VIGESIMO DOMINGO (B)



MONICIÓN AMBIENTAL

El banquete de la Eucaristía de este domingo constituye una fortísima llamada para que vivamos de Jesús resucitado, crezcamos en la fe, que lo comamos conscientemente para identificarnos cada vez más con su obra redentora.



ORACIÓN COLECTA

Oh Dios, que has preparado bienes inefables para los que te aman, infunde tu amor en nuestros corazones, para que, amándote en todo y sobre todas las cosas, consigamos alcanzar tus promesas que superan todo deseo.

Por nuestro Señor Jesucristo.



PRIMERA LECTURA

M. El libro de los Proverbios nos invita a participar del banquete preparado por Dios para los prudentes.



Lectura del libro de los Proverbios 9, 1-6



La Sabiduría se ha construido su casa plantando siete columnas, ha preparado el banquete, mezclado el vino y puesto la mesa; ha despachado a sus criados para que lo anuncien en los puntos que dominan la ciudad: «Los inexpertos que vengan aquí, quiero hablar a los faltos de juicio: "Venid a comer de mi pan y a beber el vino que he mezclado; dejad la inexperiencia y viviréis, seguid el camino de la prudencia."»

Palabra de Dios.



Salmo responsorial     Sal 33, 2-3. 10-1 1. 12-13. 14-15 (R/.: 9a)

M. Con el salmista bendigamos a Dios ininterrumpidamente por su misericordia y bondad infinitas. R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Bendigo al Señor en todo momento, su alabanza está siempre en mi boca; mi alma se gloría en el Señor: que los humildes lo escuchen y se alegren.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Todos sus santos, temed al Señor, porque nada les falta a los que le temen; los ricos empobrecen y pasan hambre, los que buscan al Señor no carecen de nada.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Venid, hijos, escuchadme: os instruiré en el temor del Señor; ¿hay alguien que ame la vida y desee días de prosperidad? 

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

Guarda tu lengua del mal, tus labios de la falsedad; apártate del mal, obra el bien, busca la paz y corre tras ella.

R/. Gustad y ved qué bueno es el Señor.

SEGUNDA LECTURA

M. San Pablo invita a los Efesios a ser sensatos, a llenarse del Espíritu de Dios a dar gracias siempre al Señor.

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios 5,15-20

Hermanos: Fijaos bien cómo andáis; no seáis insensatos, sino sensatos, aprovechando la ocasión, porque vienen días malos. Por eso, no estéis aturdidos, daos cuenta de lo que el Señor quiere. No os emborrachéis con vino, que lleva al libertinaje, sino dejaos llenar del Espíritu. Recitad, alternando, salmos, himnos y cánticos inspirados; cantad y tocad con toda el alma para el Señor. Dad siempre gracias a Dios Padre por todo, en nombre de nuestro Señor Jesucristo.

Palabra de Dios.

M. San Juan nos presenta un cuarto momento sobre el discurso del Pan de vida. Jesús ve como necesario que comamos su Cuerpo eucarístico para tener la vida plena en él, para crecer en ella y comunicarla a nuestros hermanos.

ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya Jn 6, 56

El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él—Dice el Señor—.



EVANGELIO

Lectura del santo evangelio según san Juan 6,51-58

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: —«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» Disputaban los judíos entre sí: —« ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?» Entonces Jesús les dijo: —«Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre.»

Palabra del Señor.



ORACION DE LOS FIELES

Oremos a Dios, que nos invita a su banquete eterno, y digámosle con confianza: Escúchanos, Señor.



Para que el Espíritu de sabiduría, guíe las decisiones de los obispos y superiores de las comunidades de Iglesia. Oremos con fe. Escúchanos, Señor.



Para que con sensatez y prudencia los cristianos nos dejemos guiar por el Espíritu del Evangelio. Oremos con fe. Escúchanos, Señor.



Para que, movidos por el Espíritu del Señor, cada día sean más los que se comprometan a hacer el bien, a ayudar a los débiles y a consolar a los tristes. Oremos con fe.

