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Mostrando entradas de junio, 2014

SANTOS PEDRO Y PABLO, APÓSTOLES

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En aquel tiempo, al llegar a la región de Cesarea de Filipo, Jesús preguntó a sus discípulos: “¿Quién dice la gente que es el Hijo del hombre?”. Ellos contestaron: “Unos que Juan Bautista, otros que Elías, otros que Jeremías o uno de los profetas”. Él les preguntó: “Y vosotros, ¿quién decís que soy yo?” Simón Pedro tomó la palabra y dijo: “Tu eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo”. Jesús le respondió: “¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás!, porque eso no te lo ha revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo. Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te daré las llaves del reino de los cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo”. (Mt 16,13-19) COMENTARIO El pasaje de san Mateo se refiere a la confesión de fe sobre el ser mesiánico y la divinidad de Jesucristo, por parte de Pedro, y la promesa que le ha

CORPUS CHRISTI

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En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos: “Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que come de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo”. Disputaban los judíos entre sí: “¿Cómo puede éste darnos a comer su carne?” Entonces Jesús les dijo: “Os aseguro que si no coméis la carne del Hijo del hombre y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre habita en mí y yo en él. El Padre que vive me ha enviado, y yo vivo por el Padre; del mismo modo, el que me come vivirá por mí. Éste es el pan que ha bajado del cielo: no como el de vuestros padres, que lo comieron y murieron; el que come este pan vivirá para siempre”. (Jn 6,51-58) COMENTARIO La promesa de darnos el pan de vida Jesucristo la instituyó el jueves santo en la última Cena

SANTÍSIMA TRINIDAD

Tanto amó Dios al mundo que entregó a su Hijo único para que no perezca ninguno de los que creen en él, sino que tengan vida eterna. Porque Dios no mandó su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. (Jn 3,16-18) COMENTARIO Dios, el Eterno, el Invisible, el Amor –como afirma san Juan–, quiere la salvación del mundo, por esto envío a Jesucristo su Único Hijo, para mostrar su misericordia, su ágape (caritas) por toda la humanidad, sin importar la clase de pecado que hubiera cometido. En la entrega del Hijo actúa toda la Trinidad: el Padre entrega a quien más ama, el Hijo se despoja de todo para salvarnos, el Espíritu sale del abrazo divino para inundar el desierto de la humanidad. Esta es la verdad revolucionaria del evangelio: el Amor que redime y nos hace vivir ya en la eternidad de Dios. Jesús, gracias a su m