PRIMER DOMINGO CUARESMA (C)
Monición ambiental
Este primer
domingo de cuaresma recoge el triunfo de Jesús sobre el príncipe de este mundo.
Jesús vence con las armas de la verdad, de la justicia y de la santidad. Jesús
comienza a restituir a Dios Padre el reino, el poder y la gloria que le
corresponden eternamente. Acerquémonos a Jesús para vencer con El en nuestro
combate interior contra el pecado.
Oración Colecta
Al celebrar un
año más la santa Cuaresma concédenos, Dios todopoderoso, avanzar en la inteligencia
del misterio de Cristo y vivirlo en su plenitud. Por nuestro Señor Jesucristo.
Primera Lectura
M. El
libro del Deuteronomio recoge la profesión de fe de Israel, expresada por cada
uno a través de las primicias ofrecidas al Señor, como agradecimiento por
haberles dado la tierra prometida.
Lectura del libro del Deuteronomio
26,4-10
Dijo Moisés al pueblo:
─«El
sacerdote tomará de tu mano la cesta con las primicias y la pondrá ante el
altar del Señor, tu Dios.
Entonces
tú dirás ante el Señor, tu Dios:
"Mi
padre fue un arameo errante, que bajó a Egipto, y se estableció allí, con unas
pocas personas.
Pero
luego creció, hasta convertirse en una raza grande, potente y numerosa.
Los
egipcios nos maltrataron y nos oprimieron, y nos impusieron una dura
esclavitud.
Entonces
clamamos al Señor, Dios de nuestros padres, y el Señor escuchó nuestra voz,
miró nuestra opresión, nuestro trabajo y nuestra angustia.
El
Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en medio de gran
terror, con signos y portentos.
Nos
introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que mana leche y
miel.
Por
eso, ahora traigo aquí las primicias de los frutos del suelo que tú, Señor, me
has dado."
Lo
pondrás ante el Señor, tu Dios, y te postrarás en presencia del Señor, tu
Dios.»
Palabra de Dios.
Salmo Responsorial Sal 90,1-2.10-11.12-13.14-15 (R.:15b)
M. El
salmista expresa su confianza en la protección del Señor, en el servicio que
los ángeles le prestan para guardarlo en sus caminos.
R/. Está conmigo,
Señor, en la tribulación.
Tú que habitas
al amparo del Altísimo, que vives a la sombra del Omnipotente,
di al Señor:
«Refugio mío, alcázar mío, Dios mío, confío en ti.»
R/. Está
conmigo, Señor, en la tribulación.
No se te
acercará la desgracia, ni la plaga llegará hasta tu tienda, porque a sus
ángeles ha dado órdenes para que te guarden en tus caminos.
R/.Está conmigo,
Señor, en la tribulación.
Te llevarán en
sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra; caminarás sobre áspides y
víboras, pisotearás leones y dragones.
R/.Está conmigo,
Señor, en la tribulación.
«Se puso junto a mí: lo libraré; lo protegeré porque
conoce mi nombre, me invocará y lo escucharé.
Con él estaré en
la tribulación, lo defenderé, lo glorificaré.»
R/. Está conmigo,
Señor, en la tribulación.
Segunda Lectura
M. En
la carta a los Romanos san Pablo recoge la profesión de fe de los cristianos en
Jesucristo resucitado. Por la fe en Jesús se accede a la justificación y por la
profesión de los labios a la salvación.
Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los
Romanos 10,8-13
Hermanos:
La
Escritura dice: «La palabra está cerca de ti: la tienes en los labios y en el
corazón,» Se refiere a la palabra de la fe que os anunciamos. Porque, si tus
labios profesan que Jesús es el Señor, y tu corazón cree que Dios lo resucitó
de entre los muertos, te salvarás. Por la fe del corazón llegamos a la
justificación, y por la profesión de los labios, a la salvación. Dice la
Escritura: «Nadie que cree en él quedará defraudado.»
Porque
no hay distinción entre judío y griego; ya que uno mismo es el Señor de todos,
generoso con todos los que lo invocan. Pues «todo el que invoca el nombre del
Señor se salvará.»
Palabra de Dios.
M. San Lucas recoge la lucha de Jesús contra las tentaciones
que el demonio le presenta en el desierto. El Señor vence al tentador. De este
modo comienza el triunfo del Mesías sobre el padre de la mentira y culmina con
el triunfo sobre la muerte de Cruz.
