan desde su
pobreza la caridad con sus hermanos, “cada uno debe sentirse llamado por el
Señor, como los Doce, a un servicio de amor responsable a los demás y,
especialmente, a los pobres y a los necesitados” (San Juan Pablo II). Estamos
llamados a responder al hambre material en sus varias formas, pero sobre todo,
estamos llamados a responder al hambre de eternidad de todo ser humano con el
banquete eucarístico.
El servicio en la caridad a los hombres conduce a los discípulos
del Señor a satisfacer las necesidades más profundas del ser humano, “y si
aquéllos que tienen hambre aún no entienden de qué lo tienen, Cristo lo sabe:
sabe que no tienen hambre de alimento temporal, sino del alimento de Cristo…,
Cristo sabía que nosotros seríamos redimidos y que sus banquetes serían
gratuitos” (San Ambrosio). El que ha sido hecho discípulo por el proceso
evangelizador se alimenta de la Palabra del Señor, hecha Pan de vida.
El mandato de Jesucristo para actualizar su memorial eucarístico
“en este camino Jesús nos precede con su entrega hasta el sacrificio y se nos
ofrece como alimento y apoyo. Más aún, no cesa de repetir en todo tiempo a los
pastores del pueblo de Dios: "Dadles vosotros de comer" (Lc 9,13);
partid para todos este pan de vida eterna. Se trata de una tarea difícil y
exaltante, una misión que dura hasta el final de los siglos” (San Juan Pablo
II). Desde entonces los apóstoles y sus sucesores siguen multiplicando el Pan
de vida nueva para los hombres de todos los tiempos.
Jesús quiere que todos coman de la eucaristía, “porque la
Eucaristía es para todos” (Benedicto XVI). En esta solemnidad del Corpus
Christi “con la procesión y la adoración común de la Eucaristía se llama la
atención hacia el hecho de que Cristo se inmoló por la humanidad entera. Su
paso por las casas y las calles de nuestra ciudad será para sus habitantes un
ofrecimiento de alegría, de vida inmortal, de paz y de amor” (Benedicto XVI).
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