Escúchanos, Señor.

Para que haya justicia en el mundo y la paz sea una realidad estable en el nuevo milenio cristiano. Oremos con fe. Escúchanos, Señor.



Para que el Pan de la Eucaristía sea el consuelo y la fortaleza de los enfermos. Oremos con fe. Escúchanos, Señor.



Para que al alimentarnos del Cuerpo y la Sangre de Cristo dejemos que Él viva en nosotros y guíe nuestras acciones. Oremos con fe. Escúchanos, Señor.



Escucha, Señor, nuestras súplicas, danos tu sabiduría y haz que al alimentarnos con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo experimentemos la fuerza de tu amor.

Por Jesucristo nuestro Señor.

Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Acepta, Señor, nuestros dones, en los que se realiza un admirable intercambio, para que, al ofrecerte lo que tú nos diste, merezcamos recibirte a ti mismo.

Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE COMUNIÓN Sal 129,7

Del Señor viene la misericordia, la redención copiosa.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor, después de haber recibido a Cristo en estos sacramentos, imploramos de tu misericordia que, transformados en la tierra a su imagen, merezcamos participar de su gloria en el cielo.

Por Jesucristo nuestro Señor.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA

CEC 1402-1405: la Eucaristía: “anticipación de la gloria futura”

CEC 2828-2837: la Eucaristía, nuestro pan cotidiano

CEC 1336: el escándalo

2828 "Danos": es hermosa la confianza de los hijos que esperan todo de su Padre. "Hace salir su sol sobre malos y buenos, y llover sobre justos e injustos" (MT 5,45) y da a todos los vivientes "a su tiempo su alimento" (PS 104,27). Jesús nos enseña esta petición; con ella se glorifica, en efecto, a nuestro Padre reconociendo hasta qué punto es Bueno más allá de toda bondad.



2829 Además, "danos" es la expresión de la Alianza: nosotros somos de Él y él de nosotros, para nosotros. Pero este "nosotros" lo reconoce también como Padre de todos los hombres, y nosotros le pedimos por todos ellos, en solidaridad con sus necesidades y sus sufrimientos.



2830 "Nuestro pan". El Padre que nos da la vida no puede dejar de darnos el alimento necesario para ella, todos los bienes convenientes, materiales y espirituales. En el Sermón de la montaña, Jesús insiste en esta confianza filial que coopera con la Providencia de nuestro Padre (cf MT 6,25-34). No nos impone ninguna pasividad (cf 2TH 3,6-13) sino que quiere librarnos de toda inquietud agobiante y de toda preocupación. Así es el abandono filial de los hijos de Dios:

A los que buscan el Reino y la justicia de Dios, él les promete darles todo por añadidura. Todo en efecto pertenece a Dios: al que posee a Dios, nada le falta, si él mismo no falta a Dios. (S. Cipriano, Dom. orat. 21).



2831 Pero la existencia de hombres que padecen hambre por falta de pan revela otra hondura de esta petición. El drama del hambre en el mundo, llama a los cristianos que oran en verdad a una responsabilidad efectiva hacia sus hermanos, tanto en sus conductas personales como en su solidaridad con la familia humana. Esta petición de la Oración del Señor no puede ser aislada de las parábolas del pobre Lázaro (cf LC 16,19-31) y del juicio final (cf MT 25,31-46).



2832 Como la levadura en la masa, la novedad del Reino debe fermentar la tierra con el Espíritu de Cristo (cf AA 5). Debe manifestarse por la instauración de la justicia en las relaciones personales y sociales, económicas e internacionales, sin olvidar jamás que no hay estructura justa sin seres humanos que quieran ser justos.



2833 Se trata de "nuestro" pan, "uno" para "muchos": La pobreza de las Bienaventuranzas entraña compartir los bienes: invita a comunicar y compartir bienes materiales y espirituales, no por la fuerza sino por amor, para que la abundancia de unos remedie las necesidades de otros (cf 2CO 8,1-15).