Aclamación antes del Evangelio
Aleluya
Mt 4,19
Venid
y seguidme –dice el Señor–, y os haré pescadores de hombres.
Evangelio
† Lectura del Santo evangelio según san Lucas 4,1-13
En
aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante
cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el desierto, mientras era
tentado por el diablo.
Todo aquel
tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre.
Entonces el
diablo le dijo:
─«Si eres Hijo
de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.»
Jesús le
contestó:
─«Está escrito: "No
sólo de pan vive el hombre".»
Después,
llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del
mundo y le dijo:
─«Te daré el
poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien
quiero. Si tú te arrodillas delante de mí, todo será tuyo.»
Jesús le
contestó:
─«Está escrito:
"Al Señor, tu Dios, adorarás y a él solo darás culto".»
Entonces lo
llevó a Jerusalén y lo puso en el alero del templo y le dijo:
─«Si eres Hijo
de Dios, tírate de aquí abajo, porque está escrito: "Encargará a los
ángeles que cuiden de ti", y también: "Te sostendrán en sus manos,
para que tu pie no tropiece con las piedras".»
Jesús le
contestó:
─«Está mandado:
"No tentarás al Señor, tu Dios".»
Completadas las
tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
Palabra del
Señor
HOMILIA
CREDO
ORACION DE LOS FIELES
Intercedamos,
amados hermanos, ante la divina clemencia, implorando la misericordia divina a
favor de todos los hombres y suplicando el perdón para cuantos hemos pecado.
Respondiendo
todos: R/. Señor, ten piedad.
·
Para que, en
este tiempo de Cuaresma, Dios conceda a todos los fieles la fuerza necesaria
para luchar contra el mal, convertirse de su mala conducta y retornar al camino
del bien, roguemos al Señor. R/. Señor, ten piedad.
·
Para que quienes
abundan en bienes de la tierra sepan moderar el uso de sus propias riquezas en
provecho de los necesitados y no vivan absortos en los bienes de este mundo,
roguemos al Señor. R/. Señor, ten piedad.
·
Para que
nuestros corazones lleguen a ser, por medio de la penitencia cuaresmal, aquella
tierra fecunda en la que la palabra de Dios produce fruto del ciento por uno,
roguemos al Señor. R/. Señor, ten piedad.
Escucha,
Señor, la voz de tu Iglesia que, desde el desierto del mundo, te invoca,
extiende sobre nosotros tu mano misericordiosa y haz que, por medio de la
penitencia, la austeridad y la oración, venzamos las tentaciones del maligno.
Por Jesucristo, nuestro Señor.
Oración sobre las Ofrendas
Te rogamos,
Señor, que nuestra vida sea conforme con las ofrendas que te presentamos y que
inauguran el camino hacia la Pascua. Por Jesucristo nuestro Señor.
Antífona de comunión Mt 4,4
No
sólo de pan vive el hombre, sino de toda la palabra que sale de la boca de
Dios.
Oración después de la Comunión
Después
de recibir el pan del cielo que alimenta la fe, consolida la esperanza y
fortalece el amor, te rogamos, Dios nuestro, que nos hagas sentir hambre de
Cristo, pan vivo y verdadero, y nos enseñes a vivir constantemente de toda
palabra que sale de tu boca. Por Jesucristo nuestro Señor.
CATECISMO
DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC
394, 538-540, 2119: la tentación de Jesús
CEC
2846-2949: “No nos dejes caer en la tentación”
CEC
1505: Cristo nos libra del mal
CEC
142-143, 309: la fe es sumisión a Dios, aceptación de Dios, respuesta al mal
CEC 59-63: Dios
forma su pueblo sacerdotal por medio de Abrahán y del Éxodo
2846 Esta petición llega a la raíz de la anterior, porque
nuestros pecados son los frutos del consentimiento a la tentación. Pedimos a nuestro
Padre que no nos "deje caer" en ella. Traducir en una sola palabra el
texto griego es difícil: significa "no permitas entrar en" (cf MT
26,41), "no nos dejes sucumbir a la tentación". "Dios ni es
tentado por el mal ni tienta a nadie" (JC 1,13), al contrario,
quiere librarnos del mal. Le pedimos que no nos deje tomar el camino que
conduce al pecado, pues estamos empeñados en el combate "entre la carne y
el Espíritu". Esta petición implora el Espíritu de discernimiento y de
fuerza.
