SEXTO DOMINGO PASCUA (B)



MONICIÓN AMBIENTAL
Este sexto domingo de Pascua nos llama al mandamiento nuevo del amor hacia todos los seres humanos, especialmente dentro de la Iglesia. Queremos la salvación de todos y hemos de trabajar por ella. San Juan afirma que quien ama ha nacido del amor y cumple los mandamientos de Dios.

ORACIÓN COLECTA
Concédenos, Dios todopoderoso, continuar celebrando con fervor estos días de alegría en honor de Cristo resucitado, y que los misterios que estamos recordando transformen nuestra vida y se manifiesten en nuestra obras.
Por nuestro Señor Jesucristo.

PRIMERA LECTURA
M. El libro de los Hechos de los Apóstoles relata cómo el Espíritu Santo es derramado sobre los gentiles. San Pedro ordena la administración del bautismo sacramental sobre ellos.

Lectura del libro de los Hechos de los apóstoles 10, 25-26. 34-35. 44-48

Cuando iba a entrar Pedro, salió Cornelio a su encuentro y se echó a sus pies a modo de homenaje, pero Pedro lo alzó, diciendo: —«Levántate, que soy un hombre como tú.» Pedro tomó la palabra y dijo: —«Está claro que Dios no hace distinciones; acepta al que lo teme y practica la justicia, sea de la nación que sea.» Todavía estaba hablando Pedro, cuando cayó el Espíritu Santo sobre todos los que escuchaban sus palabras. Al oírlos hablar en lenguas extrañas y proclamar la grandeza de Dios, los creyentes circuncisos, que habían venido con Pedro, se sorprendieron de que el don del Espíritu Santo se derramara también sobre los gentiles. Pedro añadió: —«¿Se puede negar el agua del bautismo a los que han recibido el Espíritu Santo igual que nosotros?» Y mandó bautizarlos en el nombre de Jesucristo. Le rogaron que se quedara unos días con ellos.
Palabra de Dios.

Salmo responsorial Sal 97, 1. 2-3ab. 3cd-4 (R/.: cf. 2b)

M. El salmista aclama la grandeza del amor divino al revelar y comunicar a los gentiles la salvación. Digamos con agradecimiento: R/. El Señor revela a las naciones su salvación.

Cantad al Señor un cántico nuevo, porque ha hecho maravillas; su diestra le ha dado la victoria, su santo brazo. R/. El Señor revela a las naciones su salvación.
El Señor da a conocer su victoria, revela a las naciones su justicia: se acordó de su misericordia y su fidelidad en favor de la casa de Israel. R/. El Señor revela a las naciones su salvación.
Los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios. Aclama al Señor, tierra entera; gritad, vitoread, tocad. R/. El Señor revela a las naciones su salvación.
SEGUNDA LECTURA
M. San Juan nos revela que la naturaleza íntima de Dios es el amor oblativo o amor de donación. La fuerza de este amor divino mueve al creyente a amar a sus hermanos.

Lectura de la primera carta del apóstol san Juan 4, 7-10
Queridos hermanos, amémonos unos a otros, ya que el amor es de Dios, y todo el que ama ha nacido de Dios y conoce a Dios. Quien no ama no ha conocido a Dios, porque Dios es amor. En esto se manifestó el amor que Dios nos tiene: en que Dios envió al mundo a su Hijo único, para que vivamos por medio de él. En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que él nos amó y nos envió a su Hijo como víctima de propiciación por nuestros pecados.
Palabra de Dios.
M. El evangelista san Juan nos transmite la llamada de Jesús para que vivamos el mandamiento nuevo del amor, movidos por el Espíritu Santo; también nos llama a cumplir sus mandamientos como prueba de nuestra amistad con Él.
ACLAMACION ANTES DEL EVANGELIO

Aleluya Jn 14, 23
El que me ama guardará mi palabra —dice el Señor—, y  mi Padre lo amará, y vendremos a él.

EVANGELIO 

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 9-17
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos: —«Como el Padre me ha amado, así os he amado yo; permaneced en mi amor. Si guardáis mis mandamientos, permaneceréis en mi amor; lo mismo que yo he guardado los mandamientos de mi Padre y permanezco en su amor. Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud. Éste es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado. Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos, si hacéis lo que yo os mando. Ya no os llamo siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor: a vosotros os llamo amigos, porque todo lo que he oído a mi Padre os lo he dado a conocer. No sois vosotros los que me habéis elegido, soy yo quien os he elegido y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y vuestro fruto dure. De modo que lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo dé. Esto os mando: que os améis unos a otros.»
Palabra del Señor.

ORACION DE LOS FIELES
Hermanos, alegres por la resurrección de Jesús, oremos junto a toda la Iglesia diciendo: Te rogamos, óyenos.

Para que la Iglesia contribuya positivamente a la promoción y liberación evangélica de los hombres y mujeres de nuestra sociedad. Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.

Para que con actitud de misericordia el Papa y nuestro Obispo testifiquen que Cristo venció el pecado y nos mereció la vida verdadera. Oremos a Señor. Te rogamos, óyenos.

Para que el Espíritu Santo se derrame abundantemente con sus dones en los que han  sido incorporados a la Iglesia y los haga testigos del Evangelio. Oremos al Señor.
Te rogamos, óyenos.