2834 "Ora et labora" (cf. San Benito, reg. 20; 48). "Orad como si todo dependiese de Dios y trabajad como si todo dependiese de vosotros". Después de realizado nuestro trabajo, el alimento continúa siendo don de nuestro Padre; es bueno pedírselo, dándole gracias por él. Este es el sentido de la bendición de la mesa en una familia cristiana.



2835 Esta petición y la responsabilidad que implica sirven además para otra clase de hambre de la que desfallecen los hombres: "No sólo de pan vive el hombre, sino que el hombre vive de todo lo que sale de la boca de Dios" (DT 8,3 MT 4,4), es decir, de su Palabra y de su Espíritu. Los cristianos deben movilizar todos sus esfuerzos para "anunciar el Evangelio a los pobres". Hay hambre sobre la tierra, "mas no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Dios" (AM 8,11). Por eso, el sentido específicamente cristiano de esta cuarta petición se refiere al Pan de Vida: la Palabra de Dios que se tiene que acoger en la fe, el Cuerpo de Cristo recibido en la Eucaristía (cf JN 6,26-58).

2836 "Hoy" es también una expresión de confianza. El Señor nos lo enseña (cf MT 6,34 EX 16,19); no hubiéramos podido inventarlo. Como se trata sobre todo de su Palabra y del Cuerpo de su Hijo, este "hoy" no es solamente el de nuestro tiempo mortal: es el Hoy de Dios:

Si recibes el pan cada día, cada día para ti es hoy. Si Jesucristo es para ti hoy, todos los días resucita para ti. ¿Cómo es eso? 'Tú eres mi Hijo; yo te he engendrado hoy' (PS 2,7). Hoy, es decir, cuando Cristo resucita (San Ambrosio, sacr. 5, 26).



2837 "De cada día". La palabra griega, "epiousios", no tiene otro sentido en el Nuevo Testamento. Tomada en un sentido temporal, es una repetición pedagógica de "hoy" (cf EX 16,19-21) para confirmarnos en una confianza "sin reserva". Tomada en un sentido cualitativo, significa lo necesario a la vida, y más ampliamente cualquier bien suficiente para la subsistencia (cf 1TM 6,8). Tomada al pie de la letra [epiousios: "lo más esencial"], designa directamente el Pan de Vida, el Cuerpo de Cristo, "remedio de inmortalidad" (San Ignacio de Antioquía) sin el cual no tenemos la Vida en nosotros (cf JN 6,53-56) Finalmente, ligado a lo que precede, el sentido celestial es claro: este "día" es el del Señor, el del Festín del Reino, anticipado en la Eucaristía, en que pregustamos el Reino venidero. Por eso conviene que la liturgia eucarística se celebre "cada día".



La Eucaristía es nuestro pan cotidiano. La virtud propia de este divino alimento es una fuerza de unión: nos une al Cuerpo del Salvador y hace de nosotros sus miembros para que vengamos a ser lo que recibimos... Este pan cotidiano se encuentra, además, en las lecturas que oís cada día en la Iglesia, en los himnos que se cantan y que vosotros cantáis. Todo eso es necesario en nuestra peregrinación (San Agustín, serm. 57, 7, 7).

El Padre del cielo nos exhorta a pedir como hijos del cielo el Pan del cielo (cf JN 6,51). Cristo "mismo es el pan que, sembrado en la Virgen, florecido en la Carne, amasado en la Pasión, cocido en el Horno del sepulcro, reservado en la Iglesia, llevado a los altares, suministra cada día a los fieles un alimento celestial" (San Pedro Crisólogo, serm. 71)

HERMENÉUTICA DE LA FE

Estos versículos del capítulo 6, a medida que desarrollan el discurso del Pan de vida, en ningún momento indican que se trata de algo simbólico, “creían pues los judíos, que el Señor dividiría en trozos su propia carne y se la daría a comer” (San Beda). Ante la inminente deserción de muchos seguidores suyos, el Señor jamás intentó dulcificar la promesa eucarística diciendo por ejemplo que se trataba de una comunión de sentimientos, “como decían que esto era imposible, esto es, que diese a comer su propia carne, les dio a entender que no sólo no era imposible, sino muy necesario” (San Juan Crisóstomo). El Señor “mantuvo firme su afirmación, todo su realismo, a pesar de la defección de muchos de sus discípulos” (Benedicto XVI), incluso la prueba de la fe para los apóstoles fue muy fuerte, pero culminó con la confesión de fe de Pedro.