2847 El Espíritu Santo
nos hace discernir entre la prueba, necesaria para el crecimiento del
hombre interior (cf LC 8,13-15 AC 14,22 2TM 3,12) en orden a una
"virtud probada" (RM 5,3-5), y la tentación que conduce al
pecado y a la muerte (cf JC 1,14-15). También debemos distinguir entre
"ser tentado" y "consentir" en la tentación. Por último, el
discernimiento desenmascara la mentira de la tentación: aparentemente su objeto
es "bueno, seductor a la vista, deseable" (GN 3,6), mientras
que, en realidad, su fruto es la muerte.
Dios no quiere imponer el bien, quiere seres libres... En
algo la tentación es buena. Todos, menos Dios, ignoran lo que nuestra alma ha
recibido de Dios, incluso nosotros. Pero la tentación lo manifiesta para
enseñarnos a conocernos, y así, descubrirnos nuestra miseria, y obligarnos a
dar gracias por los bienes que la tentación nos ha manifestado (Orígenes, or.
29).
2848 "No entrar
en la tentación" implica una decisión del corazón: "Porque
donde esté tu tesoro, allí también estará tu corazón ... Nadie puede servir a
dos señores" (MT 6,21-24). "Si vivimos según el Espíritu,
obremos también según el Espíritu" (GA 5,25). El Padre nos da la
fuerza para este "dejarnos conducir" por el Espíritu Santo. "No
habéis sufrido tentación superior a la medida humana. Y fiel es Dios que no
permitirá que seáis tentados sobre vuestras fuerzas. Antes bien, con la
tentación os dará modo de poderla resistir con éxito" (1CO 10,13).
2849 Pues bien, este combate y esta
victoria sólo son posibles con la oración. Por medio de su oración, Jesús es
vencedor del Tentador, desde el principio (cf MT 4,11) y en el último
combate de su agonía (cf MT 26,36-44). En esta petición a nuestro Padre,
Cristo nos une a su combate y a su agonía. La vigilancia del corazón es
recordada con insistencia en comunión con la suya (cf MC 13,9 MC 13,23 MC
13,33-37 MC 14,38 LC 12,35-40). La vigilancia es "guarda del
corazón", y Jesús pide al Padre que "nos guarde en su Nombre" (JN
17,11). El Espíritu Santo trata de despertarnos continuamente a esta
vigilancia (cf 1CO 16,13 COL 4,2 1TH 5,6 1P 5,8). Esta petición adquiere
todo su sentido dramático referida a la tentación final de nuestro combate en
la tierra; pide la perseverancia final. "Mira que vengo como
ladrón. Dichoso el que esté en vela" (AP 16,15).
HERMENÉUTICA
DE LA FE
Vínculo literario entre Deuteronomio 26,4-10
y Lc 4,1-13
El Señor nos sacó de Egipto con mano fuerte y brazo extendido, en
medio de gran terror, con signos y portentos.
Nos introdujo en este lugar, y nos dio esta tierra, una tierra que
mana leche y miel.
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Jesús, lleno
del Espíritu Santo, volvió del Jordán y, durante cuarenta días, el Espíritu
lo fue llevando por el desierto, mientras era tentado por el diablo.
Todo aquel
tiempo estuvo sin comer, y al final sintió hambre
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Deuteronomio
26,4-10
“El célebre paso a través del mar Rojo, "dividido en dos
partes", casi desgarrado y domado como un monstruo vencido (cf. +PS
135,13), hace surgir el pueblo libre y llamado a una misión y a un destino
glorioso (cf. vv. +Ps 135,14-15; EX 15,1-21), que encuentra su
relectura cristiana en la plena liberación del mal con la gracia bautismal (cf.
1CO 10,1-4). Se abre, además, el itinerario por el desierto: allí el
Señor es representado como un guerrero que, prosiguiendo la obra de liberación
iniciada en el paso del mar Rojo, defiende a su pueblo, hiriendo a sus
adversarios. Por tanto, desierto y mar representan el paso a través del mal y
la opresión, para recibir el don de la libertad y de la tierra prometida (cf. +PS
135,16-20).
Al final, el Salmo alude al país que la Biblia exalta de
modo entusiasta como "tierra buena, tierra de torrentes, de fuentes y
hontanares (...), tierra de trigo y de cebada, de viñas, higueras y granados,
tierra de olivares, de aceite y de miel, tierra donde el pan que comas no te
será racionado y donde no carecerás de nada; tierra donde las piedras tienen
hierro y de cuyas montañas extraerás el bronce" (DT 8,7-9).
