DOMINGO XXVI T O (B)
38 Juan le dijo: «Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en
tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con
nosotros.» 39 Pero Jesús dijo: «No se lo impidáis, pues no hay nadie que obre
un milagro invocando mi nombre y que luego sea capaz de hablar mal de mí. 40
Pues el que no está contra nosotros, está por nosotros.» 41 «Todo aquel que os
dé de beber un vaso de agua por el hecho de que sois de Cristo, os aseguro que
no perderá su recompensa.» 42 «Y al que escandalice a uno de estos pequeños que
creen, mejor le es que le pongan al cuello una de esas piedras de molino que
mueven los asnos y que le echen al mar. 43 Y si tu mano te es ocasión de
pecado, córtatela. Más vale que entres manco en la Vida que, con las dos manos,
ir a la gehenna, al fuego que no se apaga.
45 Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. 47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga (Mc 9,38-43.45.47-48)
45 Y si tu pie te es ocasión de pecado, córtatelo. Más vale que entres cojo en la Vida que, con los dos pies, ser arrojado a la gehenna. 47 Y si tu ojo te es ocasión de pecado, sácatelo. Más vale que entres con un solo ojo en el Reino de Dios que, con los dos ojos, ser arrojado a la gehenna, 48 donde su gusano no muere y el fuego no se apaga (Mc 9,38-43.45.47-48)
CONTEXTO LITÚRGICO DEL EVANGELIO
Num 11,25-29; Sal 18,8.10.12-14; Sant 5,1-6
CITAS DEL CEC SUGERIDAS
CEC 821, 1126, 1636: el diálogo ecuménico
CEC 2445-2446, 2536, 2544-2446: el peligro del ansia exagerada
de riqueza
CEC 1852: los celos
HERMENÉUTICA DE LA FE
El Señor pondera los
actos de caridad, de amor verdadero, como cuando se da un vaso de agua en su
nombre. “En esto nos dice que no sólo no nos opongamos al bien de cualquier
parte que venga, sino que por el contrario le procuremos cuando no exista” (San
Beda). El Señor nos invita a la comunión con Él, que es Bueno por naturaleza, “Jesús,
presente en nuestro prójimo que sufre, quiere estar presente en cada uno de
nuestros actos de caridad y de servicio” (San Juan Pablo II).
La caridad o amor
verdadero, “desarrolla y agudiza la inteligencia del dolor y de las necesidades
de los demás, dando alas al sentido de la solidaridad” (San Juan Pablo II). Una
obra de caridad con los pequeños del Señor es la acogida a los inmigrantes, “el modo como una comunidad y Estado ven al
extranjero y se comportan con ellos no es solamente revelador de civilización,
sino de una verdadera o de una falsa concepción de Dios” (San Juan Pablo
II).
Siempre, en la lógica de
hacer y reconocer los actos buenos de los demás, Jesús invita a sus discípulos
a que no impidan hacer el bien en su nombre, como sucedió con el que expulsaba
demonios. Se trataba, más bien, de invitar a ese hombre a ser parte de los
discípulos, “porque así le hubieran exhortado a la unidad de la Iglesia, y no
aquélla en que estaba con ellos, a saber, la honra que daba a su Señor y
maestro expulsando a los demonios” (San Agustín).
Jesús nos invita a
evitar los escándalos, particularmente de los pequeños que creen, de aquellos
que son débiles en la fe, “debemos ocuparnos principalmente de los que son
pequeños en la fe, para que por causa nuestra no se ofendan y se aparten de la
fe, perdiendo la salvación… nos advierte con cuánto cuidado debemos evitar a
los que nos escandalizan, esto es, que nos llevan con su palabra y su ejemplo a
la ruina del pecado” (San Beda). Esto supone saber elegir nuestras compañías.
La llamada del Señor
para evitar el escándalo, comparable a la corrupción, es una llamada a
preservar nuestro “cuerpo con la sal de la continencia y su espíritu con el
condimento de la sabiduría y de este modo se librarán del error y de la mancha
de los vicios, porque la sal significa la dulzura de la sabiduría y el fuego la
gracia del Espíritu Santo” (San Beda).
Los niños pertenecen
también a esos pequeños que creen en el Señor. El Señor nos invita a “alimentar
hacia ellos un profundo respeto y a prestarles atención. Las duras palabras de
Jesús contra quien escandaliza a uno de estos pequeños (cf. Mc 9,42)
comprometen a todos a no rebajar nunca el nivel de ese respeto y amor”
(Benedicto XVI).
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