Para que los misioneros, médicos, maestros y todos los que sirven a los más necesitados, experimenten que Cristo es su recompensa. Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.

Para que nuestro amor sea generoso y no pongamos nunca barreras a sus exigencias. 
Oremos al Señor. Te rogamos, óyenos.

Escucha, Señor, nuestras oraciones, enséñanos a amar y a permanecer unidos a Ti, para que un día podamos disfrutar de la gloria que Cristo nos mereció. Él que vive y reina por los siglos de los siglos. 
Amén.

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS
Acoge, Señor, con bondad las ofrendas de tu pueblo, para que, bajo tu protección, conserve los dones pascuales y alcance la felicidad eterna.
Por Jesucristo nuestro Señor.

ANTÍFONA DE LA COMUNIÓN                Jn 17,20-21
Padre, por ellos ruego, para que todos sean uno en nosotros para que el mundo crea que tú me has enviado –dice el Señor–. Aleluya.

ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN
Dios todopoderoso, no ceses de proteger con amor a los que has salvado, para que así, quienes hemos sido redimidos por la muerte de tu Hijo, podamos alegrarnos en su resurrección.
Por Jesucristo nuestro Señor.

CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
CEC 2746-2751: la oración de Cristo en la Última Cena

CEC 214, 218-221, 231, 257, 733, 2331, 2577: Dios es amor

CEC 1789, 1822-1829, 2067, 2069: el amor a Dios y al prójimo observa los Mandamientos

CEC 2347, 2709: la amistad con Cristo
218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt 4,37 DT 7,8 DT 10,15). E Israel comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf.  Os  OS 2).

219 El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (OS 11,1). Este amor es más fuerte que el amor de una madre a sus hijos (cf. Is 49,14-15). Dios ama a su Pueblo más que un esposo a su amada (IS 62,4-5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades (cf. Ez 16 OS 11); llegará hasta el don más precioso: "Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único" (JN 3,16).

220 El amor de Dios es "eterno" (IS 54,8). "Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará" (IS 54,10). "Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti" (JR 31,3).

221 Pero S. Juan irá todavía más lejos al afirmar: "Dios es Amor" (1JN 4,8 1JN 4,16); el ser mismo de Dios es Amor. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo único y al Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más íntimo (cf. 1CO 2,7-16 EP 3,9-12); él mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y nos ha destinado a participar en Él.
HERMENÉUTICA DE LA FE
Del encuentro definitivo entre la libertad de Dios y la libertad del hombre que cree en el Sacrificio de la Cruz, nace la Nueva y Eterna Alianza, Alianza esponsal fundada en el amor oblativo de Jesús, en el Don total de Sí mismo, que da su vida por los que ama. Jesús quiere que este amor extremo sea vivido del mismo modo en su Iglesia, por esto nos envía a evangelizar a todos para que alcancen la comunión con Dios, conscientes que “la naturaleza del Reino es la comunión de todos los seres humanos entre sí y con Dios” (RM 30).
La Eucaristía, fuente y cumbre de la evangelización, realiza la comunión de los hombres con Cristo, y por medio de Él con Dios Padre y Dios Espíritu Santo. “En la comunión eucarística se realiza de manera sublime que Cristo y el discípulo «estén» el uno en el otro” (EcEu 22). La Eucaristía convierte al bautizado en signo e instrumento de comunión y de salvación. 
La participación de los bautizados en la naturaleza divina, en la santidad de Dios, constituye una llamada y tarea para que ese grandísimo don divino se conserve y crezca mediante el amor, “es necesario que con la ayuda de Dios conserven y perfeccionen en su vida la santificación que recibieron” (LG 40). Esta respuesta de fe se traduce en la comunión misionera permanente.
El amor es fruto del Espíritu que se manifiesta en alegría, paz, longanimidad, bondad, fidelidad… El amor o caridad perdura después del tiempo porque “lo que se hace por la vida eterna, aun después de la muerte dura, y entonces empieza a aparecer, cuando ya dejan de verse las obras de la carne” (San Gregorio). El amor nace de un corazón puro, de una conciencia buena y de una fe sincera.
Jesucristo quiso restaurar el reino de paz teniendo como fundamento el amor verdadero o caridad. Permanecer en el amor de Cristo es permanecer en la vida de gracia. Aquí está el origen de todas las obras eternamente buenas, meritorias, en la fe que obra por amor, en su doble vertiente, a Dios y a los hombres como nos llama el Decálogo. “Con un mismo amor amamos a Dios y a los hombres, pero a Dios por Dios, a nosotros y al prójimo por Dios.” (San Agustín).
Jesús establece la nueva ley del amor, el don de sí mismo a los hermanos. La ley nueva del amor es una ley de gracia porque da fuerza para obrar gracias a la fe y a los sacramentos; es ley de libertad porque pasamos de ser siervos a amigos de Cristo (cfr. CEC 1972). Para que se dé la comunión eclesial en todos los fieles es clave que cada familia asuma el ser una iglesia doméstica, una auténtica comunión familiar, logrando por la participación en la unidad de consagración y misión, la comunión con la Jerarquía y la comunión parroquial.

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