Esta
celebración exaltante, que va más allá de la realidad de aquella tierra, quiere
ensalzar el don divino dirigiendo nuestra expectativa hacia el don más alto de
la vida eterna con Dios. Un don que permite al pueblo ser libre, un don que
nace —como se sigue repitiendo en la antífona que articula cada versículo— del hesed
del Señor, es decir, de su "misericordia", de su fidelidad al
compromiso asumido en la alianza con Israel, de su amor, que sigue revelándose
a través del "recuerdo" (cf. +PS 135,23). En el tiempo de la
"humillación", o sea, de las sucesivas pruebas y opresiones, Israel
descubrirá siempre la mano salvadora del Dios de la libertad y del amor.
También en el tiempo del hambre y de la miseria el Señor entrará en escena para
ofrecer el alimento a toda la humanidad, confirmando su identidad de creador
(cf. v. +Ps 135,25)” (Benedicto XVI).
Rm
10,8-13
“Las palabras del apóstol Pablo, que acabamos de escuchar,
ilustran bien el estilo y las modalidades de nuestra peregrinación cuaresmal.
¿Qué es la penitencia sino un regreso humilde y sincero a las fuentes de la fe,
rechazando prontamente la tentación y el pecado, e intensificando la intimidad
con el Señor en la oración?
En
efecto, sólo Cristo puede liberar al hombre de lo que lo hace esclavo del mal y
del egoísmo: de la búsqueda ansiosa de los bienes materiales, de la sed de
poder y dominio sobre los demás y sobre las cosas, de la ilusión del éxito
fácil, y del frenesí del consumismo y el hedonismo que, en definitiva,
perjudican al ser humano.” (San Juan Pablo II, 1 marzo 1998)
“Los
labios, la palabra, vienen a ser como la expresión de toda la cultura, el instrumento
para la proclamación del misterio cristiano. Este es el verdadero proceso de
«inculturación», mediante el cual la palabra de la cultura de cada pueblo se
vuelve apta para manifestar y pregonar a los cuatro vientos que Cristo es el
Hijo de Dios, el Salvador, que ha resucitado y es el centro de la creación y de
la historia humana. Así, pues, la fe, recibida en el corazón de cada persona y
de cada pueblo, se expresa y vive de modo permanente en la propia cultura
cuando ésta ha sido impregnada por el espíritu evangélico, que es el espíritu
de las bienaventuranzas y del mandamiento del amor”
(San Juan Pablo II,6 julio 1986).
Lucas
4,1-13
Después de la teofanía del Jordán, el
Espíritu Santo conduce a Jesús al desierto para probar su fidelidad a la
voluntad de Dios Padre. Esta será la primera victoria mesiánica de Jesús que
culminará con la victoria definitiva de la Cruz, como san Lucas lo sugiere,
pues “concluye la narración de las tentaciones mencionando a Jerusalén” (San
Juan Pablo II). Durante cuarenta días el Señor se prepara para su vida pública,
como lo hicieron Moisés y Elías en el AT. Inmediatamente después Jesús “da
comienzo a su misión "por la fuerza del Espiritu” (San Juan Pablo II).
También nosotros somos conducidos por el Espíritu a luchar con las mismas armas
de la mansedumbre, la humildad del Señor, la oración, la penitencia y el
alimento de su Palabra.
En la lucha de Jesús “vislumbramos la lucha
de dimensión cósmica de las fuerzas del mal contra la realización del plan
salvífico que el Hijo de Dios vino a proclamar y comenzar en su misma persona…
con Cristo se inicia el tiempo de la nueva creación; en él se realiza la nueva
y perfecta alianza entre Dios y toda la humanidad” (San Juan Pablo II). Las
tentaciones que presenta san Lucas consisten en “el atractivo de los bienes
materiales, la seducción del poder humano y la presunción de someter a Dios a
los propios intereses” (San Juan Pablo II). La obra redentora nos implica
también a nosotros creyentes en la lucha, orientados por el ejemplo de Cristo.