El lenguaje duro del discurso revela que “la Eucaristía sigue siendo "signo de contradicción" y no puede menos de serlo, porque un Dios que se hace carne y se sacrifica por la vida del mundo pone en crisis la sabiduría de los hombres” (Benedicto XVI). Nótese la profunda unidad del cuerpo humano de Jesús con su naturaleza divina, además del valor sacrificial de su cuerpo. Esta maravillosa promesa se realiza en la transubstanciación del jueves santo, obrada a través del agradecimiento y de la bendición sacramental: “esta transformación, sin embargo, quiere ser el comienzo de la transformación del mundo. Para que llegue a ser un mundo de resurrección, un mundo de Dios. Sí, se trata de transformación. Del hombre nuevo y del mundo nuevo que comienzan en el pan consagrado, transformado, transustanciado” (Benedicto XVI).

La promesa del Pan corresponde al Amor hecho Cuerpo vivificador, primero por la autodonación de Jesucristo y en un segundo momento por nuestra identificación con Él. La Eucaristía “es una presencia dinámica, que nos aferra para hacernos suyos, para asimilarnos a él. Cristo nos atrae a sí, nos hace salir de nosotros mismos para hacer de todos nosotros uno con él. De este modo, nos inserta también en la comunidad de los hermanos, y la comunión con el Señor siempre es también comunión con las hermanas y los hermanos” (Benedicto XVI).

Tener la vida de Cristo resucitado requiere no solamente fe, sino comerlo, vivir de su Cuerpo, vivir en Cristo. Comiendo a Jesús comemos su donación, el sacramento de su amor, de la verdad y de la paz sobrenatural, la plenitud de la vida que el hombre no puede tener por sí mismo. “Este alimento contiene en sí todo el poder de la Redención realizada por Cristo. Para vivir, el hombre necesita la comida y la bebida. Para alcanzar la vida eterna, el hombre necesita la Eucaristía. Esta es la comida y la bebida que transforma la vida del hombre y le abre el horizonte de la vida eterna” (San Juan Pablo II).

El Pan de Vida requiere una fe madura, acrisolada en el Amor verdadero, en el agradecimiento al más grande de los dones de Jesús, requiere una vida divina más adulta y consciente porque es el Alimento de los grandes (cfr. SC 69). “¡Cuán infinitamente grande es la liberalidad de Dios! Responde a nuestros más profundos deseos, que no son únicamente deseos de pan terreno, sino que alcanzan los horizontes de la vida eterna. ¡Este es el gran misterio de la fe!” (San Juan Pablo II). Fe en este Dios cercano, que va junto a nosotros, que se hace uno con nosotros para que continuemos su misión redentora.

Sobre la presencia de Jesucristo en la hostia consagrada: “hay una fuerza más grande que todas las revoluciones, el amor del hombre y de la comunidad que ha descubierto el tesoro que hoy nos está revelando Jesucristo: su presencia viva y vivificante, su eucaristía... Voy a comulgar y lo voy a adorar y voy a sentir que él está en mí y yo en él, y voy a sacar fuerzas para mi semana, y mi vida de familia será más santa, más suave, más dulce, más amorosa porque me alimenta el amor de Jesucristo. Seré más sacrificado y trabajaré mejor y cumpliré mejor mis deberes. ¿Ven cómo la eucaristía verdaderamente es el pan que da la vida al mundo?” (Mons. Oscar A. Romero).

Comentarios

Entradas populares de este blog

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR (C)

PRIMER DOMINGO CUARESMA (B)

DOMINGO XXX T O (A)