El
demonio tienta a los seres humanos “influyendo sobre su imaginación y sobre las
facultades superiores para poder situarlos en dirección contraria a la ley de
Dios… No se excluye que en ciertos casos el espíritu maligno llegue incluso a
ejercitar su influjo no sólo sobre las cosas materiales, sino también sobre
el cuerpo del hombre… en su afán de dañar y conducir al mal, Satanás pueda
llegar a esta extrema manifestación de su superioridad” (San Juan Pablo II). Lo
que en definitiva pretende el demonio es separarnos de la comunión con Dios.
sin embargo el Señor “acepta ser el Mesías
sufriente y crucificado, que dará su vida por la salvación del mundo” (San Juan
Pablo II). La primera tentación “sabiendo el diablo que allí donde hay hambre
hay debilidad, se acerca para tentarlo, y como imaginador e inventor de
tentaciones, aconsejaba a Cristo paciente que apagase el apetito con piedras” (San
Basilio). El Señor responde afirmando que hay otro alimento superior: el de su
Palabra, el de su Cuerpo sacramentado, “el alimento de la vida eterna,
preparado por Dios en su Hijo Jesús” (Benedicto XVI).
La
segunda tentación de adorar al demonio tiene como precedente el dominio del
pecado, “antes de su venida, el demonio había sido adorado en todas partes, más
la ley divina, arrojándolo del dominio usurpado, estableció la adoración de
sólo Aquel que es Dios por naturaleza” (San Cirilo).La tercera tentación de
pretender someter a Dios a los intereses del propio egoísmo, el Señor afirma
que no debemos tentar al Señor nuestro Dios, no podemos hacerlo jamás objeto
nuestro, sino servirlo como el único Bien absoluto.
San Oscar Romero comenta
sobre el primer domingo de cuaresma:
El PROYECTO DE DIOS respecto a la primera
tentación: “El demonio le promete a Cristo una solución fácil del problema:
un milagro "convierte las piedras en pan" Soluciones inmediatistas,
así como muchos políticos quisieran únicamente ya tener bien arregladas las
cosas y reclamar hasta lo imposible. Estas reclamaciones de adolescentes se
parecen mucho a la tentación del diablo, querer convertir piedras en pan y así
salimos del hambre.
Pero el proyecto de Dios quiere darle un sentido al
ayuno, quiere darle un sentido a la cruz, al desierto, al sacrificio. Ya vendrá
el pan. La palabra de Dios es justicia, y el pan no solamente se hace de las
piedras. El pan que debe de alimentar a todos los hombres tiene que ser la
justa distribución de los bienes, tiene que ser cuando el rico se prive de lo
que tiene para compartirlo con el pobre, tiene que ser una sociedad arreglada
según el corazón y la justicia de Dios. Esta es la redención que yo traigo,
dice Cristo…
Así también podríamos decir hoy: no busquemos
soluciones inmediatas, no queramos organizar de un golpe una sociedad tan
injustamente organizada durante tanto tiempo; organicemos, sí, la conversión de
los corazones. Que sepan unos y otros vivir la austeridad del desierto, que
sepan saborear la redención fuerte de la cruz; que no hay alegría más grande
que ganarse el pan con el sudor de la frente y que no hay, tampoco, pecado más
diabólico que quitarle el pan al que tiene hambre” (San Oscar Romero).
En cuanto a la segunda tentación del poder: “¡Qué lección más tremenda y actual
para nuestro tiempo! ¿Por qué se pelean los hombres en El Salvador? ¿Por el
poder? ¿no dice el diablo que es de él y es fácil adquirirlo, postrarse de
rodilla ante el diablo?. Pero el proyecto de Dios es NO a la idolatría. En mi
Cuarta Carta Pastoral digo que uno de los servicios que la Iglesia está
prestando hoy, es desenmascara idolatrías: idolatría del dinero, idolatría del
poder, pretensiones de tener a los hombres de rodillas ante esos falsos dioses.
La verdad es que el proyecto de Dios es: "adorarás al Señor tu Dios".
Esta es la verdadera solución” (San Oscar Romero).
Respecto a la tercera tentación: “El proyecto de Dios es la sencillez del hombre
que por la fe y viviendo su vida ordinaria, se gana la voluntad de Dios, se
aviene a Dios. No es necesario hacer cosas ostentosas, no es necesario y hace
mucho mal una religión triunfalista, una política triunfalista. Lo que hace
falta es más solidez, la sencillez honrada de los hombres entregados al
servicio de Dios. Ese es el proyecto de Dios: la vida sencilla, la ordinaria
pero dándole un sentido de amor, de libertad. ¡Qué hermoso sería nuestro país
si todos viviéramos este proyecto de Dios!, cada uno ocupado en su oficio, sin
pretensiones de dominar y nada simplemente ganándose y comiendo con justicia el
pan que necesita su familia. No habría toda esta tremenda situación que
precisamente surge porque los hombres buscan un falso Mesías, como el que
proponía Satanás” (San Oscar Romero).
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